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Los novilleros pasaron con dificultades el control de calidad

Plaza de Las Ventas. 27 de febrero. Festival organizado por la EscueÍa de Tauromaquia.Novillos de Antonio Ordóñez, Atanasio Fernández, Antonio Pèrez, Martínez, Elizondo Rocío de la Cámara y José Luis Marca, flojos y manejables.

Fernando Galindo. Media perpendicular delantera y cuatro descabellos (aplausos y salida al tercio). Fernando Rivera. Cuatro pinchazos y dos descabellos (aplausos y salida al tercio). Lucio Sandín. Pinchazo hondo y cinco descabellos (palmas y sale a saludar). Julián Maestro. Tres pinchazos y bajonazo (vueha con protestas). Vicente Yesteras. Pinchazo, estocada atravesada que asoma y tres descabellos (silencio. Luis Miguel Campano. Buena estocada (oreja).

Al final hubo oreja, bien ganada por Luis Miguel Campano, y elevó la puntuación media de los novilleros, que no iba buena. El festejo tenía el interés principal de ofrecer a la cátedra un panorama muy completo de la novillería actual y someterlo a su control de calidad. Producido el acontecimiento, resumimos que esa novillería lo pasé con dificultades.De un lado están las posibilídades de cada novillero y de otro la muestra global del toreo que hoy se practica. En este último aspecto es justo señalar que, en general, los nuevos valores, igual que ocurre con los matadores de altemativa, dan un nivel de eficacia y regularidad aceptables. En épocas anteriores había cantidad de novilleros mucho más malos que estos seis de ayer. Pero hay que apresurarse a matizar que también los había mucho mejores y que en cualquier caso tenían personalidad. No como. ayer en Las Ventas, o en cualquier plaza, donde, a salvo excepciones, todos los toreros parecen el mismo, y les importa una higa, como si se complacieran en el adocenamiento.

Todos ponen manita de cantaor o quizá es que recitan El Piyayo durante el cite; en ese cite todos serpentean un pie, y el contrario lo colocan atrás, a pesar de que es posición opuesta a la que mandan cánones; todos desdeñan la calidad en servidumbre de la cantidad de los pases y suponen que las ómbestidas de los novillos son inágotables; todos manejan el capote con vulgaridad manifiesta, y todos tienen cifrada la compra de un cortijo en la facturación abusiva de derechazos. Por lo que parece, nadie les ha advertido que es al reves, y nunca se producirá tal advertencia pues, según podemos testificar, los mentores de los espadas, de vuelta al hotel, les abroncan:. "¡Ese toro tenía veinte pases más, quillo!'.

Y al quillo le invade la mala conciencia de no haber pegado esos veinte pases más que tenía el toro, de forma que, en la siguiente oportunidad, los dá a guisa de compensación o desquite, más los otros veinte sobrantes que calcula tendrá el nuevo toro, más los 99 de rigor. Total, que salen 139, en el mejor de los casos. Con esta contabilidad los taurinos se quedan muy ufanos pero, en realidad, se echan a perder faenas buenas, al estilo de la de Fernando Galindo en el primero, que le salía seria y masisá, o simplemente decorosas, como la de Fernando Rivera, a quien correspondió un novillo excesivamente inválido para lucir y, sobre todo, para pegar tantos pases.

Destaquemos la plausible propensión de los novilleros a interpretar el toreo hondo a dos manos, que los diestros dichos realizaron muy bien, y aún lo mejoró Julián Maestro, quien, por añadidura, fue el único en la tarde que supo hacer la faena justa, medida en muletazos, variada. En otro orden de cosas, Lucio Sandín porfió inútilmente para sacar faena al novillo más flojo de los seis, y Vicente Yesteras no pudo con el más fuerte y encastado, que fue el de Rocío de la Cámara.

Al final, decíamos, subió la puntuación media, merced a la actuación inteligente y torera de Campano, frente a un delicioso ejemplar de José Luis Marca, que se engolosinaba con los engaños. El torero logró algunas series de redondos y derechazos excelentes, oportunos ayudados y cambios de mano, pases de pecho de impecablé,trazo y una estocada en los rubios, ejecutada a ley, lo que le valió oreja, triunfo y una bendición amplia de la cátedra para que pueda ir Por la vida en plan figura, si eso es lo que le place.

Por lo demás, la debilidad del ganado era sospechosa, inquietante la presencia activa del Pimpi en los primeros tercios, e intolerable que los caballos de picar llevaran manguitos. A lo mejor el nuevo equipo de Interior no se ha enterado de que son antirreglamentarios o incluso de que existen. Pues ya lo sabe.

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