Polonia, la cultura de la clandestinidad
La represión ha dado lugar a un inusitado incremento de editoriales que publican libros de escritores silenciados por el mundo de la cultura oficial
A pesar de los 587 días de ley marcial en Polonia, las publicaciones clandestinas crecen como los hongos y las imprentas producen sin cesar panfletos, semanarios, revistas ideológicas y libros. La derrota sufrida por el movimiento sindical independiente, con la desarticulación de Solidaridad, ha obligado a recomenzar la lucha contra el monopolio del poder en el campo de la información. El aparato de edición y propaganda clandestino permanece intacto, a pesar de los golpes sufridos y los continuos anuncios de caídas aquí y allá de imprentas ilegales, que aparecen en los telediarios, cuando la policía se apunta un éxito en la lucha contra los elementos antisocialistas.Se calcula que actualmente aparecen en toda Polonia hasta 1.700 publicaciones clandestinas. Además de las publicaciones de combate, como el Semanario de guerra y los panfletos con convocatorias a acciones ilegales, las editoriales clandestinas tienen un amplio programa editorial, que va desde libros de instrucciones para la clandestinidad, como el Manual del pequeño conspirador, hasta obras de autores prohibidas por la censura o ensayos sobre la historia polaca y estudios sobre la economía del socialismo real.
1984
Entre las publicaciones de autores extranjeros con más éxito los últimos meses, se pueden citar 1984, de George Orwell; Viaje al final de la noche, de Celine, o La Nomenklatura, de Mijail Woslenski.
Las editoriales clandestinas tratan de ofrecer una contrapropaganda frente a los textos oficiales de las escuelas y universidades, y publican muchas obras históricas con una visión diferente de la difundida por el régimen. Estas obras son análisis de la historia contemporánea de Polonia, como La historia más reciente de Polonia, 1918-1939, de Albert; La historia política de Polonia, 1944-1956, de Karsten, o temas monográficos como La sublevación de Varsovia, de Nowakowski, o El Estado clandestino polaco, de Korbonski.
Algunos de estos autores viven en Polonia y pertenecían hasta hace unas semanas a la definitivamente prohibida Asociación de escritores polacos o al Pen-club. Marek Nowakowski, un directivo de la prohibida asociación de escritores que desde 1979 no pudo editar ninguna obra oficialmente, declaró sobre la prohibición que "lo más doloroso es la interrupción de una tradición que era aceptada por toda la nación y por gentes de diferente visión del mundo. Yo siento este acontecimiento con el mismo dolor que experimenté cuando se derribaron hermosas casas para levantar en su lugar bloques de prisión tristes y grises".
Las autoridades polacas, tras la suspensión de la asociación que existía desde 1920, han dado a luz una nueva asociación, patrocinada por escritores colaboracionistas con el régimen.
Uno de los puntos de acusación contra la asociación prohibida era que muchos de sus autores publicaban en las editoriales clandestinas y no aceptaron poner fin a esta colaboración. Otra parte importante de las publicaciones clandestinas son las obras testimoniales sobre los sucesos recientes de Polonia.
Entre los libros de más éxito figuran las Cartas de Bialolenka, de Adam Michnik, uno de los miembros del Comité de Autodefensa Social (KOR), que está encarcelado y privado de las medidas de amnistía en espera de un proceso por subversión contra el Estado. En El internamiento Tadeusz Mazoviwchi, un intelectual católico que fue director de Solidaridad, el semanario del sindicato independiente en los días de la legalidad, narra el testimonio de los meses pasados en régimen de internado. Hoy vive en libertad en Varsovia.
Entre las obras de reflexión política o filosófica se pueden citar las del filósofo polaco Leszek Kolakowski, que vive exiliado en el Reino Unido desde hace 15 años, o El diálogo a la polaca, de Josef Tischner, profesor de Filosofía del seminario de Cracovia, un sacerdote próximo a los círculos intelectuales que patrocinaba y animaba el actual papa Karol Wojtyla, en sus días de arzobispo cracoviano.
Con la declaración de la ley marcial el 13 de diciembre de 1981, la producción editorial sufrió un bajón porque gran parte de la infraestructura se dedicó a la edición de panfletos y Prensa de agitación inmediata.
Un responsable de una imprenta clandestina de la editorial Krag (Círculo) explicaba, a los seis meses de la declaración de la ley marcial, que "decidimos en una primera etapa apoyar a los grupos de Solidaridad, pero al mismo tiempo no paramos la producción de libros, porque creemos que es muy importante que exista este movimiento editorial independiente". Las cifras de tirada sufrieron con la ley marcial un descenso (antes de la ley marcial se tiraban unos 16.000 ejemplares de una obra clandestina, que luego se redujeron a tiradas de 4.000 ejemplares). Las editoriales clandestinas de más entidad son Nowa, Krag y Constitución 3 de Mayo.
Estas editoriales clandestinas tienen imprentas distribuidas por diferentes lugares del país. Esa descentralización impide que la caída de una o varias imprentas eche abajo todo el montaje. Para evitar desplazamientos con cantidades grandes de papel, se envían las matrices con los textos que se imprimirán, incluso por offset.
Babelia
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