_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Compromiso y continuidad

Mañana, viernes, un consejo de ministros extraordinario establecerá el nuevo plan de rigor económico que el Gobierno del primer ministro Pierre Mauroy, reajustado anteanoche, pondrá en práctica con el fin de liberar a Francia de su grave crisis.¿Ha entendido el presidente Mitterrand la advertencia que le dirigieron los electores en los recientes comicios municipales? La respuesta, en gran parte, reposaba en la formación de un nuevo Gobierno. A la vista de lo que lee o escucha desde hace algo más de venticuatro horas, pocos han quedado satisfechos.

Para los que en el campo de la mayoría de izquierdas esperaban un sobresalto nacional, asentado en el cambio de los hombres, de los métodos y de la política, la continuidad que caracteriza el Gabinete Mauroy es tanto como decir "mierda para los decepcionados del socialismo", según expresión del editorial del diario Liberation. Esos decepcionados, según cálculos precisos, ascienden al 15% del electorado que en 1981 votó por Mitterrand.

Todas las corrientes de la derecha centran en el mismo tema sus críticas: Mauroy es el primer ministro del fracaso y, manteniéndolo en su puesto, Mitterrand corre el riesgo de no ganar ni la confianza nacional ni la intemacional. Al presidente, a su vez, le han tentado hasta última hora varias soluciones, y todo indicaría que, en definitiva, ha triunfado un compromiso que nada ha demostrado que a él mismo le convenza. El mantenimiento de Mauroy parece claro que se debe a una razón esencial: se le considera como el único líder de izquierdas capaz de hacerle tragar a los trabajadores la culebra de la austeridad.

En los medios oficiales se arguye toda una teoría relativa a la mística de la izquierda profunda y del llamado pueblo de izquierdas, para quienes Mauroy es el símbolo de su generosidad, de su simplicidad, de su moral y de su clase, en suma. El peso de la acción en esta nueva fase recaerá sobre el ministro de Economía, Finanzas y Hacienda, Jacques Delors, en primer lugar, y sobre el de Asuntos Sociales, Pierre Berengovoy, quien, a su vez, tendrá que entendérselas con los sindicatos. Estos tres personajes, con Mitterrand al frente, son los que sobre el terreno cargarán con todas las responsabilidades esenciales.

De momento, el franco, que bajó en los mercados debido a la continuidad representada por Mauroy, se recuperó al ser conocidas las amplias atribuciones de Delors. Ahora, tanto en Francia como en el extranjero se espera el detalle del plan de rigor.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_