La pintura española de los ochenta protagoniza la VII Bienal de Arte de Pontevedra
Una panorámica de la pintura española de los ochenta, estructurada en 12 núcleos geográficos, con antologías especiales de los pintores Gordiflo y Orcajo; una muestra monográfica de Manolo Millares, y una exposición de maff art (arte postal) constituyen las secciones más atractivas de la VII Bienal de Arte de Pontevedra, que, bajo patrocinio de la Diputación Provincial, acaba de ser inaugurada en esta ciudad.
El certamen se completa con apartados dedicados a los jóvenes valores de la provincia y al escultor pontevedrés José María Acuña, y estará abierto hasta el 15 de septiembre. La Bienal de Arte de Pontevedra tiene, en esta séptima edición, carácter nacional. Es la única muestra española que sigue realizándose todos los años, pese a figurar con el epígrafe de bienal. Para ello alterna cada edición alcances y contenidos nacionales e internacionales.Sea como fuera, en esta ocasión el equipo técnico de la bienal se ha propuesto, con un presupuesto de 10 millones de pesetas -cuatro menos que el año pasado-, "presentar en Galicia lo que habitualmente sólo puede ser visto en Madrid o en otras grandes ciudades con el suficiente potencial artístico o de mercado".
En este sentido, y siguiendo de forma coherente la muestra de pintura española de posguerra ofrecida en la edición anterior, ahora la VII Bienal de Pontevedra presenta una panorámica de los años, ochenta a través de la cual los organizadores han dado cancha a las jóvenes generaciones de artistas nacidos después de la conflagración bélica española.
Gordillo, Orcajo y Millares
Estructurada en 12 núcleos geográficos -Andalucía, Aragón, Canarias, Cantabria, Cataluña, Madrid-Centro, Extremadura, Galicia, León, La Mancha, Valencia y País Vasco-, la muestra. ofrece obras de 65 artistas que, en líneas generales, dan idea del tipo de pintura que se está realizando hoy en España. Precisamente este tema, el de la pintura de las nacionalidades, suscitaría un apasionado debate en una de las mesas redondas organizadas con ocasión de la bienal.
Como nexo de unión entre generaciones, hay dos antologías de Gordillo y Orcajo con las que, de alguna forma, se rinde homenaje a la influencia y trascendencia que ambos pintores han ejercido en la joven pintura española. Luis Gordillo presenta 10 obras de los últimos 20 años, la mayoría de ellas acrílicas, y entre las que destaca, por su actualidad, un tríptico sobre blanco, con el título S/T, realizado hace pocos meses.
De Ángel Orcajo pueden ser vistas 16 pinturas sobre tela y madera, del período 1960-1982, en las que se aprecia, de forma coherente, la evolución de este pintor en sus modos de expresión de sociedades galácticas y realidades postecnológicas.
Arte postal
La monográfica de Manolo Millares es, según el equipo organizador, suficiente por sí sola para justificar una bienal. Del pintor canario se muestran 28 obras de sus últimos 15 años de vida, ocho de los cuales son dibujos, y el resto, elucubraciones y propuestas matéricas por las que hoy Manolo Millares es internacionalmente conocido.
La muestra de Millares ha sido montada con fondos de la familia y gracias a la colaboración especial de su viuda, Elvireta Escobio.
A través de invitaciones cursadas previamente a varios centenares de artistas españoles y extranjeros para que remitieran objetos postales, la Bienal de Pontevedra cuenta en esta edición con una sección de mail art (arte postal), verdadera novedad para el público gallego.
La respuesta ha sido exhaustiva. Las previsiones de los organizadores -libros, poemas, sobres-objeto, diapositivas, textos manuscritos, casetes- han sido desbordadas totalmente. Aparecen, procedentes de los más escondidos rincones del globo, antípodas incluidas, los más rebuscados objetos artísticos, desde una matrícula de coche polaca hasta una camiseta japonesa estampada, todos ellos, naturalmente, con el imprescindible toque personal de su autor.
El arte postal no pretende otra cosa que desacralizar el objeto artístico, algo iniciado hace ya 70 años por los dadaístas, y que bien puede servir en la Galicia de hoy para que el aficionado de estas latitudes medite, tras visionar las otras secciones de la bienal, sobre el futuro del arte. De momento, la sección de mail art lo que sí ha despertado es una curiosidad generalizada.
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