Atenas y Washington reemprenden la negociación sobre las bases militares

El subsecretario griego de Exteriores, Yanis Kapsis, y el delegado especial norteamericano, Reginald Bartholomew, reemprendían ayer en Atenas el diálogo sobre el porvenir de las cuatro bases estadounidenses emplazadas en suelo heleno, dos en los alrededores de la capital griega y las dos restantes en la isla de Creta. El Gobiemo socialista griego sigue planteando dos niveles de diálogo: uno sobre el calendario de retirada definitiva de las instalaciones y otro sobre el equilibrio de fuerzas entre Turquía y Grecia en el mar Egeo. Esta última es condición imprescindible para la renovación del acuerdo por unos años.La semana pasada, el secretario de Estado norteamericario, George Shultz, declaraba en Washington que "es de esperar un incremento de la ayuda" a países como Grecia, cuyas bases militares son importantes para EE UU. Pero el día 19, una formación de aviones estadounidenses y turcos violaban el espacio aéreo de Atenas, durante unas maniobras de la OTAN en las que no participó Grecia, "haciendo con ello más pesado", según el subsecretario griego de Prensa, Dimitris Marudas, el diálogo sobre el porvenir de las bases.

Garantías de Washington

Toda la política de Grecia cara a Estados Unidos y a la OTAN está en función de las garantías que Washington y el pacto occidental puedan brindarle a Atenas contra posibles apetitos turcos en el mar Egeo. Simbólicamente, Andreas Papandreu escogía el 16 de mayo la Tracia fronteriza con Turquía para referirse a las bases en un discurso de exaltación patriótica. "Negociaremos con Estados Unidos en un espíritu de realismo y responsabilidad; no queremos confrontaciones".Aseguraba Papandreu que las bases tendrán que irse un día, recurso bizantino del primer ministro griego, que elude aclarar si piensa en un lustro o en un decenio. Añadía que mientras las bases sigan en suelo griego, "se adoptarán medidas para neutralizar eventuales amenazas contra nuestra seguridad nacional". Las instalaciones no podrán utilizarse nunca contra "la integridad de países vecinos amigos", dos de los cuales, Rumanía y Bulgaria, están en el Pacto de Varsovia.

Otro tema que separa a griegos y estadounidenses, y que Papandreu ha vuelto a relanzar precisamente ahora, es el de ladesnuclerización de la península balcánica. El líder de la oposición derechista griega, Evanguelos Averof, le reprochaba a Papandreu que la decisión de crear tal zona debilitaría a Grecia entre sus aliados de la OTAN y de la CEE. Según Averof, Rumanía y Bulgaria están dotadas de la protección nuclear soviética y no necesitan el estacionamiento de armas nucleares en su suelo. Papandreu, por su parte, insiste en que las armas nucleares estacionadas en Grecia "en lugares, especiales, fuera de las cuatro bases", tendrán que ser desplazadas de suelo heleno cuando Grecia quiera, fuera del contexto del diálogo por las bases y sin afectar las obligaciones de Grecia con la OTAN. Lo más probable es, que Papandreu no quiera el desmantelamiento de las bases estadounidenses en momento tan delicado e imprevisible como el actual.