Corrida aburrida de modestos
JAVIER QUINTERO, El toro, que no tenía más fuerza, aburrido por la faena aburrida y tediosa de Antonio Lozano, un jerezano que quiere emular a Rafael de Paula y que va por el mismo caminito del miedo, optó por echarse al albero para no levantarse más. No hizo falta estocada ni verduguillo. Se murió él solito, sin necesidad de más aceros.
Fue algo insólito. Que un toro se eche sin ser estoqueado, sobre todo en la Maestranza, es un hecho que debe de sonrojar en primer lugar al ganadero y después al empresario. Sevilla, plaza de primera categoría, se merece un respeto. La plaza maestrante va por derroteros turísticos. Sevilla necesita imperiosamente ver el torotoro.
La corrida de ayer, aburridísima, la salvó Antonio Rubio Macandro, un chaval que tomó la alternativa hace varios años y que hasta el momento tuvo el mal fario agarrado a su pechera. Al sevillano le tocó el mejor lote de la tarde, y toreó con cierto temple ante las nobles embestidas de sus enemigos. Sus faenas fueron decorosas, aunque no exentas de pico y cierto perfilismo. Pero fue meritoria la labor de este muchacho. Quiere ser torero y en esos menesteres anda.
Corrida de toros en la plaza de la Real Maestranza
Media entraday tarde soleada.Toros de Antonio Pérez, sin fuerza, mansos aunque nobles. El sexto salió cojo y fue sustituido por el sobrero, del conde de la Maza, tambien manso. Antonio Rubio Macandro. Oreja. Ovación y vuelta protesta. Antonio Lozano. Silencio. Protestas. Mario Triana. Silencio. Aplausos.
Mario Triana salió con muchas ganas, pero en un quite al toro de Macandro sufrió un varetazo que apagó sus ansias. Después anduvo abúlico, sin sitio y desgarbado. En el segundo de su lote hizo recomponer el mal cartel presentado con, anterioridad. Le echó un poco de más sal a su faena, pero en el toro: del conde de la Maza se encontró con un enemigo bronco que cabeceaba y que buscaba la taleguilla al torero. Triana, que en los dos últimos años ha sido muy castigado por los toros, no pudo hacer absolutamente nada. Puso todo su empeño en el estoque y le salió bordado. Es el pago a los modestos, matadores que visten muy pocas veces el traje de luces y que echan en falta la cara de los toros.
Babelia
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