La Primera División de Caballería de Estados Unidos se estrena en las maniobras de otoño de la OTAN
Con sombreros tejanos, vaqueros y botas, la pista de la discoteca Codys, de Killeen, una pequeña ciudad en el corazón de Texas, estaba abarrotada de gente que bailaba el dos pasos característico de la música country que tanto le gusta a Yuri Andropov, cuando por el altavoz el pinchadiscos lanzó: .¿Os gustan los rusos?". El no fue tan estruendoso como los aplausos que siguieron al "¡Demostrémosles que aún somos los amos!".A la vera de Killeen está Fort Hood, un campo militar que alberga "la mayor concentración de poderío de combate del mundo libre" y a 45.000 hombres más sus familias. Desde esta tierra y a esa distancia se siente lo que es una superpotencia. Y en Fort Hood también hay tanques soviéticos. Como un matrimonio mal avenido, los adversarios se conocen íntimamente. Estas maniobras anuales de la OTAN son un gesto más que, en este otoño de los euromisiles y tras el derribo del Boeing surcoreano, ha adquirido una renovada dimensión política.
Las tropas han tomado medidas especiales contra posibles manifestantes del Movimiento por la Paz. El aeropuerto de Dusseldorf estaba totalmente tomado por la policía cuando aterrizó el C- 141 de las fuerzas aéreas de EE UU, que traía a algunas tropas y periodistas acompañantes. En los Países Bajos ha habido pequeñas manifestaciones en el puerto de Rotterdam y en Einhoven.
Los vehículos militares participantes en estas maniobras están directamente radioconectados a sus jefes militares y a la policía local del país, que es la encargada de hacer frente a todo incidente. Se trata, ante todo, de evitar altercados entre civiles y soldados, los cuales, sin embargo, según el general Penzler, de Fort Hood, "no deben dejarse quitar las armas".
Un manual distribuido a los soldados norteamericanos dice textualmente que "el contacto con civiles puede ser bastante agradable, pero no te dejes llevar a discusiones que no quieres. Ocurra lo que ocurra, conserva la calma".
El general Andrew Chambers, al mando de la Primera de Caballería, señaló que "mis soldados no están autorizados a hablar con manifestantes". Luego precisaría: "No deben hablar con las chusmas". Sin embargo, en Holanda pudimos ver cómo civiles, niños y mayores, se acercaban a hablar con los soldados. No hay zonas cerradas, salvo algunas pequeñas.
Los euromisiles, un tabú
En estos ejercicios, tanto en los Países Bajos como en la República Federal de Alemania (RFA), se ha evitado que las maniobras se acerquen a las bases donde serán instalados los euromisiles. "Sería una provocación y llevaría a una escalada", según un general holandés.
Los soldados norteamericanos han sido informados de la situación. Un periódico publicado para la Primera de Caballería señala que "la actitud del personal norte-americano puede ser critica para el resultado de las manifestaciones anti-militares..." y que "la mayoría de los que protestan no son ra-, dicales sino individuos honorables y de buena voluntad", pero avisa de la posibilidad de violencia.
"Hay sentimientos aritinorteamericanos, pero no son la mayoría y es ésta la que manda", dijo Chambers. Sus soldados no quieren -o no saben- hacer comentarios. Uno de ellos afirmó conocer los movimientos pacifistas, pero, preguntado sobre su opinión, respondió: "No lo sé, sir, yo soy neutral". Otro señaló que "esta es una cuestión para que la discutan nuestros generales".
El apoliticismo es completo. Así, a los nuevos que entran en la Primera de Caballería se les enseña una película sobre su división: "La primera en Tokio, la, primera en Manila... y la primera en Camboya", sin explicar las razones políticas de su presencia allí. El apoliticismo se va destilando al subir por el escalafón. Un comandante se quejó de que "no somos peones, para que se nos mueva como en un tablero de ajedrez".
En cualquier caso, éste es un ejército profesional, "y con un ejército profesional el mando puede obligar a hacer a los soldados lo que quiera", comentó un comandante europeo, habituado al servicio militar y extrañado de que, hablando en privado con sus amigos militares norteamericanos, no critiquen nunca a Ronald Reagan, aunque no estén de acuerdo con él.
"Eres lo que comes"
Dice un capitán holandés: "¿Si se discute de política en el resto de la sociedad, por qué no se ha de discutir en el Ejército, aunque se respete la disciplina?". Son ahora los oficiales alemanes los que consideran demasiado disciplinado y "falto de iniciativa individual" al Ejército norteamericano.
A todo ello vienen a sumarse los problemas de adaptación a la Europa de cielo gris para los que vienen de Texas. "Es el cuarto día de lluvia el que cuenta. Después empiezan a beber" señaló un oficial alemán.
Son diferentes mentalidades las que maniobran codo con codo en suelo europeo. El comedor de la Segunda División Acorazada de Fort Hood está plagado de carteles que indican las calorías de cada plato. Es un nuevo ensayo que comenzó en 1982. Pero, quizás la idea de Napoleón de que la fuerza de un ejército se mide por la calidad de su comida haya comenzado a quedar obsoleta en Texas, con un culto marcial a la moda aeróbica.
Debe ser el único ejército que puede permitirse estas innovaciones que, para sus promotores, son positivas: entrenamiento físico, nutrición medida y un control estricto del peso, con un "enfoque agresivo hacia este problema".
¿Los gordos? A los cuatro meses, fuera. A la calle. "Eres lo que comes", reza un cartel. Allí impera el concepto de la "aptitud total" y de la "rnesa de entrenamiento". Pudimos presenciar el matrimonio de la disciplina y lo aeróbico: una carrera de 10 kilómetros, antes de desayunar, de 800 hombres en formación cerrada y con su coronel al frente. Cantando todos. El Ejército norteamericano canta muy fuerte. De hecho, grita.
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