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François Mitterrand viaja hoy a China para vender una central nuclear y aviones Mirage 2000

El presidente de la República francesa, François Mitterrand, inicia hoy una visita de cuatro días a la República Popular China con el fin de reactivar las relaciones entre ambos países. Mitterrand, que va acompañado de cinco ministros, lleva en su agenda la posible venta de aviones franceses Mirage 2000 y de una central nuclear. El contencioso más importante entre Pekín y París es diplomático: la ayuda de Francia a Vietnam.

En 1961, Mitterrand ya escribió el libro China, en el desafío; pocos meses antes de ser elegido presidente, en 1981, realizó un viaje como primer secretario del Partido Socialista (PS) y como candidato a la presidencia. Sus antecesores en el palacio del Elíseo, Georges Pompidou y Valéry Giscard d'Estaing, también viajaron oficialmente a China. El general Charles de Gaulle, primer presidente de la V República, fue quien, hace nueve años, dio un campanazo a nivel mundial al reconocer al entonces excomulgado régimen de Mao Zedong. Cuando ya se había retirado de la vida pública, en 1969, hizo prácticamente las maletas para ir a conocer al gran timonel (en aquella última etapa de su vida le obsesionaban los dictadores, y por eso visitó a Franco en Madrid). La muerte dio al traste con sus deseos.Hoy, Mitterrand inscribe esencialmente su viaje en el marco de la continuidad de las buenas relaciones franco-chinas mantenidas a lo largo de los últimos cuatro lustros. Con altos y bajos, los lazos entre ambos países no han llegado nunca al grado óptimo que ambas partes dicen desear.

Tanto franceses como chinos desean que la reactivación de las relaciones sea, fundamentalmente, económica. Hasta la fecha, Francia ocupa tan sólo el séptimo lugar como proveedor de China, y la balanza comercial arroja un déficit de 600 millones de francos en su contra. En las conversaciones que mantendrá Mitterrand con el primer ministro chino, Zhao Ziyan (también dialogará con el hombre fuerte del régimen posmaoísta, Deng Xiaioping, y con el secretario general del Partido Comunista chino, Hu Yaobang), ambos podrían rematar un importante acuerdo militar si Pekín se decide a comprar los cazabombarderos franceses Mirage 2000. Asimismo, se hablará de la construcción de una central nuclear en Cantón.

Estos negocios, amén de otras negociaciones relacionadas con los sectores de las telecomunicaciones y los transportes, se ven obstaculizados por los roces diplomáticos entre ambos países. París, en su afán tercermundista y antibloques, no toma partido claramente entre Vietnam y Camboya, apoyada esta última por China. Francia ayuda económicamente a Vietnam (principal aliado de la URSS en Asia) y, con ello, piensa que podría desgajarse menos difícilmente de los soviéticos. Pero Pekín no lo entiende así. El tiempo dirá si entre los dirigentes chinos y los socialistas franceses es compatible una cooperación económica paralela a una diplomacia antagonista en una región tan sensible como lo es la antigua Indochina.

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