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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Aniversario en Polonia

EL COMITÉ de coordinación de Solidaridad, que actúa clandestinamente, ha llamado a los polacos a realizar acciones para conmemorar el tercer aniversario de los Acuerdos de Gdansk. Éstos fueron firmados el 31 de agosto de 1980, después de más de un mes de grandes huelgas y movilizaciones, y como conclusión de unas negociaciones que el Gobierno se vio obligado a aceptar con los representantes de los huelguistas.Independientemente de las condiciones en que ahora se presenta su conmemoración, no cabe duda que los Acuerdos de Gdansk representan un momento histórico en la evolución de posguerra en la Europa del Este. Era la primera vez que un movimiento surgido de las fábricas, de la calle, de la masa obrera, lograba cambiar normas y principios básicos del denominado socialismo real, del modelo rígido que la Unión Soviética ha impuesto en los países sometidos a su influencia. Dichos Acuerdos especificaban la legalidad del sindicato Solidaridad, el derecho de huelga, la libertad de expresión e información... En un plazo muy breve, unos 10 millones de trabajadores se adhirieron al nuevo sindicato (porcentaje de sindicación superior al de cualquier otro país) y se inició un proceso democratizador, con la presencia de nuevos sujetos que rompían el monolitismo del sistema.

Éste no podía encajar tales cambios, y sobretodo porque la URSS exigía y presionaba para que se pusiese fin a una experiencia estimulante para los trabajadores de otros países. Nunca ha estallado con tanta claridad como en Polonia la contradicción entre unos regímenes que se autodefinen como obreros y socialistas y que necesitan recurrir a la represión cuando los obreros empiezan a ser libres, a organizarse y expresar sus deseos.

En Varsovia, la respuesta no la dieron los tanques soviéticos, como en Praga, sino el golpe militar del general Jaruzelski; el Ejército polaco tomó las principales palancas del poder, marginando incluso a un partido comunista carente de fuerza real, reducido a estructura burocrática. Tal operación se apoyaba principalmente sobre dos argumentos: era la única forma de evitar la intervención soviética; era necesario restablecer el orden y la disciplina ante una gravísima situación económica. Sería erróneo creer que no han tenido efecto, sobre todo el primero de ellos. A la vez, el encarcelamiento de los dirigentes de Solidaridad agravó las dificultades a las que ésta tuvo que hacer frente. Otro factor importante es que en la actitud de la Iglesia polaca, y ello fue confirmado con el viaje del Papa, al lado de críticas por falta de libertad, el mensaje de fondo es que Jaruzelski representa la menos mala de las soluciones posibles hoy.

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Sin embargo, lo cierto es que el régimen de Jaruzelski sólo logra mantenerse en el poder negando a los ciudadanos las libertades más esenciales. Es cierto que, después de muchas presiones, el estado de guerra ha sido levantado. Pero la medida ha sido más bien formal; nuevas disposiciones legislativas han establecido restricciones parecidas a las que regían anteriormente. Los nuevos sindicatos que se ha pretendido crear desde el poder para sustituir a Solidaridad son un vacío total. De hecho no existe ninguna mediación entre el poder y una sociedad civil que no está dispuesta a renunciar a los avances logrados en los años 80 y 81.Por su parte, Solidaridad, en la clandestinidad, después de intentos fracasados de choque frontal, está aplcando una táctica más flexible, más gradual. Sus consignas para la conmemoración son paros parciales y, el 31 de agosto, boicoteo a los transportes públicos y a la Prensa. Y por primera vez desde que ha salido de su encarcelamiento, Walesa ha apoyado con declaraciones llamamientos lanzados desde la clandestinidad. Los objetivos del sindicato nacido a consecuencia de los Acuerdos de Gdansk son claros: no se trata ni de derribar al Gobierno ni de cambiar la colocación internacional de Polonia; el objetivo es obligar al Gobierno a negociar la aplicación de los Acuerdos firmados hace tres años. Estos objetivos encuentran sin ninguna duda en la opinión obrera y democrática internacional gran simpatía. Es cierto que Polonia ha dado lugar a extraños amores por la democracia por parte de quienes justifican el aplastamiento de la libertad cuando es obra de los militares turcos o de las dictaduras latinoamericanas. Pero recíprocamente, escasa fuerza moral puede tener para defender otras causas justas quien regatee su apoyo a la causa de la democracia en Polonia.

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