Abortar en España
Allá por los altos de Alcalá, pasado Ventas, lo que entonces era Carretera de Aragón, la mujer rubia y tórpida, el cirujeante nada cirujano, con alza en la bota y alma de cadalso, recibían a la madrileña, a la sueca, a la estudiante, organizaban el protocolo negro del aborto como una sesión de magia, un echarse las cartas o un espiritismo donde la mesa de mármol era el vientre blanquísimo y hendido. Allá por Ventas, sí, calle estrecha y despeñada, entre la Monumental y Arturo Soria. "Tengan un taxi avisado, que esto es un momento, señorita". Abortar en España, abortar en Madrid. En la calle de Goya, en lo mejor de Goya, acera de los pares, o sea según se sube, casa de buen portal, lo de toda la vida, el titulado cianótico, afásico, henchido/cinchado de dinero sucio, recibía fríamente, crudamente, y no hablaba de aborto con la cliente, pero lo hacía (60.000 púas de entonces), y un día murió en el baño, congestivo de almuerzos, chapuzas y temperatura. Por los barrios residenciales del neo/Madrid, clínicas de telefilme, el hombre joven, el científico, su exhibición de coches y caballos, y el chantaje a la joven gilipollas de provincias: "No sé, si eres buena chica, te haré un precio especial, eso hay que verlo". Más algunos espacios sanatoriales de la jet, donde se tranquilizaba a la señora archimarcoducal:-Nada, quizá una falsa alarma, nada de embarazo, quizá una mala noticia para usted, siempre es bello ser madre, o volver a serlo. Ah, lo que sí tenemos que quitarle de ahí es una nada, una adherencia, una cosa boba.
Y el doble pistoletazo mínimo del dunhill, dando fuego a la paciente y al sabio, cortaba la conversación como con dos asteriscos. (Se da fuego a la dama y se vuelve a apagar y encender para tomarlo uno, sin aprovechar mezquinamente la misma llama, lo que, por otra parte, resulta exceso de confianza). Las meretrices, un suponer, han tenido siempre un enteradillo amigo que les ha hecho el raspado pertinente, cobrándose en mercadería humana. Todo esto lo sabía el cuarentañismo, claro, pues buenos eran, y luego ha seguido igual, más o menos. Hay que hacer, sí, una campaña masiva contra el aborto (ilegal). Aborto clandestino/asesino que ahora los colectivos, las asociaciones, la Salud Pública, centros de planificación, comunidades cristianas (de base: los arzobispales de los 40/40 nunca se homilizaron contra el aborto clandestino), fundaciones, investigaciones marxistas, partidos de izquierda, sindicatos, médicos, abogados, asistentes sociales, psicólogos, biólogos, quieren denunciar y abolir. De la criminología a la Constitución, pasando por el Derecho comparado, todo va a funcionar en una gran campaña contra el aborto (clandestino). Marta Portal recuerda las palabras finales de Kafka, un adelantado de la eutanasia (que viene a ser lo mismo por el otro lado). Marta Portal, por suerte para ella, no ha conocido al cojo de bata blanca cuyas pisadas lóbregamente desiguales se acercaban por el pasillo, hacia la víctima desgajada. Mercedes Ballesteros llama al aborto infanticidio.
Cuando el cuarentañismo, era la Baronesa Alberta de La Codorniz y no denunciaba el aborto de las presas, de las obreras, de las meretrices (que pagaban impuesto profesional a un Estado católico). Isabel Suárez de Deza canta los cinco primeros años de la vida humana, la infancia, el "pensamiento mágico" de Piaget. Pero, a esos cinco años, pueden matarle a uno un niño de vacuna multinacional y obligatoria: en Francia hay ya un libro que denuncia la multinacional de las vacunas indiscriminadas, como ingreso fijo de millones. Se siguen aplicando. Uno, hoy, sólo tiene un niño disperso en dulces gatos.
Abortar en España, abortar en Madrid. La gran izquierda va a hacer la gran campaña contra el aborto (clandestino), que jamás hizo la nacionalderecha. Ya digo: sólo un niño disperso en dulces gatos.
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