Rumasa: la expropiación de un sistema
La verdad sobre el destino dramático de Rumasa y de José María Ruiz-Mateos es -en opinión del autor de este artículo- incómoda de admitir. Ante la ausencia de unas adecuadas leyes financieras y de su rigurosa aplicación, Ruiz-Mateos no hacía más que explotar el sistema mejor y más profundamente que cualquier otro. Para Robert Graham, el hecho de que Rumasa sobreviviera por tanto tiempo y que creciera rinde tributo al hábil juego de manos de Ruiz-Mateos y es un comentario triste sobre la incapacidad de controlarle.
Desde el principio se le consideró como a un intruso en banca. Se desconfiaba de él por su agresividad empresarial y por su negativa a proveer información detallada. Desde incluso 1977, la banca extranjera tenía al grupo Rumasa en la lista negra. Sobre esta fecha comenzó la guerrilla entre Ruiz-Mateos y el Banco de España. Los rumoressobre la salud de Rumasa eran constantes y con fundamento. Causaba vergúenza ajena en los sectores de la banca más sofisticados. Sin embargo, no se hizo nada. Parecía resolverse todo sentenciando que lo de Rumasa era un problema.
Por ejemplo, los extra-tipos: los bancos de Rumasa no eran, por supuesto, los únicos en pagarlos, incluso hasta hace poco. Porque, si no, cómo pueden los bancos engordar sus depósitos cada mes de diciembre para mostrar lo mucho que han crecido... El aplazamiento de los pagos de las cuotas de la Seguridad Social y de los impuestos: esto era, y sigue siéndolo, una modalidad notoria de crédito barato. Empresas intachables que se encuentran en dificultades hacen lo mismo -no hay más que mirar cuáles son los acreedores más frecuentes: Hacienda y Seguridad Social-. Según el señor Boyer, Ruiz-Mateos no hacía más que aplicar este sistema a su conclusión lógica, depositándo estos fondos retenidos a las reservas. Las cuentas: no hace falta mencionar nombres de bancos importantes don cuentas auditadas que luego fueron intervenidos por el Fondo de Garantía, u otros bancos cuyos beneficios se convertían de repente en pérdidas y grandes agujeros. La concentración de riesgos. el Banco de España también ha advertido a otros bancos; solamente que la concentración en Rumasa era mayor. El que hubiera una alta concentración del riesgo -el elemento más peligroso que puede provocar la caída- era obvio hasta para el más inexperto de los observadores.
Culpabilidad del sistema
Si hay que buscar culpables, también lo es el sistema que permitió que Rumasa engordara. Desde 1978 hasta su expropiación, el mes pasado, unos treinta bancos se han visto en dificultades. Las razones de estas dificultades son claras, y mucho antes de que los bancos necesitaran ayuda el mercado lo sabía: desde seis meses hasta un año antes. En el caso de Rumasa fueron cinco años. Los bancos privados no pusieron ningán entusiasmo en colaborar con las autoridades para corregir el sistema. La actitud era la de aislarse del contagio de un banco enfermo o pretender que la crisis no existía. Se chantajeaba así al Banco de España y al Gobierno con la amenaza de la confianza, que es fundamental para el buen funcionamiento de la banca. De esta manera, se asistió casi bajo cuerda a bancos y empresas con fondos públicos y de la banca privada. En ningún otro país de Europa se ha gastado tanto dinero público en ayudar a bancos y empresas en crisis y mal administradas con tan poco escrutinio público.
A nadie interesaba dar a conocer lo ocurrido. De esta forma, el destino de la Banca Coca y los secretos financieros de la familia Franco desaparecieron bajo el manto del Banesto; así como el Banco de Madrid, mientras que el señor Castefl seguía viviendo en Suiza. Aquellos bancos con agujeros realmente gordos -Catalana, Bankunión, Descuento, Occidente, Levante- no han sido expuestos en profundidad. No se ha investigado seriamente a personas prominentes involucradas con estos bancos. ¿Y qué hay del Rural y Mediterráneo, que pasó a los brazos del Exterior cargado de deudas de los sindicatos franquistas? Con este manto de silencio es comprensible la sorpresa del ciudadano con la dramática suerte de Ruiz-Mateos, que había adquirido la fama del bandolero / bandido luchando contra la oligarquía conservadora financiera.
De repente, al ciudadano se le ha recordado que desde la época de Franco y antes existía entre la Administración y la comunidad empresarial una relación incestuosa y enfermiza. Esto no cambió con la democracia, sino al contrario: cada vez era más difícil separar a los socios, aun queriéndolo. Los intereses de ambos primaban. Se ignoraba al tercer socio que con la democracia llegaba: el interés público y el votante. Llega el momento en que los trapos sucios hay que airearlos. No se puede contar con la automesura. En una democracia, el país tiene derecho a conocer las fáciles prácticas monopolísticas que crearon historias de éxitos empresariales luego reparadas con dinero del contribuyente.
La medida del Gobierno socialista no debiera verse como la expropiación de Rumasa, sino más bien como la expropiación del sistema que produjo Rumasa. Es secundario el que la medida fuera producto de una decisión ponderada o forzada por la dinámica de los acontecimientos. El factor más importante es que, para justificar esta acción, el Gobierno se verá obligado a exponer todas las desviaciones y mal usos utilizados por Rumasa, a los que otros recurren con mucha frecuencia. Si el Gobierno es congruente tendrá que continuar limpiando el sistema que creó Rumasa. Esto significa acabar con una economía paralela con reajustes brutales. Incluso ya, al margen de Rumasa, se pueden ver repercusiones en el campo de la Seguridad Social. Hay tantas historias financieras turbias como heridas sin cicatrizar de la guerra civil. ¿Qué ocurrirá, por ejemplo, cuando el Gobierno examine con lupa a las eléctricas, estudiando las cuentas y cómo operan en cartel? Además, ésa es la lógica detrás de una nacionalización de la red de alta tensión.
El sector privado está asustado porque se le amenaza con la pérdida vital de una ayuda administrativa garantizada. El peligro radica en que el sector privado posiblemente no esté a la altura de este reto y prefiera escudarse tras argumentos políticos, eclipsando así lo fundamental.
Al sector privado, lejos de ser nacionalizado, se le brinda la oportunidad de actuar realmente como sector privado en una economía mixta moderna. Esto significa que aquellos afectados por la crisis de Rumasa merecen poca simpatía. Capitalismo significa riesgo y beneficios, y caveat emptor es tan antiguo como la moneda romana.
es ex corresponsal del diario londinense Financial Times en Madrid.
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