El papa Wojtyla denuncia en Austria "el drama del mal uso de la libertad"
El papa Juan Pablo II, en su segundo día de visita a Austria, afirmó ayer que el 500º aniversario de Lutero pertenece a la historia común de la Iglesia católica y evangélica, y añadió, en un encuentro ecuménico en Viena, que somos herederos de aquellos importantes acontecimientos históricos del tiempo de la Reforma". En una misa celebrada en el parque, del Danubio, bajo una lluvia casi constante, ante unas 200.000 personas, el Papa denunció el "drama del mal uso de la libertad" y apeló a valorar el sacramento de la penitencia, cumplir la obligación de asistir a la misa dominical, advirtiendo que el matrimonio y la familia "están hoy en peligro".Con una reunión ecuménica inició el Papa su segunda jornada en Austria. Ante los representantes de la Iglesia evangélica y ortodoxa, Karol Wojtyla expresó la "esperanza inquebrantable de que un día rezaremos a Dios nuestro Padre con una solar lengua".
Antes, en su discurso, el Papa había reconocido la culpa de los cristianos en los enfrentamientos religiosos de! pasado, y dijo que "con el doloroso recuerdo y la petición de perdón, nuestra Iglesia une, según el Concilio Vaticano II, la disposición sería a superar las desgraciadas consecuencias del pasado".
En el acto eucarístico, el Papa centró su sermón en la crisis de la familia y la decadencia de valores fundamentales: "Una opinión equivocada de la independencia recíproca de los casados, las graves confusiones sobre las relaciones de autoridad entre padres e hijos, las frecuentes dificultades de la familia en la transmisión de valores, el número creciente de divorcios y el mal extendido del aborto, un mal para el que todavía no se ha encontrado freno y que las gentes no han comprendido en toda su horripilancia".
Escenas de emoción se produjeron por la tarde durante la vi sita del Papa a los enfermos en la Casa de Misericordia. En la sala de los enfermos mentales, muchos cayeron en trance y gritaban de forma incontrolada y dramática, al mismo tiempo que se agarraban al Pontífice.
A última hora de la tarde, el Papa acudió a una recepción del presidente de la República Austriaca, Rudolf Kirchschlaeger.
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