Fin provisional para 14 años de difíciles reclamaciones pesqueras
Hasta enero de 1969 las aguas del litoral marroquí y de las posesiones del entonces Sahara español estuvieron abiertas y sin limitaciones a las embarcaciones del sur de la Península y del archipiélago canario. A finales de los sesenta, Marruecos declaró zona económica exclusiva las 200 millas, y los sucesivos Gobiernos españoles tuvieron que empezar a negociar la presencia de sus pesqueros en los ricos caladeros del país vecino.El primer acuerdo de 1969 fue más un cubrir el expediente que un intento serio, sobre todo por parte de España, que nunca escuchó con mucha atención las peticiones marroquíes de una cooperación a gran escala, en la que se les ayudara a construir un sector y una infraestructura pesquera de la que carecían. Este proceso aún no ha finalizado, aunque cada año las exigencias de contrapartidas por parte de Rabat han crecido, como lo prueban las dificultades que los, últimos negociadores españoles han encontrado para culminar la empresa: un primer acuerdo por cuatro años.
En enero de 1972 se Firmó un segundo convenio, que: repetía las condiciones del de tres años antes. Este acuerdo estuvo vigente hasta mediados de 11976. En 1975 se firma el Acuerdo de Madrid, por el que España entrega la administración de su colonia a Marruecos y Mauritania, y, al parecer, quedó a salvo la posibilidad española de faenar en esas aguas.
El 17 de febrero de 1977 se firmó un nuevo acuerdo pesquero, que con prórrogas y algunos protocolos sobre licencias (diciembre de 1979, octubre de 1980) ha seguido vigente hasta agosto de 1983, en que se inició a fondo la nueva negociación que culminará hoy con la firma de Morán y Bucetta. El acuerdo anterior nunca fue ratificado por el Parlamento marroquí, y en la España democrática recibió las más duras críticas de la entonces oposición socialista.
Después de 14 años de abusos por ambas partes -violación de límites jurisdiccionales y esquilmación de reservas marinas con mallas inadecuadas por el lado español, y detenciones y apresamientos a veces injustificados y con ánimo de lucro por el lado marroquí-, parece que se empieza a encauzar una Cooperación más de acuerdo a dierecho y como correspondp a dos estados soberanos y respetuosos con las normas internacionales. Al mismo tiempo, el problerna surgido por la introducción marroquí de las zonas o ventanas de seguridad ha puesto en evidencia la necesidad que tiene gran parte de la flota española de pasar dela era artesanal, en la que ha vivido hasta ahora, a una auténtica reconversión y modernización del sector.
Por fin, desde que se iniciaron estas negociaciones en el mes de febrero, se llega a un acuerdo para cuatro años, aunque con evidentes contraprestaciones para España, ya que supondrá una reducción del esfuerzo pesquero de un 40%, un aumento de los cánones del 70% y unas contrapartidas financieras cercanas a los 80.000 millones de pesetas.
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