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El festival de teatro de Nancy abrió con un gran Büchner y la ausencia de Wajda

Dos ausencias notorias en la inauguración del XVI Festival Mundial de Teatro de Nancy: la del cineasta Andrzej Wajda y la de Jack Lang fundador del certamen y responsable de Cultura del Gobierno Mauroy. El primero, que venía para participar junto al actor Jerzy Radziwilowicz su hombre de barro, en debate en torno a su espectáculo sobre El idiota y a hablarnos del Danton que prepara para el Teatro de Europa, no ha podido, al parecer, abandonar Varsovia. El estreno de un Büchner fue, eso sí, genial.

En cuanto a la ausencia de Lang, ésta ha quedado sobradamente justificada por Robert Abirached, director general de Teatro, presente en la inauguración del Festival. Abirached, un católico de origen libanés que se dio a conocer en los años cincuenta como cronista teatral de Etudes, la revista de los jesuitas franceses, para pasar luego a Le nouvel observateur, y al que hemos visto frecuentar el festival los años gloriosos del descubrimiento del Bread and Puppet y El Teatro Campesino, sin americana y sin corbata, ha declarado a este periódico: "Retenido en París por el presidente Mitterrand, el ministro Lang no ha podido desplazarse a Nancy para la inauguración del Festival. En mi opinión, la ausencia del ministro Lang sirve para deshacer un posible equívoco: el de la imagen de un ministro que sigue, desde lo alto, moviendo los hilos de su festival.El festival se ha abierto con la presentación, por primera vez en Francia, de La muerte de Danton, de Büchner, una producción del Deutsches Theater (estrenada en Berlín el 24 de abril de 1981), dirigida por Alexander Lang. Se trata de un Büchner sencillamente genial.

La compenetración entre el director y Christian Grashof -uno de los mejores actores de Alemania y de Europa-, el cual interpreta en el espectáculo los papeles de Danton y Robespierre, es perfecta. Lang parte de la idea de que en el joven Büchner (1813-1837), el cual, a los 20 años, mientras prepara un examen de anatomía y atosigado por la policía y falto de dinero, se ve obligado a despachar en pocos días La muerte de Danton, se da una mezcla de caracteres: por una parte, Büchner es un epicúreo, como Danton y, por otra, un rousseauniano y un asceta, como Robespierre. De ahí el que Grashof interprete ambos personajes, pues lo que nos ofrece Lang en su montaje es antes el drama sin salida del revolucionario Georg Büchner que una pieza histórica sobre la revolución francesa, con sus buenos y sus malos y su inevitable moraleja seudobrechtiana.

La verdad es que daba un cierto miedo esa dualidad, ese enfrentamiento de dos personajes históricos, encarnada en un único actor. Pero Grashof ha resuelto la papeleta de maravilla: en la escena en que Danton se enfrenta con Robespierre, Grashof actúa igual que actuaría el mismísimo Büchner dialogando consigo mismo mientras se afeita una mañana delante del espejo. Son tres horas de un texto denso, en alemán -la anunciada traducción simultánea se redujo a un par de hojitas con la sinopsis argumental-, que se pasan volando, tal es la magia teatral del montaje, en el que el pueblo de París es visto a través de uno de esos teatros de feria que circulaban por Alemania durante la guerra de los treinta años.

Polémica

Al día siguiente de ese extraordinario espectáculo se celebró una mesa redonda en la que el profesor Jan Kott, el autor del célebre ensayo Shakespeare, nuestro contemporáneo, atacó injustamente el montaje de Lang o, para ser más exactos, la dramaturgia del espectáculo. Kott dijo que la antinomia Danton-Robespierre personificada en un solo actor le parecía falsa."Intentar demostrar que en Búcliner se da una mezcla de Danton y de Robespierre es una tontería, una tontería siempre y cuando para demostrar esa peregrina afirmación se recurrá a un texto con entidad propia, como es La muerte de Danton". Kott añadió que el planteamiento de Lang era tan disparatado como pretender identificar a Trotsky o a Lenin con ciertos revolucionarios de la Francia de fines del XVIII. "La historia no se repite" dijo Kott. Entonces Alexander Lang le hizo la siguiente y finísima observación: "Yo no voy a preguntarle a Jan Kott quién dé los dos, Trotsky o Lenin, sería Robespierre, pero sí quisiera que me dijese cuál de los dos pudiera ser Danton...".

Dos otros espectáculos, uno de la República Federal de Alemania y otro francés, han sido muy comentados. El primero es una producción del Theater an der Ruhr, un Sueño de una noche de verano, con un decorado blanco, burgués, con unos invitados vestidos de cóctel, con un Oberón ligeramente sádico y un Puch disfrazado de Lolita, con pantalón tirolés, portaligas negro, medias negras con costura y zapatos negros de tacón alto. Con tangos, boleros, valses y hasta un cha-cha-cha. Tres horas soporíferas en las que la poesía sensual de Shakespeare no asomó por ninguna parte.

En cuanto al espectáculo francés, lo que se dice prometer, prometía. Se trata de una creación del Theatre de La Chamaille, de Nantes, titulado Bas ventre. Según sus autores, el proyecto de este espectáculo se halla directamente realacionado con la lectura de una Histoire de la Merde, de Dominique Laporte. Bas ventre es un cóctel de textos de distintos literatos.

La mezlca podía ser explosiva pero, por suerte o por desgracia, a pesar de los cuadros vivientes, del cine y del vídeo que parecía prolongar el juego de los actores, la visión excremencial que nos ofrece el Theatre de La Chamaille resulta de un pudor y una inocencia impresionantes.

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