_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Talentos y mediocres

Puede que el mediocre sea muy necesario en la administración de los países: en España están apareciendo en cantidades importantes. Un país de héroes civiles y militares, generoso en las entregas de coronas de laurel, ha convertido el vocablo mediocre en algo peyorativo, cuando en la antigüedad podía hablarse de la mediocridad dorada de cualquiera -"Auream quisquis mediocritatem...", en Horacio- como símbolo de un término medio. De todas maneras, en España hay, en estos momentos una cierta confusión entre el hombre medio -el mediocre- y el talento oculto, que puede terminar siendo peligrosa.El equívoco parte de la idea de que el largo régimen de Franco ocultó, obstaculizó o reprimió la aparición de algunas personas que han guardado su talento en el refrigerador; y ahora es conveniente que termine esa hibernación. El largo régimen de Franco fue para el mundo del talento -en la empresa, en la ciencia, en la cultura- algo mucho peor y más dañino: cerró unas formas generales de cultivo, ahogó los sistemas de formación y de información. Puede que grandes cantidades de personas que hoy tendrían talento en sus respectivas profesiones o vocaciones no hayan podido tenerlo porque les faltó el ambiente propicio: pero no lo tienen. Hubo otras que, por el desafío que suponía la vulgaridad vigente, por una tenacidad continua o por circunstancias de nacimiento, situación o cualquier otro misterio, han podido dar muestras de lo que llamamos, de una manera global, talento. Algunas de esas personas lo pusieron al servicio de un régimen y quizá consiguieron prolongarlo más allá de lo debido, uniendo su inventiva a un sentido de la fuerza. Otras encontraron el camino de su inteligencia en la oposición a ese régimen: formaron en su oposición, trabajaron dentro o fuera de España y consiguieron un determinado reconocimiento. A muchas de estas últimas personas se les debe que la democracia haya podido salir adelante en nuestro país y que, a pesar de los grandes destrozos anteriores, tenga ahora una estructura y un ímpetu.

Que personas como Felipe González y muchos miembros de su gobierno hayan llegado, a pesar del ambiente adverso en que han transcurrido sus peligrosas vidas, a alcanzar tan elevado número de votos y a gobernar con ímpetu, en el que caben errores y aciertos, es una prueba de esa capacidad. De todas formas, hay un aparato en la sociedad española, una supervivencia de estructuras y de ideas que no hacen fácil ni esa tarea de gobernar -el poder es muchas veces una

Pasa a la página 12

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Talentos y mediocres

Viene de la página 11 manera de sentir que el poder no existe- ni el trabajo profesional de otros en cualesquiera de sus campos de acción. Una de las ventajas de la democracia del 28 de octubre es la de que, a partir de unos actos de gobierno, se van decantando cada vez más posiciones de izquierda y posiciones de derecha en un país donde las dos nociones -por razones de ocultación, de disimulo o de falta de capacidad de expresiones- estaban bastante confundidas. No se trata de defender una bipolarización o una preguerra civil, pero sí de lo que en otros tiempos igualmente confusos se convirtió en consigna: hay que definirse. Ahora se están haciendo definiciones.Dentro de esta capacidad de recuperación aparece la de los mediocres, que tratan de rentabilizar pasados semiclandestinos,semicombatientes, semignorados, huérfanos de talento o de creatividad, plagados de persecuciones, a veces reales, a veces inventadas por su propia imaginación.

Si lo que se busca es deslumbrar con nombres ocultos, con víctimas de la injusticia, el problema puede ser muy grave: se caerá en la tentación de volver a convertir en héroes civiles o militares a quienes no son más que ciudadanos perdidos. Sería, otra vez, una especie de franquismo, afincado en el revanchismo de la mediocridad. El premio a las víctimas del franquismo es una cosa; el servicio al país, otra muy distinta.

Empiezan a aparecer nombres nuevos, adornados con biografías generalmente resistentes. Esperemos que sean solamente mediocres, capaces de llevar su medianía, su sentido justo del equilibrio, a los campos de acción para los que se les nombra; y esperemos que no se les coloquen coronas de laurel antes de tiempo. La tarea, no de un Gobierno ni de una legislatura, sino de una continuidad democrática, es la de procurar que nadie pierda la ocasión de hacer, fabricar, afilar su talento.

Si se quieren buscar talentos actuales, hay todavía un campo donde encontrarlos, aunque sea repetir nombres del pasado -como el Gobierno hizo sus nombres en el pasado-; descubrirlos es bastante más difícil y tratar de inventarlos es un error. Y hasta a veces una tontería.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_