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Los bares de Malasaña aceptan las condiciones municipales para evitar molestias al vecindario

Los bares y tabernas del barrio de Malasaña, en el centro de Madrid, cumplirán la ordenanza reguladora de ruidos y adecuarán el volumen de la música a las leyes vigentes basadas en una ordenanza de 1969, según manifestaron ayer miembros de la Asociación de Comerciantes de Hostelería de la zona, que agrupa a unos 70 establecimientos, en el curso de una reunión en la Junta Muncipal de Distrito Centro a la que asistieron el concejal Benito Martín y el director de Sonido y Medio Ambiente del ayuntamiento, Lucio Pita.Los comerciantes de hostelería del barrio de Malasaña acordaron realizar modificaciones en los pubs de su propiedad, durante el mes de septiembre, para que el volumen de ruidos no supere en el exterior los 45 decibellos, así como acondicionar acústicamente los locales para que la trasmisión de ruido a la vivienda más próxima o más afectada en cada caso no supere los 30 decibelios. Una vez efectuadas las reformas, los propietarios de los bares deberán remitir a la junta de distrito la notificación de lo realizado para que posteriormente técnicos del departamento de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid comprueben y verifiquen que los locales cumplen con las ordenanzas. Aquellos establecimientos que no cumplan las ordenanzas serán clausurados temporalmente hasta que se realicen los cambios, al incurrir en una falta grave que implica la suspensión de la actividad.

"Negocio lícito"

La realización de estas medidas, consideradas fundamentales por Lucio Pita, acabará de una vez por todas con las denuncias y quejas de numerosos vecinos contra las tabernas de la zona, que ha motivado una denuncia general contra la actividad de hostelería en todo Malasaña. "Una vez realizadas ,todas las refórmas", dijo, "no tendrán lógica las denuncias de los vecinos, puesto que estos establecimientos realizan un negocio lícito, que tienen que defender sin provocar por ello molestias a nadie". En el curso de la reunión, Pita recordó que una situación parecida a la que hoy se vive en el barrio de Malasaña, de gran perturbación ambiental, se produjo en el centro comercial Argüelles hace unos años. Los propietarios de establecimientos respondieron que en Argüelles se han acabado los ruidos y las protestas, pero también se ha eliminado casi en su totalidad la actividad de la zona. "Este puede ser el principio del fin de Malasaña", aseguró uno de los miembros de la asociación.Entre las reformas que en 32 locales tienen que llevarse a cabo destaca la instalación dle vestíbulos acústicos que amortigüen la trasmisión de ruidos al exterior. Benito Martín aseguró ayer que se estudiarían determinados casos en los que esta medida no pueda llevarse a efecto, bien por falta de espacio o porque hay locales sin ventilación artificial que necesitan para su aireación natural una salida a la calle.

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