Los Tulio
Hay espectadores, acaso la mayoría de los que llenan las plazas, que se fijan más en los toreros que en el juego de los toros, que prestan más atención a la vistosidad de los lances que a las condiciones y los cambios que experimentan las reses. Son toreristas.En cambio, hay aficionados más exigentes que opinan que las acciones del torero sólo se pueden juzgar en relación con las condiciones del toro. Piden que éste salga bien presentado, con casta y agilidad, y luego gustan de estudiar su juego, a veces pasan de los toreros. Estos aficionados se de nominan toreristas y hoy están de enhorabuena: en la plaza de Las Ventas se corren toros de la ganadería de Vázquez Roman, antes Herederos de Isaías y Tulio Vázquez: los legendarios tulios.
Legendarios porque, desde su fundación después de la guerra civil, esta ganadería -de pura casta Vistahermosa- ha producido algunos de los toros más bravos que se han lidiado en España. En los años 50 adquieron fama por su dureza, y la divisa acudía a plazas importantes. Eran toros que arrancaban incansablemente desde lejos y se llevaban por delante a los caballos; comían los engaños, y hacían la vida imposible para los toreros que les dudaban o que no conocían el oficio. Desde entonces la ganadería ha experimentado al tibajos, y decepcionaron algo los toros que se lidiaron en Madrid hace tres años, pero estas reses nunca aburren. "Mis toros se dejan matar, en varas", dice el actual ganadero, "pero si los toreros cuidan la lidia, los toros pueden dar una tarde completa, pueden lucir una bravura de verdad".
Isaías Vázquez, de 57 años, hijo y sobrino de los hermanos fundadores de esta ganadería sevillana, es un torista cien por cien. Opina que hay que juzgar el cambiante juego de los toros en capotes, varas, banderillas y muleta. Sólo vende dos o tres corridas por temporada, Pero procura que sus toros reúnan "casta y bravura de verdad". Dice que para conseguir esto es necesario no hacer caso a los amigos que se quedarían con un toro más bonancible y comercial. Le preocupa que muchos criadores, al buscar el toro colaborador, han adulterado la casta. "Confunden casta con nervio, y nobleza con mansedumbre".
"Criar toros es como hacer un gazpacho", prosigue Vázquez. "Hay que. mezclar todos los ingredientes -sal, agua, vinagre- y a veces se cambia la receta, pero es preferible un gazpacho picante a uno soso". Una vez diluida la casta brava, es muy difícil recuperar la afirma. "Tiene que ser muy bueno el vinagre para hacer más sabroso un gazpacho aguado".
Por la gran responsabilidad qué siente ante la afición, Vázquez sufre mucho viendo la lidia de sus toros. "Lo digo en serio, no es una exageración: desde un mes antes de una corrida estoy tan nervioso que sufro de diarreas, sudo mucho, lo paso muy mal.
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