Londres intenta recuperar a sus amigos de Latinoamenca
Complemento del esfuerzo militar, que ha transformado las Malvinas en una plaza bélica de respetable envergadura para las dimensiones latinoamericanas es el esfuerzo diplomático del Reino Unido. El jefe del departamento de América Latina en el Foreign Office, Adrian Sindall, explica que no se puede hablar de una voz común latinoamericana. Lo que hay, dice, son países específicos.Apoyándose en esa idea, la falta de unidad latinoamericana sobre el problema de las Malvinas, el Foreign Office desarrolla una tarea, prioritaria en estos momentos: reforzar lazos con los pocos aliados de que puede, disponer en la región, como Chile, y buscar otros nuevos que puedan incluso adoptar una actitud neutral entre argentinos y británicos.Aparte de eso, Londres desea que se puedan abrir perspectivas de normalizar sus relaciones comerciales y diplomáticas con Argentina. Sindall se queja de que los argentinos no quieren hacerlo y de que ni siquiera hayan declarado formalmente el cese de hostilidades. En medios militares británicos, la declaración formal del fin de hostilidades entre ambos dos países sería muy bien recibida, ya que relajaría el clima militar en las islas y proporcionaría condiciones para reducir el costo del de mantener tales fuerzas en el archipiélago.El jefe del departamento británico para América del Sur pregunta sorprendido por qué los argentinos no, quisieron negociar la agresión y ahora quieren negociar la soberanía.
El diplomático del Reino Unido explica que el eje básico del análisis británico sobre el conflicto es que fue una guerra con Argentina, y no con América Latina. Molesta mucho en Londres que Argentina quiera transformar las Malvinas en un problema continental, dice Sindall, para quien eso crea más problemas y retrasa una solución.
El problema de las Malvinas se internacionalizó cuando Estados Unidos facilitó todo el apoyo logístico que necesitaban los británicos para superar los 13.000 kilómetros que les separan de las Malvinas, y la Unión Soviética apoyó políticamente a los argentinos. Esos dos puntos, muy claros hoy, hacen que el ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido, sir Geoffrey Howe, reconozca que el conflicto "podría haber sido evitado. Cuando Argentina invadió las islas, nosotros estábamos, es la verdad, preparándonos para la búsqueda de un acuerdo pacífico".Alianza del Sur
La preocupación por la URSS y sus posibles intenciones hacia Argentina o las Malvinas es obsesiva entre los británicos, principalmente los militares que sirven en la OTAN. Algunos desean abiertamente un pacto de defensa occidental en el Atlántico sur.El capitán Robert McQueen, comandante de la fragata Broadsword, afirma que la OTAN no tiene planes militares en el Atlántico sur. Sin embargo, en Port Stanley se recogen sin dificultad opiniones de civiles y militares acerca de que la futura utilización de las Malvinas va a depender mucho de los planes y de los acuerdos que se firmen entre los países presentes en la Antártida. Los británicos fueron a las Malvinas para quedarse y los militares argentinos consiguieron provocar la militarización y nuclearización del Atlántico sur. En 1991 concluye el actual Tratado de la Antártida. La presencia militar del Reino Unido en las Malvinas, donde dispone de una gran base militar y de comunicaciones, ejercerá un papel muy destacado.
Ese deseo de una Alianza Atlántica del sur, que teóricamente no está en las mesas de la OTAN, encuentra un fuerte apoyo en Chile y África del Sur, La Marina argentina, vieja adepta -de ese pacto, está alibra lejos de participar en él.
Los chilenos reciben hoy de los británicos, como pago por sus servicios durante la guerra, entrenamiento y palabras calurosas. En Brize Norton, por ejemplo, es normal encontrarse grupos de oficiales chilenos entrenándose en las instalaciones militares británicas, principalmente de la fuerza aérea de la Marina. Los planes de cooperación militar entre los dos países son hoy un hecho.
En cuanto a África del Sur, su Gobierno puso a disposición de Londres todo tipode instalaciones que necesitaran en su camino hacia las Malvinas. El Reino Unido rehusó no porque no las necesitara, sino porque representaría un coste político internacional muy alto. De cualquier forma, se hicieron estudios sobre la posibilidad de que ese país fuera un punto de apoyo logístico para la máquina de guerra británica en las islas Malvinas.
El mando británico,creyó en determinado momento, debido a las dificultades económicas por que atraviesan Brasil y Chile, que estos dos países cederían sus instalaciones para el aterrizaje de sus aviones. En Brasil, donde la discusión dividió a militares y diplomáticos, venció la tesis diplomátíca de no permitir los aterrizajes.
Londres entendió la decisión, que no por ello fue menos decepcionante. Si hubiera conseguido ese apoyo de Brasil, el tablero diplomático que mantiene en América Latina hubiera sufrido un importante cambio, dado que las buenas, relaciones entre Brasil y Argentina son consideradas poco convenientes para ]los proyectos británicos en las Malvinas.El General Belgrano'
En los próximos cinco años -y eso lo dice el Foreign, Office, el Ministerio de Defensa y, principalmente, Margaret Thatcher-, los argentinos pueden abandonar toda esperanza de que haya una discusión sobre las Malvinas. Hoy se conoce, con detalles, la histórica decisión de Margaret Thatcher de hundir el crucero General Belgrado, para evitar que las tropas enviadas al Atlántico austral pudieran regresar al Reino Unido. El hundimiento del General Belgrano, en los momentos más difíciles y decisivos, provocó un ataque de cólera en el general Leopoldo Galtieri, quien manifestó al presidente peruano, Fernando Belaúnde Terry, que lo que los británicos querían era la guerra.
Lord Thomas, más conocido como el historiador Hugh Thomas, estableció una línea diplomática secreta con el Gobierno de Perú, por la que llegaron hasta al 10 de Downing Street las condiciones para que los argentinos se retiraran de las islas y los británicos detuvieran su avance.El ex primer ministro peruano, Manuel Ulloa, confirmó que sólo se esperaba la respuesta de Londres, más exactamente de Thatcher, para que se hiciera el anuncio oficial de las negociaciones de paz. Posiblemente la ONU se encargaría de la administración del territorio por dos años y los argentinos se retirarían.La gran pregunta, que ahora no tiene contestación por parte del Reino Unido, es cuándo llegarán los norteamericanos. Se considera inevitable que Washington utilice en un futuro próximo, como ya hace con la isla de Ascensión, las Malvinas como base operacional de su sistema de defensa occidental. Hay una reiteración enfermiza de los británicos en explicar que la presencia de sus soldados en el archipiélago no sufrirá cambios. "Aquí sólo habrá fuerzas británicas", repiten constantemente.Un nuevo Hong Kong
Si los generales y almirantes argentinos perdieron la guerra, los británicos empiezan ahora a preguntarse, pasada la euforia de la victoria, cuánto les están costando las islas y por cuánto tiempo Londres puede mantener una gran presencia militar en las Malvinas. Hay más de 3,3 millones de parados en el Reino Unido y la recesión económica es muy fuerte.
Una secreta ambición británica, comentada todavía de una manera muy tímida y sobre la que no existen datos concretos, es el de transformar las Malvinas en una nueva Hong Kong. Una vez que concluya el arrendamiento de Hong Kong, se ofrecerían ventajas a grandes empresas para hacer un puente comercial entre América Latina, África y la Antártida, a partir de las Malvinas. Los británicos tendrán que retirarse en 1997 de ese territorio chino, a pesar de que mantienen la esperanza de lograr un arreglo político y comercial con Pekín.
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