_
_
_
_

Los aumentos de precios en los productos alimenticios pueden cortar la contención de la inflación

Una previsible subida del componente alimenticio del índice de precios al consumo (IPC) a partir de julio amenaza con frustrar la positiva evolución de este indicador de la inflación. En medios de la Administración económica ya se han adoptado precaucaciones por si se confirma dicha sospecha. Los más pesimistas han aconsejado acelerar las medidas que permitan un aumento de la oferta agraria a corto plazo, como reducir las existencias acumuladas de productos, estudiar ciertas importaciones, etcétera. La próxima publicación del IPC de julio puede inclinar la polémica en uno u otro sentido; hay quienes piensan que puede y debe lograrse este año un 11,5%, mientras otros descartan que siquiera se baje al 12% fijado como objetivo.

GUSTAVO MATÍAS, Madrid

ENVIADO ESPECIAL

Por la composición del actual IPC, en los últimos años se ha registrado durante el otoño un descenso del componente alimenticio, que pondera casi la mitad sobre el total y arrastra, por tanto, todos los índices mensuales. El fenómeno obedece, sobre todo, a la entrada en el mercado de las frutas y hortalizas de estación y a la menor demanda por la marcha del turismo, que tiran los precios a la baja.Sin embargo, durante los últimos meses han sido detectadas algunas señales de alarma. Unidas a la prevista disminución de la oferta de frutas y verduras ligadas a regadío, como consecuencia de la sequía, lo que comenzará a notarse en septiembre, tales alarmas pueden frustrar el excelente comportamiento de los precios de la alimentación durante el primer semestre del presente año.

En efecto, la tasa anual de crecimiento del subíndice de alimentación se situó a finales de junio pasado -último dato publicado por el Instituto Nacional de Estadística- en el 8,9%, cuatro puntos inferior a la de finales de año y menos de la mitad de la existente en iguales fechas de 1982. Aunque también ha sido acompañada por una reducción de los otros componentes del IPC, cuya tasa anual se ha desacelerado del 14,5% al 12,7%, la indicada baja ha permitido que el índice general se redujera casi tres puntos desde el comienzo del año, hasta situarse en el 11,3%. Así el diferencial español de inflación se ha acortado, pese a que también ha descendido el de otros países, pues la tasa anual del conjunto de la OCDE fue del 8,2% en mayo.

Optimismo frustrado

A la vista de estos datos, en medios gubernamentales se extendió un gran optimismo hace varias semanas. De enero a junio, la inflación acumulada ha sido de 5,2 puntos, frente a los 7,8 del mismo período del año anterior. La reducción de 2,6 puntos era ya superior a los 2 propuestos, pese a que la fuerte apreciación del dólar respecto a la peseta ha añadido "un impacto inflacionista que puede cifrarse en más de tres puntos", según el informe oficial presentado al Consejo de Ministros.Aunque el citado informe oficial indicaba que "no se puede relajar el esfuerzo, pues si no se consolida la tendencia se correría el riesgo de poner en peligro el decisivo reequilibrio de la balanza de pagos", el ministro de Economía y Hacienda, Miguel Boyer, declaró desde su residencia veraniega que la inflación se podría reducir este año entre dos y tres puntos. Es decir, admitía la posibilidad de rebajarla al 11%, un punto menos del 12% esperado.

La mayor dureza de la política monetaria, impuesta también por necesidades de balanza de pagos, contribuiría a esta baja tendencial. Pero inmediatamente ha surgido la voz de alarma: en las primeras semanas de julio subían notablemente los precios testigo de las principales carnes (porcino, añojo, pollo y ovino), así como las de huevos y, especialmente, el maíz, de extraordinaria importancia en la alimentación animal y afectado por el alza del dólar, debido a la fuerte dependencia española (importaciones anuales por más de 100.000 millones de pesetas).

Ya para el índice de julio -1,3% el año pasado- se espera el impacto del alza de los precios testigos del añojo, porcino y huevos, explicado por una escasez de oferta combinada con la demanda adicional del turismo, que habrá persistido hasta finales de agosto.

Respecto al maíz, el impacto de la subida de precios, ascendentes durante el verano en la lonja de Barcelona, se concentrará previsiblemente a partir de septiembre, dados los retrasos del ciclo productivo. Este producto resulta de difícil sustitución para toda la ganadería intensiva. Por ello, los expertos consideran muy improbable que los precios de los productos ganaderos bajen una vez que la demanda no tenga el añadido del turismo.

Así las cosas, una vez que se conozca el IPC de julio podrán concretarse las medidas correctoras apuntadas. Una inflación anual no inferior al 12% este año, según algunos medios de la Administración, podría poner en peligro la credibilidad del 8% de objetivo fijado para 1984. Y para lograr cuatro puntos de baja serán fundamentales tanto la ayuda de los precios alimenticios como las expectativas de los agentes económicos a la vista de los resultados de 1983.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_