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La crisis israelí

Beguin aplazo ayer su dimisión, presionado por quienes le imploran que "no abandone un barco que se hunde"

El primer ministro israelí, Menájem Beguin, se concedió, ayer un nuevo plazo de 24 horas antes de decidir definitivamente si presenta o no su dimisión al presidente, Haim Nerzog. La impresión generalizada en Israel es que Beguin dimitirá irrevocablemente y que este nuevo lapso "no es para reflexionar sobre los argumentos que le han dado sus ministros", según dice un consejero próximo, "que él conoce mejor que nadie. Lo ha hecho por cortesía hacia sus compañeros, aliados y amigos, a cuyas súplicas no desea herir con un no". Un ministro le imploró que "no abandonara un barco que se hunde".

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En tanto se aclaran definitiva mente las cosas, lo que puede ocurrir muy bien hoy, permanecen abiertas varias posibilidades que Beguin retire su dimisión que dimita y que otro dirigente forme un nuevo Gobierno; que una personalidad laborista sea encargada de constituir un Gabinete; que un Gobierno de transición siga hasta la celebración de elecciones anticipadas (se habla de noviembre), o que se vaya a un Gobierno de unión nacional.Mientras, comienzan a conocerse las razones que han empujado a Beguin a anunciar su di misión. Se sabía de su fatiga, de la depresión que le provocó el fallecimiento de su esposa, de que estaba minado por la enfermedad, de su descorazonamiento por la guerra de Líbano y por la desastrosa situación económica

Lo que no se sabía es hasta qué punto el propio Beguin era consciente de que ha llegado al final del camino. Al recibir ayer a un primer grupo de ministros del Likud, Beguin no pudo ser más explícito sobre las razones de su dimisión: "No me siento en condiciones de llevar las responsabilidades de mi cargo como me gustaría asumirlas, como debieran ser asumidas".

Es la frase más larga que ha pronunciado el primer ministro durante las últimas 48 horas Durante toda la jornada de ayer se limitó a escuchar atentamente, cortésmente, las peticiones de cada delegación u hombre político que le rogaba que pemaneciera en su puesto. El rostro inmóvil, sereno, pero sin decir palabra.

Ya el mes pasado Beguin rechazó, por primera vez en su carrera, la invitación de viajar a Washington por "razones personales". Un ministro habló entonces a un periodista "del extremo cansancio del primer ministro", de "su mirada ausente" durante más de una reunión del Consejo de Ministros. "Beguin parece haber perdido el interés y no interviene en las deliberaciones del Gobierno", decía el ministro. Entonces se avanzó por primera vez en la Prensa israelí la posibilidad de una dimisión del primer ministro.

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El primer ministro dice hoy que está cansado y quiere marcharse. Hay que. preguntarse, pues, el porqué de la insistencia de sus ministros en que continúe. Puede ser servilismo o temor a que el líder supremo les ponga a prueba para ver sus reacciones cuando se le cree en dificultades. Algunos diputados y ministros del Likud, que saben a qué artimañas puede recurrir Beguin para desvelar una falta de lealtad, acaso jueguen a una adulación sin límites, pero la mayoría permanecen mudos por temor al futuro político, al del Gobierno, al del país y, sobre todo por su propio futuro sin Beguin.

"No puedes abandonar un barco que se hunde", le dijo ayer, brutalmente, un ministro. Un diputado del Likud insistió: "Señor primer ministro, usted es, ante todo, el presidente del Likud y la mayoría del partido rechaza su dimisión. No puede ignorar la voluntad de la mayoría" Respuesta de Beguin: "Te equivocas, sí puedo".

"Beguin continúa siendo el gran actor que siempre ha sido. Sabe mantener el suspense como nadie.. Ser o no ser... primer ministro".

Este chiste, un poco feroz, de un dirigente laborista no parece corresponderse ahora con la realidad. Menájem Beguin está demasiado fatigado y abatido, física y moralmente, para dar un espectáculo.

En el Likud, mientras las delegaciones peregrinaban hasta el domicilio del primer ministro, se llevaron a cabo enfebrecidas consultas durante toda la jornada con el único objetivo de encontrar un sucesor, hallar al futuro jefe del partido y, llegado el caso, el primer ministro nombrado.

Los rumores dicen que la elección definitiva recaerá sobre Isaac Shamir, ministro de Asuntos Exteriores, que parece contar con las preferencias del propio Beguin, aunque David Levy, el viceprimer ministro, de origen marroquí (Shamir es polaco, como Beguin), es más popular en la fracción parlamentaria del partido. Un primer sondeo le concedía 13 votos, por seis a Shamir, y cinco dudosos.

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