Presentado en Berlín un polémico filme feminista de Von Trotta
ENVIADO ESPECIALQuizá fuera Locuras de mujeres, de Margarethe von Trotta, la película más esperada del Festival de Berlín. El éxito de su última obra, Las hermanas alemanas, y el rigor de su filmografía -muchas veces apoyada en el trabajo de su marido, el también director Volker Schlöndorff- avalaban tal curiosidad. Pero concluida la proyección de esta película feminista, la decepción se adueñó claramente de los espectadores, que dividieron su opinión entre fuertes silbidos y tibios aplausos.
La historia que narra cae en numerosos lugares comunes, y así se lo hizo saber una buena parte de las espectadoras que acudieron a la conferencia de Prensa: "Nos parece absurdo ese odio irracional hacia el hombre", gritaba una periodista alemana a la que Margarethe von Trotta quiso calmar asegurándole que ese odio no existía en la película: "No es tanto la historia de dos mujeres como la de la amistad entre dos seres humanos".
Las imágenes de la película, sin embargo, parecen dar la razón a sus detractoras: el egoísmo de los maridos de esas dos mujeres, que encuentran en su amistad una forma de comunicación que hasta entonces ignoraban, tiene trazos esquemáticos. Tampoco es sutil la explicación de la neurosis de una de ellas, Ruth, empeñada en quitarse la vida cada vez que discute con el marido, o que éste hace gala de su capacidad de manipulación. Ruth se refugia, como último recurso, en la pintura o en sus sueños, definidos siempre en blanco y negro, colores con los que se cierta la película, dejando así en libertad al espectador para que éste considere si el disparo con el que Ruth mata a su marido forma parte de la realidad o de deseos no consumados.
Desenlace ambiguo
La ambigüedad de tal desenlace crispó a bastantes espectadores, convencidos de que éste era el mensaje de la película; sería demasiado fácil creer en ello. Habría que encontrarlo en el minucioso estudio de la amistad de las dos protagonistas (bien interpretadas por Hanna Schygulla y Angela Winkler), en su huida, en sus secretos compartidos, aunque el esquematismo impere en él sin alcanzar la complejidad que se esperaba de Margarethe von Trotta y sin que ello afecte al cuidado de la puesta en escena, tan característico, por otra parte, en la filmografía de esta directora.A pesar de las críticas recibidas, tiene más interés Locuras de mujeres que la obra de la realizadora italiana Giovanni Gagliardo, La calle de los espejos, que despertó las risas de los ya cansados espectadores del festival: cuenta la película que una mujer magistrado, al investigar el presunto suicidio de una joven, descubre, sin sorpresa para el espectador, que fue asesinada por su propio marido; cuando, por azar, la magistrada mata de la misma forma a otra mujer, se hace cómplice del primer asesinato y logra encubrir a su esposo. Hora y media de letargo.
Babelia
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