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La polémica de los euromisiles

La 'opción cero' es beneficiosa para España

Carlos Yárnoz

Cualquier avance que alcancen Estados Unidos y la Unión Soviética en la negociación sobre los euromisiles beneficiará a España. Para todos los expertos españoles consultados, tanto militares como civiles, la denominada opción cero propuesta por el presidente norteamericano, Ronald Reagan, sería la más adecuada para nuestro país. Un acuerdo en este sentido entre las dos grandes potencias supondría que nuestro territorio nacional se vería amenazado por varias decenas de cabezas nucleares menos que las que actualmente pueden estar apuntando a diferentes lugares vitales de las regiones españolas.En la actualidad, y según un reciente informe de la OTAN, la Unión Soviética cuenta con 38 bases de lanzamiento de misiles nucleares SS-20 de alcance intermedio. Cada base dispone de nueve rampas móviles de lanzamiento, lo que supone un total de 342 misiles. Dado que cada misil tiene tres cabezas nucleares, la cifra disponible de unidades atómicas de este tipo asciende a 1.026. Las 38 bases están repartidas en cinco grupos situados en el extremo oriente de la URSS, Novosibirsk, este y oeste de los Urales, y próximos a Europa. Salvo los situados en el extremo oriental, todos los demás pueden alcanzar objetivos europeos. De acuerdo con diversos pronósticos realizados en los últimos meses, unos 240 misiles (720 cabezas nucleares) están programados para alcanzar blancos de Europa, es decir, apuntan a objetivos vitales para Europa occidental.

Dado que el alcance de tales misiles supera los 5.000 kilómetros, los SS-20 situados al oeste de los Urales son capaces de alcanzar la Península ibérica y los ingenios situados más cerca de Alemania Federal, en Bielorrusia o Ucrania, podrían llegar incluso al archipiélago canario. Sin embargo, en el caso de que se alcanzara la opción cero, que supondría el desmantelamiento de todos los misiles de alcance medio en poder de Estados Unidos y la Unión Soviética, España sólo estaría al alcance de los misiles intercontinentales, que, aunque de mucha mayor potencia, son más fácilmente detectables y, por lo tanto, existe un margen, aunque mínimo, de poder destruirlos en el aire antes de que alcancen sus objetivos.

Los blancos españoles

Los militares soviéticos entienden que las cinco categorías principales de objetivos para sus ingenios nucleares son éstas: asentamientos de los misiles nucleares del bloque occidental, centros de comunicaciones, estaciones de producción energética, concentraciones de fuerzas militares convencionales, puntos de mando y control y centros político-administrativos.

Las prioridades en la elección de una u otra categoría de blancos dependen de la urgencia, la importancia real de los objetivos y el índice de seguridad de alcanzar el blanco. Conjugados todos estos factores de manera correcta, podría llegar a saberse con certeza cuáles son los puntos del bloque occidental apuntados o amenazados en la actualidad por los misiles soviéticos.

En el caso de España, la Unión Soviética, según se desprende de sus planteamientos doctrinales y de la disposición de sus fuerzas, considera la Península ibérica, integrada o no en la OTAN, como zona de retaguardia en un hipotético enfrentamiento entre bloques, por lo que no quedaría marginada si se planteara un masivo ataque con armas nucleares. Expertos en la materia han señalado que España es vista por los estrategas rusos como posible país de refuerzos, categoría en la que también quedaría incluido Portugal. Desde este planteamiento, los puntos españoles amenazados por las armas nucleares soviéticas serían los principales puertos marítimos de posible utilización por fuerzas de otros países que intentaran acceder a Europa (fundamentalmente Bilbao, Vigo, El Ferrol, Cádiz, Valencia, Cartagena y Barcelona).

Tras este primer objetivo español para los soviéticos, en segundo lugar figurarían las bases aéreas equipadas con importantes centros de comunicaciones. Dentro de esta categoría, sólo estaría incluida la base aeronaval de Rota, ya que en la misma se encuentra el más importante núcleo de comunicaciones estadounidense en nuestro país. Este centro, según ha sido reconocido por los propios norteamericanos, es utilizado por las fuerzas armadas norteamericanas para enlazar el continente americano con Italia y Turquía, y en el mismo trabajan más de seiscientas personas. Dentro de este capítulo, también podrían incluirse, aunque con menor prioridad, las bases aéreas de Torrejón y Zaragoza.

Como tercer objetivo soviético en nuestro país figurarían los centros de producción de energía eléctrica, entre los que destacan las centrales convencionales situadas en las cuencas del Ebro y del Duero y las principales centrales nucleares de Ascó (Tarragona), Santa María de Garoña (Burgos), Almaraz (Cáceres) y Valdecaballeros (Badajoz). El resto de centros energéticos serían objetivos de segunda prioridad en este capítulo.

El cuarto objetivo quedaría constituido por las principales industrias de armamento, fundamentalmente establecidas en Sevilla, País Vasco, Valladolid y Madrid. Estos blancos serían escasamente prioritarios, ya que los citados centros industriales quedarían anulados al ser destruidas las principales fuentes de energía. La prioridad, en cualquier caso, dependería de la propia duración del conflicto. En el caso de ser prolongado, los centros productores de armamento adquirirían mayor importancia como objetivos.

Grandes poblaciones

Cabe destacar que, en contra de lo que en ocasiones se ha difundido, la filosofía soviética en materia de armamento nuclear nunca ha incluido explícitamente objetivos de población, es decir, grandes ciudades. Sin embargo, algunos de estos núcleos de población estarían amenazados por las consecuencias de explosiones nucleares, bien por encontrarse cercanos a bases militares o a centros de producción energética, o bien por estar situados en ellos importantes centros de poder político- admini strativos.

Por otro lado, algunas regiones españolas podrían verse afectadas por consecuencias de explosiones nucleares, aunque éstas no se produjeran en nuestro país. Se recuerda, por ejemplo, que Francia dispone de una base con misiles nucleares de alcance medio en las cercanías de Marsella, concretamente en la zona de Albion, donde están situados dieciocho misiles. La zona, además, está cercana a la base aeronaval de Toulon, en la que los franceses disponen de aviones capaces de transportar armas nucleares, y de submarinos nucleares de la clase Rubis. En el hipotético caso de una guerra nuclear entre bloques, se da por hecho que algún misil soviético sería lanzado contra esa área. Si, en el momento de la explosión, los vientos fueran del norte, como es habitual, la nube de restos radiactivos originados por la explosión alcanzarían una amplia zona del noreste español.

Ante un ataque nuclear

La incidencia del peligro nuclear en España es más dramática si se tiene en cuenta que, como se ha reconocido en numerosas ocasiones, la población española quedaría absolutamente indefensa ante un ataque nuclear, debido a las prácticamente nulas previsiones en este terreno. Las previsiones no sólo no alcanzan a la población, sino tampoco a la mayoría de los centros de poder y comunicaciones. únicamente los palacios de la Zarzuela y la Moncloa, junto con las sedes de los Cuarteles Generales del Ejército de Tierra y de la Armada, cuentan con centros paralelos antinucleares desde los que se podrían continuar ejerciendo las correspondientes misiones.

Sin embargo, la utilización de las mínimas medidas de protección dependería de las posibilidades de alerta. En la Península, el sistema de alerta y control aéreos, denominado Combat Grande, fue instalado por la firma estadounidense Hughes y aún no se encuentra desarrollado en su totalidad. El sistema, según técnicos militares consultados, es bastante avanzado, pero está basado en diferentes radares situados en lugares excesivamente visibles y susceptibles de ser atacados con facilidad.

A pesar de esto, está previsto que el Combat Grande, conectado ya al sistema portugués de alerta y control, pueda ser conectado con el francés, denominado Strida, e incluso con aviones norteamericanos AWACS, equipados con potentes radares de prealerta. Una vez enlazados todos los sistemas, el lanzamiento de un misil soviético hacia cualquier parte de Europa, desde la URSS o desde un submarino, sería detectado en escasos segundos por satélites equipados con infrarrojos, y todos los Estados conectados a la red serían advertidos inmediatamente. Cabe sehalar, a pesar de todo, que un misil de alcance medio disparado desde Bielorrusia contra un objetivo español no tardaría más de quince minutos en alcanzar un objetivo español, y algo menos de treinta minutos si se tratara de un misil intercontinental.

Silencio oficial

Aun cuando las consecuencias de un conflicto nuclear serían fatales para España, por lo que nuestro país está afectado directamente por las actuales conversaciones de Ginebra, el Gobierno español mantiene un silencio oficial sobre los intentos concretos de reducción de armas nucleares. Tan sólo el embajador De la Iglesia ha señalado el pasado 3 de marzo ante el Comité de Desarme de la ONU: "El nuevo Gobierno de España está dispuesto a contribuir, con todos los medios que están a su disposición, al éxito de las negociaciones encaminadas a la adopción de medidas que permitan frenar la carrera de armamentos". En la rueda informativa del pasado día 14, el presidente del Gobierno, Felipe González, afirmó con rotundidad que en España no se instalarán misiles nucleares y, por su parte, el ministro de Defensa, Narcís Serra, aseguró el pasado mes de febrero ante la Comisión de Defensa del Congreso de los Diputados: "En absoluto, los planes de modernización contemplan la construcción de ningún tipo de arma nuclear".

A pesar del evidente distanciamiento a la hora de las manifestaciones públicas, entre el Gobierno actual y los anteriores, en el terreno de los hechos no existe tal distanciamiento hasta el momento. Por un lado, el Gobierno socialista aún no ha decidido la firma del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, firmado en 1968 y puesto en vigor desde 1970. Por otro, España aún no se ha manifestado oficialmente respecto a las conversaciones de americanos y soviéticos sobre la reducción de armamento nuclear en Europa, a pesar de que las mismas tienen una incidencia clara sobre nuestro país.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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