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La afluencia de 250.000 personas a la antológica de Dalí obliga a un replanteamiento de la función de los museos

Cuando el día 29 de este mes se cierren las puertas del Museo Español de Arte Contemporáneo se habrá terminado el mayor espectáculo pictórico que se ha registrado en Madrid probablemente en lo que va de siglo. Cerca de 250.000 personas habrán visitado la exposición antológica de Salvador Dalí durante un mes y medio que ha permanecido colgada en Madrid antes de ser trasladada a Barcelona. La masiva afluencia de público y algunas irregularidades han desbordado las previsiones de los organizadores y ha obligado a un replanteamiento de la función de los museos.

Medios artísticos han señalado que esta masiva afluencia de público se debe no sólo al carácter gratuito de la entrada de los museos, sino sobre todo a un aumento progresivo del interés de los ciudadanos por la cultura. Sin embargo, estos mismos medios se muestran críticos con una serie de aspectos que han acompañado a esta exposición, tales como la excesiva masificación, la falta de explicaciones pedagógicas y personalizadas sobre la obra de Dalí y las objeciones a la seguridad. Por otra parte, esta muestra ha supuesto la mayor publicidad que se ha podido hacer del Museo Español de Arte Contemporáneo, que se prepara para comenzar una nueva etapa.Con una media diaria de 10.000 visitantes, la exposición antológica 400 obras de Salvador Dalí. 1914-1983, que fue inaugurada el pasado 15 de abril, se ha colocado a la cabeza de las exposiciones más visitadas, incluso por encima de las grandes últimas de Picasso, el Greco o Murillo. El hecho de que el artista esté todavía vivo, y dadas las condiciones relacionadas con el escándalo que ha acompañado casi siempre a las manifestaciones dalinianas y que no han sido ajenas tampoco a esta muestra, ha podido contribuir al interés despertado por este acontecimiento.

Recuperar la obra de Dalí

Los organizadores de la muestra -Ministerio de Cultura y Generalitat de Cataluña, en colaboración con La Caixa- se sienten satisfechos, a pesar de los errores y contratiempos que ha habido, de los casi 150 millones de pesetas que se han invertido en la misma. Hubo que recolectar las 500 obras que se han exhibido y que ahora serán trasladadas al palacio de Pedralbes, de Barcelona, de colecciones de museos europeos y norteamericanos, de colecciones particulares y de la propia colección de Salvador Dalí.Los medios oficiales son conscientes también de que invierten mucho en esta muestra, ya que supone un gran paso para la recuperación de una buena parte de la obra de Dalí, que él ha prometido que donará al Estado y a la Generalitat de Cataluña. Esta posibilidad ha sido reforzada por las declaraciones del secretario particular de Dalí y comisario, junto con Ana Beristain, de la antológica del pintor.

La gratuidad para los ciudadanos españoles de la entrada al museo es otra de las causas que explican, según los críticos, la gran avalancha de visitantes. Entre las grandes colas de espera para ver la exposición, que se hacían casi interminables los fines de semana, se han podido ver gentes de todas las edades y países, pero especialmente ha sido masiva la afluencia de niños que acudían en excursiones o visitas organizadas desde los colegios.

Pero los visitantes habituales de museos, y más específicamente los habituales del Museo Español de Arte Contemporáneo, se han quejado de la imposibilidad de ver con detenimiento cada uno de los cuadros debido a la cantidad de gente que se encontraba en la sala y a la colocación de los cuadros, ya que se han colgado demasiado juntos. Una de las críticas que se han hecho a la exposición -además de que han faltado obras fundamentales de Dalí- es precisamente su montaje, ya que se podía haber ocupado también otra sala contigua, aunque para ello habría que haber descolgado parte de la colección permanente del museo.

Nula información pedagógica

Los efectos de la invasión física de visitantes se han agravado con la falta de una explicación pedagógica. adecuada, sobre todo a los niños, que han sido el público más numeroso. El servicio de seguridad, aunque importante y discreto, porque su presencia apenas se ha notado, no ha podido evitar que algunos de los cuadros fueran tocados repetidamente por los visitantes, dado que no existía ningún cordel de separación para marcar las distancias mínimas.Para el director general de Bellas Artes, Manuel Fernández Miranda, el fenómeno que se ha producido con la exposición de Dalí cierra un ciclo de recuperación de grandes figuras del arte contemporáneo y marca, probablemente, a la vez el techo del interés de los ciudadanos por acudir a los museos.

El director de Bellas Artes es consciente de los peligros de la masificación, "pero se trata de aplicar unos criterios concretos, aunque para ello haya que dejar otros aparte. Por ejemplo, podíamos haber puesto un cordel protector para que la gente no se acercara a los cuadros, pero nos pareció que era preferible no poner obstáculos entre la obra y el visitante. Quizá hemos perdido de esta manera en seguridad, pero hemos hecho más asequibles las pinturas de Dalí".

Para Ana Beristain, subdirectora de Artes Plásticas y responsable, junto con Robert Descharnes, de la muestra, lo importante es que la exposición haya sido vista por el máximo número de gente, "sobre todo cuando ha sido el Estado quien se ha gastado una importante cantidad de dinero para organizarla".

Errores en el montaje

En opinión del director del Museo de Arte Contemporáneo, Alvaro Martínez Novillo, el fenómeno Dalí ha coincidido con el despertar de un interés especial en España por la cultura. "Me ha sorprendido la composición heterogénea del público que ha venido a ver a Dalí y que es el mismo que va a ver a Goya. Estábamos acostumbrados en el MEAC a desenvolvemos en un mundillo de 200 personas. De repente se ha roto este círculo cerrado y se ha producido la invasión".Alvaro Martínez Novillo admite también que han sido en parte desbordados por el público. "Si hubiéramos podido prever la increíble afluencia de público el montaje hubiera tenido que ser distinto. Se necesita por lo menos el doble de espacio y un planteamiento distinto de servicio al público, con más vigilancia y, sobre tod.o, con explicaciones e ínformación puntual sobre la obra de Dalí e incluso sobre cada cuadro. Este es un reto que tiene ahora ante sí el Ministerio de Cultura".

Al director del MEAC se le ha criticado por no haber utilizado también otras salas para la muestra de Dalí. "Nos hemos opuesto a desmontar las otras salas del museo porque hemos preferido que la gente que venía a ver a Dalí o cualquier otra gran exposición pudiera ver también la colección permanente del propio museo",

Las publicaciones en torno a la exposición también han sido motivo de controversia. Una primera edición del catálogo oficial, que se vende a 2.500 pesetas, contenía varios errores de traducción y de imprenta, sobre todo en la parte biográfica. Aun así, se vendieron rápidamente los 15.000 ejemplares de la primera edición y se tiró una segunda de 10.000, con textos ya corregidos. Álvaro Martínez Novillo dice que habría hecho falta también un desglose del catálogo más populax y asequible y otras publicaciones pedagógicas explicativas de la obra de Dalí. "Las colas han sido una satisfacción para los que trabajamos en el museo, pero han planteado a la vez la revisión del concepto moderno de la visita a un museo".

A raíz de la exposición de Salvador Dalí y el próximo cambio de titular en la Subdirección de Artes Plásticas, en el MEAC, uno de los centros estatales de arte contemporáneo más importantes de España, se van a producir cambios de gran envergadura. Según ha explicado el director general de Bellas Artes, se van a iniciar obras para convertir en salas de exposiciones la primera planta de aparcamiento y adecuar algún otro piso para actividades de tipo expositivo.

A juicio de Manuel Fernández Miranda, habría que potenciar en el museo algunas secciones más que deben tener un peso específico en un centro de arte contemporáneo, como la sección de fotografía. "Ahora", dice el director general de Bellas Artes, "lo que hay es demasiada actividad de carácter extraordinario y quizá menos atención a las colecciones permanentes. No obstante, tampoco puede renunciar a las grandes exposiciones".

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