Las ambiciones de un 'ballet' español y las aclamaciones a Los Virtuosos de Moscú en Granada
Por el teatro abierto del Generalife pasaron cuantos han sido y son en la historia de nuestro ballet. No en vano la danza española constituye un capítulo importante en el conjunto del festival granadino. Este año ocupa por dos noches el teatro del Generalife -abierto a la noche granadina y custodiado por cipreses Juanrramonianos- el Grupo Independiente de Artistas de la Danza de Madrid, que dirige el coreógrafo José Granero y el bailarín José Antonio.Se trata casi de un ballet español de cámara por el número de componentes, pero de un gran ballet por la ambición coreográfica y estética de todos y cada uno de los montajes. Bajo el título de Impresiones se rinde homenaje al gran hispanista que fue Mauricio Ravel a través de la Rapsodia, La alborada del gracioso y el Bolero, en los que el "mágico prodigoso", como Falla denominaba al composito francés, descubre y universaliza una España más verídica que auténtica.
José Granero ha seguido al pie de la letra y del espíritu la versión española de Ravel, tanto en la organización coreográfica cuanto en los diseños de los trajes.
José Antonio danzó con ágil brillantez La alborada, siguiendo una línea elegante y plena de señorío; todo el conjunto lució gran disciplina que la flexibilidad torna expresiva. En las Variaciones flamencas recoge el ballet madrileño un grupo de cantes, bailes y toques flamencos y jondos bien articulados y contrastados en el quehacer de El Güito, Nana Lorca, María Alarcón, Elvira Andrés, Luisa Aranda, Azucena Flores, Cristina Gombau, José Antonio, Carlos Benavides, Lario Díaz y Enrique Frías, con los guitarristas Escudero, De Diego y El Habichuela y el cantaor José Merce. Emilio de Diego, en lo musical, y José Antonio en lo coreográfico, han creado el ballet Desenlace, que partiendo de raíces populares andaluzas se ar ticula en conjuntos y solos de gran fuerza dramática sin apartarse de una línea estilizada.
Se despidieron entre aclamaciones Los Virtuosos de Moscú, que dirige VIadimir Stivakov, con un programa íntegramente dedicado a Juan Sebastián Bach. Sin chovinismo, e incluso recogiendo testimonios extranjeros, hay que suscribir que la mejor contribución fue la de la pianista española Cristina Bruno, por concepto, por estilo y por visión actual de la herencia bachiana. Sus colaboradores, excelentes instrumentistas, hicieron un Bach pesante y con frecuencia amanerado.
Con el Concierto en re menor, Cristina Bruno obtuvo un triunfo de excepción, tanto como Srivakov al tocar el Concierto en mi mayor para violín, y más que el flautista soviético Valentín Zverev, de gran seguridad y domin o mecánico, pero de menor belleza sonora y estilística. El director Strivakov y el concertino Arkadi Futer cerraron el programa con el célebre Concierto para dos violines en re menor en el clima entusiasta que ha acompañado la actuación del conjunto soviético en Granada.
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