Confusión y actitudes inexplicables caracterizan la huelga de subalternos
Matadores y subalternos tampoco llegaron a un acuerdo ayer y se suspendieron todos los festejos anunciados en España, entre ellos las corridas de feria de Castellón y Valencia, y la novillada de Madrid. La huelga de subalternos parece no tener fin y nadie sabe cómo afrontarla, pues viene caracterizada por la confusión y las actitudes inexplicables de importantes personas y estamentos relacionados con el espectáculo taurino.
Tan sólo se celebró ayer una novillada en Fitero (Navarra), en la que el matador Curro Cruz actuó de picador en tres novillos y fue desmontado en el primero por un piquete de subalternos; también puso las banderillas a los cuatro novillos. El festejo se retrasó tres cuartos de hora ya que alrededor de cuarenta subalternos lograron mantener cerradas las taquillas durante algún tiempo.La reunión anunciada para las 8,30 horas de ayer en un hotel de Valencia no se celebró por incomparecencia del secretario general de la Agrupación de subalternos, El Jaro. Dicha reunión quedó aplazada para la tarde, pero en Madrid, y los toreros que se habían desplazado a Valencia tuvieron que regresar precipitadamente. Ayer noche no se llegó a acuerdo alguno: los subalternos rebajaron ayer a un 14% sus pretensiones iniciales de un 20% de incremento salarial. Los matadores no suben su oferta por encima del 12,5% acordado en la última asamblea.
Por otra parte, los críticos taurinos de Valencia se entrevistaron con el Gobernador Civil de la provincia, Eugenio Burriel, para presentar una queja por lo que consideran inhibición de la autoridad ante un problema laboral grave que afecta no sólo a la fiesta de los toros y sus profesionales, sino a otros sectores, principalmente en Valencia, donde las corridas son parte fundamental del programa de festejos organizado con motivo de las fallas. El Gobernador compartió las inquietudes de los críticos y manifestó haber mantenido contactos con matadores y subalternos para llegar a un acuerdo.
Los aficionados y también muchos taurinos no se explican cómo han podido llegar las partes en litigio a estos extremos de incomprensión y rigidez, sobre todo cuando la temporada ya está en marcha.
Sospechas de manipulación por parte de intereses subterráneos circulan en medios taurinos ante la inflexible posición de los matadores, mientras que la de los subalternos, opinan en los mismos medios, podría estar politizada.
Pero tampoco es razonable que, llegados a este punto de desacuerdo, con la temporada ya en marcha, y tomando en consideración los enormes perjuicios, tanto económicos como sociales, que produce la huelga, la Administración no intervenga para intentar el arbitraje, y sólo se haya manifestado para prohibir a los matadores una solución temporal y de emergencia, que consiste en que estos actúen como banderilleros en las corridas anunciadas.
La Dirección General de Policía unió al acta de suspensión de la novillada de ayer en Madrid un escrito en el que se dice que "el Gobernador Civil ha dispuesto que para que todos o algunos de los subalternos anunciados en el cartel autorizado sean sustituidos, deberá acreditarse fehacientemente causa reglamentaria que permita dicha sustitución, pues de lo contrario podría atentarse contra el derecho de huelga".
Hay más actitudes inexplicables. Por ejemplo, en medios taurinos se comenta, con cierto estupor, que un hombre del prestigio y la influencia de Manolo Chopera, empresario de la plaza de Las Ventas entre muchas otras, hábil negociador y siempre en primera línea cuando se producen problemas estructurales en la fiesta, haya permanecido al margen del conflicto y que incluso, a pesar de que teóricamente la temporada madrileña empezaba el pasado día 6, se marchara a Francia, donde ha permanecido durante toda la semana última. Se les espera mañana o pasado.
Los subalternos destrozaron su imagen en Valdemorillo cuando, mientras caía una fuerte nevada, presionaron para que se celebrara la corrida anunciada, que efectivamente se dio y tuvo que suspenderse en el tercer toro. Durante el festejo, se intercambiaban guiños y codazos, y su actitud desenfadada dio al público una sensación de burla incalificable, difícil de perdonar.
Este mal precedente de Valdemorillo, que no es simple anécdota, hace temer un divorcio entre las pretensiones de los subalternos y la realidad económica del espectáculo, que a lo mejor no puede soportar sus reivindicaciones.
Podría haber, en ambas partes del conflicto, un factor de irresponsabilidad, del que no se excluyen los empresarios, quienes podrían reajustar depurar sus presupuestos para asumir parte de las pretensiones económicas de los subalternos y la mayor carga que les supone a los matadores.
Pero es difícil la gestión porque, si bien todos los estamentos tienen sus asociaciones profesionales, no hay un órgano superior, ni profesional ni gubernativo, que pueda resolver con autoridad la colisión de intereses. Los toreros jamás han estado organizados y seguramente éste es su mayor problema.
Babelia
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