Las relaciones con España, como siempre: malas
Somos, geográficamente, el último vagón del tren europeo. Ambos países queremos eriganchar nuestro vagón a ese tren para no quedarnos descolgados, no vaya a ser que nos quedemos como un apéndice atlántico-mediterráneo (fácilmente extirpable, como todo apéndice). Parece que lo lógico y racional hubiera sido que ambas naciones adoptaran una estrategia común para proceder a ese enganche (estrategia común no equivale a formar un bloque unido y realizar una negociación conjunta). Pero no ha sido así. Una estrategia común tendría que comenzar a partir de una máxima apertura en nuestras relaciones, de un estrechamiento de las relaciones de todo tipo, empezando por las económicas. Sin embargo, España y Portugal semejan un matrimonio que guarda mucho las aparíencias y amores, pero que, dentro de casa, tienen las camas separadas.Para darse cuenta de los extremos a que llega ese divorcio de hecho no hay como recorrer las provincias limítrofes de la raya de Portugal. Allí se palpa el mínimo trasvase entre ambos lados de la frontera, una zona que asienta buena parte de su subsistencia en la picaresca del contrabando: ayer, del wolframio o del café y medias de seda; hoy, del ganado vacuno por Zamora, Salamarica y Orense; lanar por Salamanca y Extremadura y porcino por Extremadura y Huelva. Contrabando nada anecdótico, pues unido al del tabaco, su montante puede que fuera de cuantía notable sobre el oficial que registra nuestra balanza comercial.
Desarrollo regional
Allí se comprueba cómo grandes comarcas naturales -la geografía es anterior a la divisoria política- no tienen plan de aprovechamiento conjunto alguno, aunque un tratado de la época desarrollista de Laureano López Rodó lo especificaba. O cómo tres grandes ríos: Duero, Tajo y Guadiana, sin olvidar al Miño, carecen asimismo de un plan de ¡provechamiento integral común, lo que incluiría también la depuración de sus aguas. ("Somos la cloiaca de España: polución, aguas negras, centrales nucleares... toda a merda que desecha España nos viene a parar a nosotros", me decían no sin razón.)
Tampoco otros recursos naturales (piritas, hierro, uranio, etcétera) se contemplan en conjunto, aunque pertenezcan a una misma veta.
En fin, todas las potencialidades naturales de esta vastísima zona, susceptibles de un impulso aunado, de una etrategia y tratamiento común, no son ni siquiera tratadas unilateralmente -a cada lado de la raya- con el mínimo de atención.
Nos encontramos ante un hecho doble; por un lado, a escala de Península Ibérica, con la bolsa de pobreza mayor de toda Europa (mayor en extensión superficial que Grecia o Checoslovaquía, vez y media Austria, tres veces mayor que Dinamarca o Suiza y cuatro veces Holanda o Bélgica), formada por los nueve distritos portugueses y las seis provincias españolas que se asientan sobre 138.000 kilómetros cuadrados de superficie y donde malviven unos cuatro millones de personas. Bolsa de pobreza que, por el mutuo bien de ambos países, por imperativo económico y sobre todo por imperativo social, precisa ya desde hace lustros de un tratamiento urgente y conjunto; es decir, de un plan de promoción regional supranacional, que, por otro lado, implicaría, de hecho y de derecho, levantar, sin prisas pero sin pausas, la frontera. Ya en 1971 se habló de crear una zona de libre comercio. Pero algo falló a última hora: no hubo acuerdo final en lo que concernía al calendario de desarme arancelario, ya que nuestro país debería ofrecer un calendario de desarme notablemente más rápido que el portugués hacia nuestros productos, pues la balanza comercial entre ambas naciones sigue presentando hoy, corno siempre, un saldo muy favorable a España.
Y en ello seguimos: ya es irreversible que España y Portugal negocien su entrada por separado en la Comunidad Económica Europea, y que se hayan olvidaido los esfuerzos, mayores o menores, pero existentes al menos, tendentes a la búsqueda de una cooperación basada en un acuerdo preferencial, en una zona de libre cambio, en una unión aduanera.
El desequilibrio
Como se aprecia al comparar lias cifras de exportaciones e importaciones, las exportaciones de Portugal a España apenas han superado durante los años el 30%. Es decir, que hay en la actualidad, aproximadamente, un saldo favorable a España de tres a uno.
Recientemente se ha escrito que nuestra balanza estaba comenzando a equilibrarse en cierto sentido, ya que las inversiones españolas en Portugal habían sido muy fuertes en los dos últimos años. (Esto es una verdad a medias). Como ha puesto de manifiesto en su informe anual de 1982 el Instituto de Investimento Estrangeiro portugués: "Estados Unidos y España, con un 22% y un 17%, respectivamente, de la inversión directa autorizada, fueron los principales países inversores en Portugal. El relevo asumido por España, que ha desbancado a otros países y que carece de precedente, "es casi exclusivamente debido a una única operación de aumento de capital efectuada por un gran grupo industrial francés". El informe lusitano no nombra al grupo, que no es otro que la Renault de España; es decir, la Régie Renault francesa, a través de su filial en España, es la que ha hecho esa inversión.
Falta de interés
Fracasados los intentos a niveles de Gobiernos de lograr mayores intercambios entre ambos países y de atraer capital español para Portugal, hace escasas semanas se reunieron una veintena de grandes empresarios lusitanos y españoles en Madrid.
La reunión tuvo lugar en la sede de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) y estaba patrocinada por las cámaras de cornercio luso-española de Lisboa e hispano-lusa de Madrid.
Los empresarios criticaron muy duramente el hecho de que no hubiese entendimiento alguno entre ambos Gobiernos, y evidenciaron el fracaso de las con versaciones iniciadas el pasado año (que tuvieron lugar en Lisboa). Manifestaron su desacuerdo con la "política de represalias y congelamiento" de importaciones hacia los productos españoles. ("Ahora tenemos que impor tar de otros paíse con costes más altos"). La crítica al Gobierno español se basó en el "alto proteccionismo que continúa aplicando".
Lo peor de todo, me decía un empresario lusitano, es que aquello acabó como "el rosario de la aurora". "Foi um dialogo de surdos". Al parecer, no hubo una sola propuesta concreta, ni respuestas a las interrogantes conjuntas. Muchos mostraron su esperanza en que tras las elecciones portuguesas del próximo 25 de abril se aclare la situación algo más, para que se pueda desbloquear de alguna manera la crisis actual.
Y además ...
Los contenciosos que tenemos planteados son muchos, y no sólo en el terreno comercial o de inversiones: cabría hablar, en primer lugar, del tema de la pesca, que cada día cobra matices más dramáticos, o remitirnos al tema humano que representa la emigración clandestina de portugueses a nuestro país, que representa en estos momentos cómo ir de Guatemala a Guatepeor o viceversa. (Se calcula en 7.000 los portugueses que están trabajando ilegalmente sólo en Galicia).
Existe otro tema fundamental para la interrelación hispanoportuguesa, que es el de las comunicaciones. Así, hace más de 13 años que está aprobado el puente sobre el río Guadiana, paso que aún ha de ser hecho en barcazas para ir desde Ayamonte a Vila Real de Santo Antonio; tránsito que, si se quiere hacer en automóvil y en verano, puede suponer un día; puente cuyo proyecto ha sido mil veces hecho y deshecho. O el tema del puente cercano al de Tuy, que en verano es incapaz de absorber el enorme tránsito entre Galicia y el norte de Portugal; igualmente aprobado y del que ni siquiera se sabe que se hayan iniciado los proyectos pertinentes. En el mismo sentido cabe hablar de nuestras desastrosas comunicaciones ferroviarias, o el trazado y obra de la carretera Monfortinho-Coria, que lleva por lo menos casi tres lustros con las tripas al aire y aún sin finalizar. O la navegabilidad del Duero, proyecto al que España ha vuelto la espalda olímpicamente, puesto que no se ha realizado, hasta el momento, ni un sólo estudio para ver si puede ser rentable o no. (Al parecer el director general de Obras Hidráulicas, José M. Hernández ha décidido que se inicien esos estudios).
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