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La banca y el Gobierno

AbcHoy se reúne el comité ejecutivo de la Asociación Española de Banca (AEB), que agrupa a la práctica totalidad de los bancos privados españoles. Con los proyectos de comienzo de curso del Gobierno, de los sindicatos, de la CEOE, de las comunidades autónomas o los colegios profesionales, la toma de posición de la AEB será una de las que marquen este regreso a la actividad este verano.La banca española tiene hoy cuatro frentes abiertos de los que depende su futuro: su relación con el Banco de España y su entendimiento, no fácil, con un Gobierno socialista, en el que, hoy por hoy, dominan, no obstante, los moderados; su relación con los sindicatos y, en especial, con el arcaizante líder socialista Justo Fernández; su batalla por el agrupamiento, la solvencia y la modernización, y, finalmente, sus problemas de imagen.

La relación de la banca con el poder (Gobierno y banco emisor) requiere un nivel mínimo de entendimiento en torno a la estrategia contra la crisis. Al menos, en lo referente a tres puntos: los márgenes de liquidez del sistema monetario, la doble e interdependiente política antiinflación y antidéficit público y el plan económico para los próximos cuatro años. El Gobierno podría optar por la prepotencia e imponer a los financieros sus medidas por medio del Boletín Oficial. Pero hay demasiadas experiencias en la Europa de hoy para que un ministro pragmático y competente, como el señor Boyer, elija la arrogancia en vez de la concertación.

En su esfuerzo por frenar la inflación, el ministro de Economía y el Banco de España han recortado repetidamente la masa de dinero en circulación. El 10 de agosto, el Gobierno aumentó de nuevo el coeficiente de caja, que obliga a los bancos a retener un determinado porcentaje de la totalidad de los fondos confiados. El banco emisor ha tratado de compensar el daño causado a la banca por estas medidas restrictivas ofreciéndole una mejor retribución de su dinero, especialmente a través de los certificados de regulación monetaria (CRM) y los bonos del Tesoro. Pero aun así, la retribución unilateral, de los CRM ha dado lugar a nuevas tensiones entre el sector público y el privado.

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Ese orden de dificultades enlaza con el segundo de los frentes mencionados: la negociación entre sindicatos y banqueros. Hasta hoy, el Gobierno parece haber resistido a la tentación de utilizar su propia central, la UGT, para debilitar por otro flanco la resistencia de la banca. Pero hay que decir también que no han faltado sugerencias y tentaciones en ese sentido, y que una táctica semejante llevaría a una situación de guerra sucia, a un enfrentamiento frontal e insalvable en una etapa en que la sociedad española demanda, sobre todo, diálogo, acuerdo e imaginación.

El tercer frente, en el que la Banca se juega su futuro, es el de su orden interno: los grandes bancos quieren evitar que la deficiente gestión de algunos (Levante, Catalana, Urquijo, Occidental, Descuento ... ) pueda poner en cuestión la solvencia, la seriedad y la competencia del sistema creado por los grandes, desde Villalonga y Arteche hasta Garnica y Botín. Y quieren que una legislación rigurosa cierre el paso a la proliferación y al aventurerismo. Por otro lado, la banca hace frente al desafío internacional, a unos bancos extranjeros agilísimos en la gestión, superinformados gracias a la tecnología electrónica e inflexibles en un principio no siempre observado por la banca de aquí: las instituciones de crédito existen para garantizar los depósitos y articular los préstamos, no para hacerse con el control de las empresas,

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