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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un Beckett sin palabras

Rebozadas en un lodo medio reseco, unas cuantas figuras de ancianos harapientos luchan contra sus articulaciones artríticas por cruzar el escenario arrastrando los pies. Al ritmo crudo de tambores obsesivos van alcanzando un paroxismo inútil de movimientos sacudidos que acompañan con jadeos y estertores rítmicos. Son una masa atrapada e impotente donde cada físico y cada rostro matiza una versión distinta de la misma decrepitud.Durante hora y media, los bailarines del Ballet Théatre de l'Arche van poblando el escenario de aquellos ya casi olvidados personajes del universo de Samuel Beckett, en toda su implacable sordidez, sin más contemplaciones ni más gaitas que algunas misericordiosas notas de Schubert y Mahler.

Ballet Théatre l´Arche

May B. Espectáculo coreográfico sobre la obra de Samuel Beckett. Coreografía de Maguy Marin, sobre un montaje musical de F. Schubert, G. Mahier, G. Byar yTambores del Carnaval des Binches de Bruselas. Dirección, Maguy marin. Centro Cultural de la Villa de Madrid, 10-15 de mayo 1983.

Sin embargo, incluso para los estómagos menos preparados para este inesperado festín del viejo teatro del absurdo, May B. resulta no sólo soportable, sino incluso, en varios momentos, apasionante. Soportable, porque la reiteración en la sordidez en que se basa todo el efecto teatral permite que el espectador levante pronto unas sólidas barreras contra la agresión que, pasado el primer impacto, ningún elemento nuevo viene a sorprender. Y apasionante, porque la calidad del grupo es tan evidente que, a pesar del rechazo o el tedio que pueden producir el tema y su tratamiento, resulta imposible distraer la atención de unos bailarines tan anticonvencionalmente bien formados y de una coreografía tan voluntaria y magistralmente despojada de todo aquello que los coreógrafos mediocres utilizan sin tasa para deslumbrar.

La coreógrafa y directora del grupo, Maguy Marin -hija de españoles, y de quien el Ballet Clásico Nacional había montado hace dos temporadas una pequeña perla, Contrastes-, pertenece a esa nueva generación de coreógrafos que ha reenganchado con los inventores de la danza moderna en este continente (Rudolf Laban, Mary Wigman, Kurt Jooss), cuyo trabajo, floreciente en la República de Weimar, fue segado por la guerra. Considerada como la más original, y posiblemente la mejor coreógrafa francesa actual, Maguy está dotada de un talento casi subversivo para el movimiento. Parece seguir el camino inverso al que pretenden normalmente los coreógrafos, porque en lugar de ir hacia el desarrollo desde el movimiento hasta llegar a la danza, se diría que quisiera recorrer el camino inverso y asir la danza y traerla de vuelta hacia una expresión cotidiana en, un proceso involutivo desconcertante que era sin duda la única manera posible de montar un Beckett sin palabras.

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