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El Gobierno aplaza su decisión sobre la OTAN mientras dure la tensión Este-Oeste

El presidente de Gobierno, Felipe González, manifestó ayer tarde que ni en 1983 ni en una buena parte de 1984 España va a variar su política en relación con la OTAN, con lo que descartó implícitamente la convocatoria en ese plazo de un referéndum sobre la integración española en la Alianza. En una multitudinaria conferencia de Prensa con motivo de haberse cumplido los cien días de gobierno socialista, Felipe González efectuó una enérgica definición de España como integrante del marco occidental y afirmó que España no iba a adoptar decisión alguna que contribuya a aumentar la tensión Este-Oeste.

La política exterior y la economía fueron las dos grandes áreas de la acción gubernamental sobre el que se concentró el interés del centenar largo de periodistas que acudió a la conferencia de prensa celebrada en el palacio de la Moncloa. En el segundo de los temas Felipe González se mostró favorable a la contratación temporal como un remedio para el paro, reafirmó la voluntad del Gobierno de privatizar las empresas de Rumasa, recientemente expropiadas, y se refirió a una serie de indicadores que apuntan a un saneamiento de la economía.."Hemos tocado fondo en la crisis financiera y lo demás es una especulación", afirmó cuando se le preguntó por las consecuencias de la expropiación de Rumasa. El presidente admitió que los verdaderos problemas del país son los económicos, y para transmitir optimismo afirmó que "la peseta está logrando bastante estabilidad", "la inflación se ha contenido", "las demandas de inversiones extranjeras crecieron más del 200% en el mes de febrero respecto al año pasado" y también en ese mes se produjo la menor pérdida de empleo en los últimos años.

Al margen de la OTAN, que fue el tema de política exterior más abordado, Felipe González afirmó que, en su próxima visita a Marruecos, los días 28 y 29, no se tratará el tema de Ceuta y Melilla porque "al Gobierno español no le interesa". El presidente del Gobierno empleó términos vagos y conciliadores para referirse al problema del Magreb, donde preconizó una política "de cooperación y no de confrontación" y sugirió que podría estarse ante una próxima negociada para el contencioso saharaui.

El presidente encontró lógico el hecho de que la oposición aún no haya centrado su papel político: "tienen que aprender". En cuanto al enfrentamiento con la Generalitat por la valoración de las transferencias, opinó que se trata de una postura electoralista, que variará tras el 8 de mayo.

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