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Desesperanza vasca

La cuestión vasca ha conocido en las últimas horas un nuevo incremento de conflictividad en su ya densa maraña de dificultades e incomprensiones. En la Moncloa, los presidentes de los Gobiernos central y vasco certificaron la existencia de grandes diferencias en la apreciación de los distintos contenciosos que enfrentan a Madrid y Vitoria.( ... ) Son éstas cuestiones concretas, de gran incidencia económica o, como las de carácter educativo, de fuerte significación ideológica para un partido como el que gobierna en el País Vasco. Pero por encima de ellas planean otras cuestiones de raíz eminentemente política, referidas a la necesidad que tiene el PNV de mantener una imagen de enfrentamiento más o menos nítido con el Gobierno central para no perder zonas de electorado a manos de las opciones del nacionalismo más radical. Cuando la cita electoral en el País Vasco se aproxima, el Partido Nacionalista Vasco extrema el alcance de sus diferencias con Madrid y pone en primer plano todos aquellos gestos y actuaciones que puedan indicar falta de sensibilidad, incomprensión o cicatería de parte del Gobierno central y sus funcionarios.

Cuando hechos tan desafortunados como los producidos en los últimos días en Rentería vienen a enturbiar aún más el panorama, no se está haciendo otra cosa que proporcionar argumentos, demagógicos si se quiere, pero eficaces a la postre, a los partidarios de la violencia y de las alternativas anticonstitucionales. Los errores de cálculo de unos y la provocación constante de otros parecen empeñados en convertir a la villa guipuzcoana en una especie de ciudad mártir, triste paradigma del desquiciamiento y monumento vivo del odio y de la desesperanza.

24 de julio.

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