El veto de Marcelo González se interpreta en Roma como un rechazo a la ley del aborto

La prohibición por parte del cardenal primado Marcelo González al ministro de Justicia, Fernando Ledesma, de asistir a la procesilón del Corpus en su ciudad, Toledo, ha tenido eco aquí, en Italia, en plena campaña electoral. Se subraya que la prohibición se debe al hecho de que el ministro del Gobierno socialista ha sido el responsable mayor de haber despenalizado judicialmente la interrupción de la maternidad en algunos casos concretos.El mayor diario del país, Corriere della Sera, dedica a esta noticia. nada menos que 900 palabras, publicadas en primera página, a cinco columnas, con el título "Ministro español excluido de una procesión". El artículo es muy crítico contra el arzobispo de Toledo, a quien define como "el más nostálgico de los tiempos del franquismo". Afirma que las opliniones de la Iglesia deben ser siempre respetadas, pero que Marcelo Gonrizález "usa métodos de otros tiempos".

Por lo que se refiere al proyecto de despenalización del aborto, Corriere della Sera lo califica de "muy blando", y comenta que si acaso el problema del Gobierno socialista es que ya muchos españoles consideran esta ley insuficiente, si se tiene en cuenta a las 300.000 mujeres que abortan cada año en España con métodos rudimentarios, y que otras 20.000 privilegiadas van a abortar a Londres.

Por lo que se refiere a las repercusiones en el Vaticano, la noticia, publicada. en Italia y comentada también por varios informativos de la radio, no ha recogido informaciones oficiales. Sin embargo, consultados algunos prelados importantes cercanos al Papa, han recordado a EL PAIS que no cabe duda de que el Papa está y estará siempre en contra del aborto, como lo estarán siempre los obispos en línea de principio, pero que esa no quiere decir que la política del Vaticano con España desee ser la de "cruzada".

Y se recordaba ayer cómo precisamente en las últimas semanas el ministro Fernando Ledesma había sido recibido con gran simpatía en el Vaticano por los tres personajes más importantes en la Iglesia después del Papa, es decir, por el secretario de Estado, cardenal Agostino Casaroli; por el sustituto de la Secretaría de Estado, el arzobispo español Eduardo Martínez Somalo, y por el responsable de los asuntos públicos de la Iglesia, Achille Silvestrini. Y que fue el mismo ministro de Justicia quien demostró gran satisfacción después de dichos coloquios, que consideró "francos, importantes y llenos de voluntad de diálogo".