La vigésima conferencia en la 'cumbre' de la OUA tendrá lugar en Guinea-Conakry en mayo de 1984
Con 24 horas de retraso sobre el calendario previsto debido a las dificultades para nombrar un secretario general, terminó ayer, domingo, la decimonovena cumbre de la Organización para la Unidad Africana (OUA), celebrada en la capital de Etiopía. La próxima cumbre será en mayo de 1984, en Conakry (Guinea), al haber logrado el presidente de este último país, Ahmed Seku Ture, el apoyo del ala progresista, que le acusaba de haber adoptado una actitud parcialista en el conflicto del Sáhara.
El presidente en ejercicio de la organización africana, el etíope Mengistu Halle Marien, pronunció una breve alocución de despedida, en la que resaltó que la resolución aprobada por los delegados en la cumbre a propósito del conflicto del Sáhara Occidental es susceptible de poner fin a la guerra, si las dos partes beligerantes aceptan cumplir su enunciado.Al no haber conseguido ponerse de acuerdo en la designación de un nuevo secretario general, cargo al que postulaban los ministros de Exteriores de Mall y Botsuana y un consejero presidencial de Gabón, la cumbre ha decidido nombrar, por el período de un año, a un secretario general interino en la persona del nigeriano Peter Onu, que desempeñaba el puesto de secretario general adjunto encargado de temas informativos.
Aunque quiso restársele importancia al fracaso de la votación para sustituir al secretario general saliente, Edem Kodjo, lo cierto es que 12 escrutinios, una suspensión de reunión y varias sesiones informales de trabajo no consiguieron poner de acuerdo a los delegados, aunque el ministro de Asuntos Exteriores de Mali, Allun Blondin, parecía el candidato mejor situado.
La retirada saharaui
Expuesta a una ruptura definitiva en sus filas si por tercera vez no conseguía reunirse el quórum de 34 países necesario para celebrar la cumbre, los jefes de Estado y Gobierno africanos lograron evitar el drama de la disolución al obtener que la delegación de la República Arabe Saharaui Democrática (RASD) se retirara de la conferencia.
A cambio de este sacrificio, los saharauis han obtenido que la cumbre adoptara por consenso, con las reservas de Marruecos, una resolución en la que por primera vez se menciona al Frente Polisario como parte en conflicto y se pide a Marruecos que entable negociaciones directas con el movimiento independentista para llegar a un cese de las hostilidades que permita celebrar, en el plazo de seis meses, un referéndum de autodeterminación "sin presiones militares o civiles...".
El gran ausente de esta cumbre ha sido el controvertido dirigente de la Yamahiria, Muamar el Gadafi, quien no sólo no consiguió ser llamado a la presidencia de la OUA, como le correspondía legalmente, sino que tuvo que aceptar la retirada voluntaria y temporal de la RASD y la presencia de una delegación de Chad integrada por representantes del presidente de ese país, Hissene Habre, en lugar de los del Gobierno de Unión Nacional de Transición, de su protegido Gúkurii Uedei.
Sin prejuzgar un orden de importancia, el papel más destacado de esta cumbre corresponde, sin duda, a Senegal, Marruecos, Etiopía y Argelia.
El presidente senegalés, Abdu Diuf, fue el promotor de la fórmula de compromiso entre moderados y radicales que convenció a los saharauis de retirarse de la conferencia.
Posteriormente, Diuf, apoyado por el guineano Seku Ture, hizo denodados esfuerzos para convencer al grupo minoritario que no reconoce a la RASD de apoyar la resolución sobre el Sáhara Occidental.
El ministro marroquí de Exteriores, Mohamed Buceta, aun exponiendo sus reservas, aceptó votar la resolución en la que se nombra al Polisario y se agradece a los saharauis su retirada. Buceta justificó su actitud al anunciar haber recibido instrucciones concretas del rey Hassan II para adoptar las recomendaciones del comité especial de la OUA encargado el organizar el referéndum de autodeterminación.
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