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La muerte del 'cantaor'

El mundo de la política y de la cultura de Andalucía despidió a Antonio Mairena, gran figura del arte flamenco

Una nutrida representación del mundo de la política y la cultura andaluza, numerosísimos artistas flamencos y todo el pueblo de Mairena del Alcor participaron en las honras fúnebres de Antonio Cruz García, Antonio Mairena, enterrado a las 20.30 horas de ayer en el cementerio municipal de su población natal. Mairena falleció en la tarde del lunes a los 74 años de edad, víctima de una parada cardiaca, y el arte flamenco ha perdido así su figura más representativa de los últimos tiempos. Desde la llegada de los restos mortales de Mairena a su pueblo, hacia las 22.00 horas del lunes, y la instalación de la capilla ardiente en el salón de actos del ayuntamiento, fue incesante el paso ante su féretro de los vecinos de Mairena del Alcor y centenares de visitantes.

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Todos querían acudir a rendir los últimos honores al egregio cantaor y testimoniar su condolencia por su pérdida. Entre los telegramas de pésame recibidos hay que destacar los procedentes de la Casa Real, el presidente del Gobierno, el vicepresidente Alfonso Guerra y el ministro de Cultura, Javier Solana. El de Felipe González, que aparecía firmado con un Felipe a secas, terminaba con estas palabras: "ya me conocéis lo suficiente para saber que por encima del sentimiento que me produce la pérdida de una gran personalidad, en este momento me acuerdo sobre todo de la pérdida del amigo".Muchos cantaores y bailaores flamencos pasaron la noche en vela en la capilla ardiente del Antonio Mairena y otros suspendieron las actuaciones que tenían programadas para acudir a darle su último adiós. Lebrijano, Fosforito, José Menese, Chocolate, José de la Tomasa, Calixto Sánchez, Matilde Coral, Rafael el Negro, Pedro Peña, Pedro Bacán, Juanita Reina, Gracia Montes, Chiquetete, Turronero y otros muchos asistieron ayer al entierro, llevando alguno de ellos el féretro, que fue trasladado a hombros hasta el cementerio, en las afueras del pueblo.

A las siete de la tarde el féretro fue conducido hasta la parroquia de la Asunción, para el oficio religioso habitual. A su salida del ayuntamiento, por encima de la ovación que surgió de los miles de personas concentradas en la plaza, a casi 40 grados de temperatura, se escucharon los gritos desgarradores de las cuatro hermanas del artista desaparecido, que con sus hermanos Curro y Manuel formaban la presidencia familiar del cortejo. La plaza aparecía dominada por un gran retrato del cantaor, instalado en la balconada de la Casa del Arte Flamenco, que él había fundado, y en los mástiles del ayuntamiento aparecían a media asta y con crespones negros las banderas de España y Andalucía y la local.

La presidencia oficial estaba integrada por el delegado del Gobierno en Andalucía, Leocadio Marín, que ostentaba la representación del ministro de Cultura; el presidente de la Junta, Rafael Escuredo; el del Parlamento autónomo, Antonio Ojeda; el consejero de Cultura, Rafael Román; el alcalde de Sevilla, Manuel del Valle y otras autoridades. El cortejo se completaba con los alcaldes de numerosas poblaciones, representantes de peñas y entidades flamencas, desde Zamora hasta Almería, portavoces de partidos políticos, sindicatos y endidades culturales y un inmenso gentío.

Durante el corto trayecto, cuesta arriba, desde el ayuntamiento hasta la parroquia, la multitud se agolpaba a lo largo de la calle y se oían aplausos y gritos de adiós, maestro, fenómeno y otros. Niños y jóvenes de Mairena del Alcor portaban más de cuarenta coronas de flores llegadas desde puntos e instituciones muy diversas. Atrás, en el ayuntamiento, quedaron los telegramas y tarjetas de pésame y un libro en el que podían contarse hasta 26 folios de firmas de condolencia. Al lado de una firma anónima figuraba la siguiente leyenda: "Antonio, ya estás con tu razón incorpórea y con los ángeles", en alusión a una de las frases con las que el genial artista gustaba de definir el flamenco.

Encima del féretro colocaron la vara de hermano mayor honorario de la Hermandad de la Veracruz, que había sido otorgada al difunto. Hacia las 20.30, su cadáver recibió sepultura en una fosa sobre la que habrá de construirse el panteón que él mismo había encargado al escultor Jesús Gavira.

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