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La Generalitat y el Gobierno central

El conseller de Industria de la Generalitat ha dado un toque de alarma, ante el cual el Gobierno central no puede quedar insensible. Aunque parezca paradójico, resulta que Cataluña no ha sido consultada a la hora de planificar la reconversión industrial. "El pretender realizar la reconversión", ha dicho el señor Vilens Oller, "sin la participación de la Generalitat no sólo es inaceptable políticamente, sino una verdadera aberración técnica". Conviene hacer constar que al señor Oller se le conoce como hombre muy ponderado, y ecuánime. Y además, experto en la materia, pues no en vano ha estado vinculado, de forma muy determinante, al Círculo de Economía, a las Cámaras y al Fomento del Trabajo. Cuando eleva su protesta lo hace con argumentos de peso que la justifican, como son los del paro industrial y que, como economista de similares características y origen, conocen también muy de cerca los actuales ministros catalanes del Gobierno González.Ahora bien, el conseller de Industria no se limita a denunciar un fallo poco menos que escandaloso; también apunta cuál es el deber de Cataluña ante el problema de la modernización. No puede ser otro que el de aceptar el reto de mantenerse en vanguardia de la economía española y pensar en una reconversión en función precisamente de esa misma economía, en la que le corresponde el papel de locomotora.

Coincide esta oportuna llamada, hecha desde el sector industrial, con unas explícitas declaraciones del presidente Pujol ante las cámaras de la televisión catalana. En ellas ha reivindicado también al vigente predominio de la economía catalana, tanto por su fuerza de trabajo como por la dinámica que, a pesar de la crisis, sigue caracterizando a la mayoría de medianas y pequeñas empresas que forman el entramado de nuestro todavía importante activo industrial.

En su interesante intervención, el presidente de la Generalitat ha hecho principalmente acreedora de la reacción que en la dura lucha contra la crisis se está advirtiendo en el campo económico a la propia sociedad catalana que, volviendo por sus fueros, está mostrándose más agresiva y más decidida a no dejarse vencer por las dificultades.

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No niega, ni mucho menos, el señor Pujol que estemos viviendo días de inquietud y de precariedad, sobre todo en la esfera empresarial y del trabajo en general. Pero detecta síntomas de recuperación, señalando como factor positivo las realizaciones llevadas a cabo por la Generalitat, que en distintas actividades de enseñanza, obras públicas, instalaciones deportivas y obras culturales, y en el mismo terreno de incentivos a la industria, suponen una estimulante participación en la vida ciudadana.

La labor del Gobierno autónomo no es, sin embargo, suficiente. Lo reconoce el presidente, empezando por el hecho de que sus facultades son todavía limitadas y porque también, constitucionalmente, hay prerrogativas que son exclusiva del Gobierno central, al que corresponde en este caso la responsabilidad. De ahí que, como muy bien dice, sea obligación de la Generalitat entenderse con el Gobierno de Madrid y mantener el diálogo permanente para encontrar vías de entendimiento que superen los desacuerdos.

10 de agosto

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