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Dos jóvenes asesinaron anoche en su domicilio de San Sebastián a un representante de comercio

Francisco Javier Alberdi Igartua, de 49 años de edad, casado y sin hijos, fue asesinado ayer, sobre las 19.30 horas, en la urbanización donostiarra de Bidebieta 1, cuando se encontraba aparcando su vehículo, en el paseo de Los Olmos de la citada urbanización. Dos individuos armados con revólveres, que abrieron la puerta del conductor, forcejearon con éste y le dispararon a bocajarro, resultando prácticamente muerto en el acto Javier Alberdi, que era representante de la firma de licores Gorostiaga y Goytisolo. Los terroristas huyeron sin que se sepa ni el medio, ni la dirección en la que lo hicieron. Francisco Javier Alberdi, natural de Bergara (Guipúzcoa), era agente comercial, y vivía en el número 20 del paseo de Los Olmos.

JOSÉ LUIS BARBERÍA, San Sebastián

FÁBREGUES

La esposa de Javier Alberdi, que se encontraba trabajando en una panadería próxima al lugar del atentado, sufrió un ataque de nervios, al conocer el asesinato de su marido. Anoche, amigos de la víctima aseguraban que Francisco Javier Alberdi estaba afiliado al Partido Nacionalista Vasco.De otro lado, Arturo Quintanilla Salas, el industrial hostelero asesinado en la noche del lunes en Hernani, había intentado pagar, en dos ocasiones el denominado impuesto revolucionario, según manifestó ayer a EL PAÍS, Jasone Quintanilla, la hija mayor de la víctima. "Mi padre estaba dispuesto a entregar los diez millones de pesetas que le exigieron hace ya tiempo, pero no pudo hacer efectivo el pago porque ningún representante de ETA acudió a las citas que ellos mismos habían convocado en el otro lado (País Vasco-francés). Sé que, después de la primera cita, mis padres estuvieron indagando y que al final alguien les dijo que permanecieran tranquilos y que esperaran una segunda cita, a la que tampoco se presentó nadie".

El atentado fue perpetrado por dos individuos, a las 23.55 horas del lunes, en el momento en que el matrimonio Quintanilla y su hija Jasone se introducían en un coche para dirigirse al domicilio familiar, después de haber cerrado el bar Jose Mari, de su propiedad. "Mi padre estaba arrancando cuando se acercó un coche oscuro, de color azul o negro; al colocarse a nuestro lado, el que estaba sentado junto al conductor bajó el cristal de la ventanilla, asomó la cabeza y el brazo y empezó a dispararnos a poquísima distancia, ya que la calle es muy estrecha y apenas caben dos coches. Con el primer disparo mi padre cayó reclinado a un costado, y mi madre y yo sentimos en la cara como nos rozaban las balas; pudieron habernos matado a los tres. El que disparaba vestía una cazadora oscura, gafas negras y llevaba el pelo corto".

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