Las relaciones entre España y Guinea Ecuatorial se encuentran paralizadas y al borde de la ruptura total
La negativa de los responsables de Hacienda y Comercio a autorizar la libranza de las partidas presupuestarlas con destino a la cooperación con Guinea Ecuatorial -hasta que este país acepte renegociar con garantías de pago su deuda exterior con España- y la ausencia de iniciativas en Presidencia y Exteriores para evitar que la crisis creada por el asunto Micó termine con el fusilamiento del sargento, condenado a muerte por intento de asesinato y derrocamiento del presidente Obiang en mayo, mantiene paralizadas y en grave riesgo de una ruptura total las relaciones entre Malabo y Madrid.
En medios diplomáticos españoles se teme de un momento a otro la ejecución de la sentencia de muerte recaída contra Venancio Micó, lo que colocaría al ministro Fernando Morán en una dificil posición, al haber sido el responsable de su entrega a las autoridades ecuatoguineanas, a cambio de unas supuestas garantías de que su vida sería respetada. No obstante, las órdenes cursadas a los funcionarios que llevan el tema de las relaciones con Guinea son las de esperar hasta finales de mes sin hacer nada.La Oficina de Cooperación con Guinea del Ministerio de Asuntos Exteriores -que dirige Ramón Peydró, responsable, por su inexperiencia en el tema guineano, de las órdenes a la Embajada en Malabo para que dieran asilo al sargento Micó ha sido trasladada fisicamente de edificio desde el palacio de Santa Cruz a las dependencias del ministerio en la calle Oquendo, lo que se interpreta como un síntoma del creciente desinterés por el tema en medios gubernamentales. Otra señal en este sentido es el hecho de que no haya sido atendida la petición urgente de Teodoro Obiang de venir a España para entrevistarse con Felipe González y el Rey.
Regreso de los cooperantes
Por otra parte, desde el regreso a Malabo, el pasado 7 de julio, del ministro guineano de Asuntos Exteriores, Marcelino Nguema, y de la delegación guineana que intentó en Madrid, sin éxito, resolver el contencioso bilateral, la mayoría de los 300 cooperantes españoles han vuelto a España, en teoría de vacaciones, sin fecha de regreso concreta; los que permanencen, sobre todo en los programas de sanidad y educación, tienen paralizadas sus actividades por falta de presupuesto. De momento, las autoridades de Malabo no han vuelto a insistir en la retirada del contingente de Policía Nacional (unos 45 hombres) y de los dos Aviocar destinados en Guinea.
El último incidente con súbditos españoles se produjo la pasada semana, (ver EL PAÍS del 24 de julio) cuando dos pescadores fueron agredidos y posteriormente apaleados en una comisaría de Luba, población situada a 45 kilómetros de Malabo. El ministerio de Asuntos Exteriores español ordenó a la embajada en Guinea cursar una enérgica protesta por los hechos.
En círculos de la Administración española familizarizados con el tema guineano y a través algunos de los cooperantes que han regresado se critica la falta de iniciativas del Gobierno, sobre todo para ayudar a Obiang -que se encuentra muy presionado por el sector más antiespañol y duro de entre sus ministros y de su clan- a encontrar una salida honrosa en el tema del sargento Micó.
El punto muerto continúa también por el lado económico de las relaciones. El Gobierno guineano se niega a aceptar las condiciones de la Hacienda española para que su deuda de 6.500 millones de pesetas sea renegociada en el marco del llamado club de París o supervisada por el Fondo Monetario Internacional y exige que España empiece inmediatamente a entregar el dinero presupuestado de ayuda para 1983, que asciende a 1.615.771.350 pesetas.
El secretario de Estado para el Comercio, Luis Velasco, y el ministro Boyer no están dispuestos a que se mantenga la situación de años anteriores, donde la falta de programas de cooperación y de control del dinero español (sólo un 25% de los 1.615 millones de pesetas se dedica al mantenimiento de la cooperación) que pasa a manos de la Administración guineana sólo está produciendo el enriquecimiento, personal de los ministros de Obiang.
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