Pacto de silencio en Ginebra
Las negociaciones norteamericano-soviéticas sobre los euromisiles, cuya quinta fase comenzó el martes, continúan desarrollándose en un clima de singular discreción. Al término del 77º encuentro que tuvo por escenario ayer las dependencias de la Agencia de Desarme norteamericana en Ginebra, ambas delegaciones hicieron público un lacónico comunicado señalando únicamente que las discusiones habían durado dos horas y que la próxima reunión se celebraría en la Embajada soviética el martes día 24. El silencio es no sólo de rigor, sino un pacto de caballeros en este caso. La negativa, por ambas partes, sigue siendo total ya sea para ampliar detalles, comentar los temas de la agenda o confirmar o desmentir cualquier supuesto.Para Washington la única posibilidad de que estas negociaciones se coronen con éxito es que el Kremlim acepte una solución intermedia que los especialistas sitúan en torno a las 300-350 cabezas nucleares. Las exigencias norteamericanas son ahora mucho menos ambiciosas que cuando comenzaron las conversaciones en noviembre de 1981. La Administración Reagan ya no habla del desmantelamiento total de los 350 SS-20 soviéticos -y otros tantos SS-4 y SS-5-, a cambio de una renuncia simultánea a los planes de la OTAN que preveían la instalación de 572 misiles Pershing 2 y de crucero en Europa occidental a partir de finales de año.
La Casa Blanca, sin embargo, considera como imperativo que la Unión Soviética renuncie a incluir en sus cálculos los arsenales estratégicos de Francia y Gran Bretaña.
Los expertos occidentales sostienen que Moscú no negociará en serio hasta que la OTAN no comience la primera fase del programa de despliegue de euromisiles, prevista para diciembre. Su argumentación la basan en que sólo la reacción de los movimientos pacifistas europeos, la sensibilidad de la opinión pública y la coherencia y solidez de la OTAN podrían influir en la posición soviética y eventualmente modificarla.
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