La arruga es bella
Ponte ese traje de lino tan de moda, abróchate la chaqueta cruzada bogartiana, pavonéate deslumbrante en algodón y telas nobles sin saber que tu coqueteo cuesta sangre. No quisiera pasarme de desagradable y fastidiosa, pero es que resulta que es así. Ya se sabe que el mundo es un maldito juego de ajedrez y que cada pieza depende de la posición y el movimiento del conjunto.Y el hecho es que cada vez hay más depauperación, más desnutrición y más miseria. Lo ha dicho la OMS, la FAO. Sobre la tierra malviven 500 millones de personas crónicamente subalimentadas. 'Sólo en 1979 murieron de inanición 50 millones. Estamos tan acostumbrados a distanciar y enfriar el horror por medio de estadísticas que me siento tentada a repetirlo: son 50 millones de cadáveres, una colosal legión de hombres, de niños, de mujeres, con las barrigas bamboleantes y la felicidad reducida a un plato de arroz. Calambres en el estómago, pústulas de avitaminosis y una larga agonía. Es una. muerte lenta e ignominiosa, la del hambre.
Lo ha dicho la FAQ, la OMS: en la última década ha disminuido la producción alimentaria de 52 países en vías de desarrollo, con el consiguiente aumento de la hambruna. Los cultivos de productos básicos han sido sustituidos por cultivos para la exportación: en vez de maíz o de patatas ahora producen tabaco o algodón. Occidente necesita más marcas de cigarrillos, Occidente se ha aburrido del tergal y quiere algodón puro, arrugas bellas, distinción en la caída de las telas. Occidente, en fin, utiliza los campos del tercer mundo para plantar en ellos lo que le viene en gana, y los países pobres son cada vez más pobres, más dependientes, más hambrientos. Ésta no es la única causa de la progresiva miseria, pero es una causa espeluznante. '
Lo in, ahora, es la moda natural, lo primitivo. La publicidad no engaña al decir eso, porque primitivo es este abuso, este lujo que come carne humana. Abrochémonos las chaquetas sobre nuestras panzas satisfechas: conviene que el gesto sea rápido, Para no escuchar el entrechocar de huesos de unos cuantos millones de famélicos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.