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Llamamiento del primado de Filipinas al establecimiento de la democracia en el entierro del líder Benigno Aquino

Tres millones de personas, según la policía, rindieron ayer un último homenaje a Benigno Aquino -el rival del presidente Ferdinand Marcos asesinado el domingo 21 de agosto sobre la pista del aeropuerto de Manila- en lo que se convirtió en la más gigantesca manifestación pacífica contra el régimen vivida en Filipinas. En el funeral por el ex senador, el primado de Filipinas, cardenal Jaime Sin, pidió la unión del pueblo y la Iglesia para obligar al Gobierno a "restablecer las libertades democráticas".

Millares de policías y soldados jalonaban los 40 kilómetros que separan la iglesia de Santo Domingo -donde se celebró el funeral por el líder de la oposición y desde donde salió el cortejo fúnebre- del cementerio de Manila. Una distancia en la que se apiñaban centenares de miles de filipinos, probablemente los tres millones de que habla la policía, para dar un último adiós a Aquino.En el funeral, el cardenal Sin, arzobispo de Manila, denunció "el clima de tiranía y opresión" que reina en el país e hizo un llamamiento a la unión del pueblo con la Iglesia para obligar a las autoridades a "restablecer las libertades". El filipino, dijo Sin, está reducido "a ser un exiliado en su propio país". El oficiante recordó al ex senador como un líder nacional que dio su vida por la libertad y quiso rescatar a su pueblo de "la tiranía y la opresión en que vive".

Durante la ceremonia, interrumpida frecuentemente por los aplausos y las canciones de los 5.000 asistentes, una de las hijas de Aquino, Cristina, de 12 años, despertó la emoción de los fieles cuando dijo: "Estoy convencida de que mi padre ha cumplido con su destino y que su muerte no ha sido en vano. Recemos por su eterno descanso y por todos los que sufren a causa de la pobreza y la injusticia".

A la ceremonia no acudió ningún representante oficial, pero sí 25 diplomáticos, entre ellos los embajadores de España y Estados Unidos, a pesar de las llamadas que se les hicieron desde el Ministerio de Asuntos Exteriores para disuadirles. El ministerio pretendía, según manifestaron varios diplomáticos, hacerles comprender que su presencia en los funerales podía causar problemas al Gobierno.

Un portavoz ministerial negó que se intentara convencer a los diplomáticos de que no debían acudir al funeral, pero no respondió cuando se le preguntó sobre las llamadas telefónicas.

El féretro de Aquino, cubierto con la bandera filipina y flores, fue depositado a la salida de la iglesia sobre una plataforma preparada sobre un camión mientras la multitud gritaba: "¡Ninoy!, ¡Ninoy!", el apelativo de Aquino. Subidos a los árboles y asomados a las ventanas, hombres, mujeres y niños agitaban banderas.

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"Marcos, mentiroso"

Al cortejo, constituido por más de un centenar de vehículos, se sumaron millares de personas que formaron una concentración de más de cinco kilómetros de larga. La ingente masa de filipinos cantaba eslóganes patrióticos, y eran perfectamente visibles pancartas contre el régimen y contra el presidente Marcos. "Marcos, mentiroso" y "Marcos, ahora estás solo" eran algunas de ellas.El ex presidente Diosdadao Macapagal, constantemente acosado por Marcos, decía, señalando a la multitud: "No he visto nada parecido en mi vida. Es evidente que el presidente Marcos tendría que retirarse, pero desgracidamanete no creo que lo haga. Pero cuando se ve esto, tras 20 años de plenos poderes, cómo no comprender".

Antes de llegar al cementerio estalló una violentísima tormenta tropical. Los rayos mataron a dos personas, según informó Radio Veritas, la emisora católica. En medio de un impresionante estallido de truenos comenzaron a voltear las campanas de las iglesias, y millares de personas con linternas y otros medios para alumbrar arrojaban monedas y confeti y soltaban palomas.

Entre los concurrentes se repartieron octavillas que llamaban a retirar el dinero de los bancos que pertenecen a los "viejos amigos de Marcos".

A la caída de la noche, 25.000 personas, según Radio Veritas, esperaban al cortejo junto al cementerio mientras sonaban los cláxones y se golpeaban rítmicamente bidones vacíos.

En Cebú, localidad del centro de Filipinas, durante una concentración organizada por la oposición para rezar por Aquino, más de 50.000 personas pidieron la dimisión de Marcos y de su Gobierno.

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