Los contrarrevolucionarios del Norte
Está amaneciendo en una carretera al norte de Nicaragua, mientras unas dos docenas de hombres, mujeres y niños, armados perfectamente, que aseguran ser guerrilleros antisandinistas, toman posiciones en el follaje. Tras clavar una bandera con las iniciales FDN -Fuerza Democrática Nicaragüense, uno de los grupos rebeldes que pretenden derrocar al Gobierno de izquierdas en Managua- dos emisarios parten para dar aviso a las fuerzas cercanas.Durante los 20 minutos siguientes, los guerrilleros dan el alto a cuatro camiones y autobuses, ordenando a pasajeros y conductores a bajar para ser registrados. Armando C. Acevedo, con su AK-47 al hombro, les da los buenos días.
"No se preocupen", afirma Acevedo, un hombre alto de 44 años que responde al seudónimo de Antonio, "no vamos a hacerles nada. Somos igual que ustedes. Estamos luchando contra los comunistas para liberar Nicaragua".
Al igual que otros rebeldes latinoamericanos situados en las antípodas del espectro ideológico, estos guerrilleros afirman estar luchando contra la opresión. Pero, al contrario que otros muchos, los nicaragüenses hablan de los males del comunismo internacional y acompañan su armamento con rosarios y crucifijos.
Cinco días permanecimos con miembros de la FDN, pero fue imposible comprobar en fuentes independientes la información aquí recogida. Dos de los guerrilleros estaban encargados de las actividades de propaganda, incluidas las pintadas con sprays. El viaje fue posible a condición de que los periodistas extranjeros no reveláramos por dónde habíamos entrado en Nicaragua ni la localización de las bases, presuntarilente situadas en torno al departamento de Nuevo Segovia.
Nuestro guía es un agrónomo de 39 años, que responde al nombre de comandante Mack. No desea descubrir su verdadera personalidad "por razones de seguridad". Los guerrilleros afirman no conocer el origen de su armamento, pero pegan un respingo al comentárseles la oposición del Congreso a la petición de que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) norteamericana incremente su ayuda a los 7.000 rebeldes que se supone se encuentran en el norte de Nicaragua y a los varios miles de indios miskitos que hay al Este.
De las conversaciones mantenidas durante esos cinco días queda la impresión de que aun cuando Estados Unidos pusiera fin a la ayuda encubierta, el profundo descontento que reina en ciertos sectores de la población norteña, conservadora por naturaleza, haría que la insurgencia permaneciera viva durante algún tiempo. El resentimiento parece proceder, sobre todo, de la escasez de productos de primera necesidad y la imposición de la ideología marxista sobre la religión.
Al frente de las operaciones militares de las FDN está el ex mayor de los guardias somocistas Emilio Echaverri, conocido como el comandante Fierro. "Soldados profésionales" son los que se encargan de dirigir la guerra, según confirmó en una entrevista, al tiempo que se negaba a admitir la existencia de asesores militares en las filas de los rebeldes.
La guerrilla realiza frecuentes emboscadas contra las patrullas militares nicaragüenses con el objetivo de asesinar al mayor número posible de soldados. Inmediatamente después de que la unidad que interceptó a los autobuses y camiones se adentrara de nuevo en la selva, las fuerzasque les protegían atacaron un convoy de tropas sandinistas procedente de Ocotal. Cuatro guerrilleros, incluido el jefe de la unidad, perdieron la vida en el ataque, en el que afirmaron ha, ber dado muerte a 45 sandinistas. Un joven de 18 años llamado Javier comentó sonriendo: "Ha sido una carnicería".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.