Los mecenas
Vamos a hacer un poco de demagogia de derechas. No es cierto que el capital, en España, sea siempre amarrón, amarrete, trincón y borde. Están los. mecenas. Como en un Renacentismo que sólo es -ay- un regeneracionismo, a la, manera de mi colateral Cellorigo, arbitrista y soñador, los mecenas están funcionando hoy en España casi tan dignamente como aquel señor que les dio nombre. Me voy a Barcelona mi extranjero, mi patria, mi Carola (qué bien han salido las fotos de este verano, sobrina/Lolita, amor)- a presentar una exposición fotográfica de la gran Pilar Aymerich. Paga La Caixa. En los Países Catálanes siempre se ha entendido mejor que en el resto de: la cartografía esto de que el dinero debe pagar su tributo en el cepillo de las ánimas artísticas, y no dejan de hacerlo, aunque a maestro D'Ors lo expulsaron de Catalunya por robar unos palilleros con plumín. Los catalanes es que son el copón. Les amo. Ahora se lo hacen de Pilar Aymerich, mujer casi mítica en la toto (y conste que la mía también le da a la nikon: ahora anda queriéndole robar unas fotos en bolas a Concha Velasco, en la Mata-Hari de Marsillach, mediante rayos infrarrojos: eso es marcha y lo demás es amiguismo minoritario y chachachá intelectual). Antonio Asensio lo mismo. Me manda, por transferencia, unas doscientas mil púas. Todos, como decía el pobre César, vivimos pendientes de una transferencia de Barcelona. Los fenicios acamparon en el Mediterráneo, cultivaron la vid y acuñaron la moneda. Eso se nota. Josep Vergés envía un talón corto y una carta larga (por compensar, sin duda: cómo le quiero yo a Vergés).El mecenas de la cultura española, hoy, es Catalunya con o sin Pujolandia, que quede claro, mucho más que el ministerio de Cultura, no por nada, sino que los catalanes, como unos venecianos con boina, llevan muchos siglos de comerciar con la Cultura como con una mercadería. Y eso es, bueno. No hay mejor democratización de la cultura. En un cubata del Bellas Artes, Carlos Barral me aprieta el brazo y me lo dice:
-Que nunca me sacas en tu columna, oyes.
Con su gorra marinera, su belleza de novio que enamora a mis novias y ese aparatito que le pusieron en la dorsal para que dejase de beber, es el personaje más literario de todo el Mediterráneo, y el mecenas de los cuarenta/cuarenta, que traducía lo intraducible. Gracias a Carlos nos formamos todos. Gracias a Carlos conocí yo a Carlo Emilio Gadda, el de La cognizione del colore, y conocí La motocicleta, ¿te acuerdas, tía? Carlos Barral ha sido el bachillerato acelerado, intensivo y -nocturno de una mocedad española -varias- que le queríamos como un mito desconocido y le leíamos como la única manera de saber lo que pasaba en Occidente, cuando aquí todo se reducía al palacio -franquista- de Oriente. Carlos, Carlos. Fuiste nuestro padre intelectual y maestro mágico, liráfiaro celeste de la noche catalana, que te hubiera dicho Rabén/Morand/Ruano. Catalunya, insisto, ha sido mecenas de España durante los cuarenta/cuarenta. Unos se dedicaban a debelar lo castellano mejor y otros a traducir lo europeo urgente. Mado Lacrez me dice que se va de director literario a Seix/Barral. Un loco/lírico del Empordá que ha perdido mucho dinero editorial por creer en mis lirismos. (Aunque sospecho que algo ha ganado.)
Que me voy a Barcelona, o sea, Carola, sabiendo que no es Pujolandia, a dar unas charletas, y a tomar conciencia, una vez más, de lo que nuestra generación -varias le debe a Catalunya como guerrilla cultural en la España de Franco. Mientras Madrid era "capital del dolor" (Eluard), Barcelona erales capital del amor. Capital del lector.
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