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Reportaje:Una guerrilla mística en la cordillera andina / 1

Sendero Luminoso controla algunas zonas en el departamento peruano de Ayacucho

El prefecto de Ayacucho abre su chaqueta y muestra el revólver que porta en la cintura. "Sí, siempre voy armado. Tengo también una metralleta, pero en mi dormitorio", dice con una sonrisa. Augusto Vega Rioja, de 35 años, lleva sólo cinco meses de prefecto, es decir, de máximo representante del poder ejecutivo en el departamento de Ayacucho, uno de los más pobres de Perú y donde opera un extraño grupo guerrillero, de ideología maoísta: Sendero Luminoso.Es un puesto difícil y peligroso el que desempeña este abogado limeño, ex futbolista profesional y militante de Acción Popular, el partido en el poder. En los dos años y medio que lleva de lucha armada, Sendero Luminoso ha realizado, según datos oficiales, 2.325 atentados. Han muerto 73 civiles y 35 policías, y las acciones terroristas han causado graves perjuicios económicos a esta ya depauperada región andina.

"Yo sugerí al Gobierno que enviara aquí al Ejército, y desde que llegaron las tropas, a finales de diciembre pasado, la población ha recuperado la tranquilidad. Viajo mucho por los pueblos del departamento y he podido comprobarlo", asegura. "Los campesinos no apoyan a los terroristas; lo que ocurría es que estaban atemorizados. Pero ahora se sienten protegidos y rechazan el terrorismo".

En su despacho oficial, situado en un bello edificio colonial de la plaza de Armas de Ayacucho, Augusto Vega Rioja muestra orgulloso su trofeo preferido: una Pandera roja con la hoz y el martillo, la bandera de Sendero Luminoso. "Yo quité personalmente este trapito rojo de un pueblo del departamento e icé en su lugar la bandera roja y blanca de Perú". Para el prefecto, la situación ha mejorado mucho en las últimas semanas y las fuerzas de seguridad han pasado a la ofensiva. "El Ejército no ha entrado en combate por ahora. Su misión, es dar apoyo logístico a la policía y la Guardia Civil e imponer el orden con su sola presencia", dice.

Fuera, en la plaza de Armas, numerosos agentes de la Guardia Civil, armados con metralletas y fusiles de asalto, patrullan por los soportales. Algunos ancianos toman el sol en los jardines que rodean la estatua ecuestre del mariscal Sucre, uno de los padres de la independencia americana. Dos tanquetas de la Guardia Civil, a escasos metros una de otra, rodean la plaza a gran velocidad. Los escasos transeúntes caminan deprisa, sin prestar aparentemente atención al impresionante despliegue policial. Para las mujeres indias con sus niños a la espalda, para los campesinos y para los comerciantes de Ayacucho este es un espectáculo cotidiano.

Cóctel ideológico

Al otro lado de la plaza está el rectorado de la Universidad de San Cristóbal de Huamanga, considerada la cuna del movimiento Sendero Luminoso. Allí daba cla les de sociología Abimael Guzmán, el fundador e ideólogo de esta organización, que se inspira en los postulados revolucionarios de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao Zedong, los cuatro de Shangai y el fundador del partido comunista peruano, José Carlos Mariá tegui. De uno de sus libros precisamente, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, tomó Abimael Guzmán el sorprendente y un tanto poético nombre de su organización armada.

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El rector en funciones de esta universidad, Víctor Díaz León, de 48 años, no se muestra demasiado elocuente. Niega que Sendero Luminoso haya surgido de esas aulas, aunque reconoce que "eso se dice por ahí". Conoció a Abimael Guzmán, que en sus tiempos de profesor universitario era "una persona normal, como cualquier otra". No sabe cuántos estudiantes hay detenidos y admite que la asistencia a las clases ha disminuido, "pero no significativamente". Otras fuentes indicaron, sin embargo, que la Universidad de San Cristóbal está prácticamente desierta, que algunos estudiantes se han ido con la guerrilla y otros muchos no quieren aparecer por Ayacucho por temor a las redadas indiscriminadas de la policía.

Al día siguiente, un sábado, tiene lugar una de estas redadas en la puerta misma de la universidad. Docenas de guardias civiles piden la documentación a todo el que atraviesa la céntrica plaza. Detienen especialmente a jóvenes de entre quince y veinticinco años. En media hora los arrestados son más de cincuenta. Les llevan esposados, con las manos a la espalda, en columna de a dos, hacia la Novena Comandancia de la Guardia Civil, situada a unos trescientos metros. Nadie protesta ni ofrece resistencia. Los vendedores de frutas y baratijas, los comerciantes asomados a las puertas de sus tiendas vacías de público, las indias sentadas en el suelo ven pasar la columna

Los 'sinchis'

Poco después dos Land-Rove de la Guardia Civil frenan bruscamente ante la puerta de la Novena Comandancia. Desciende de ellos un grupo de hombres fuertemente armados. Llevan jerseis azul marino y pasamontañas del mismo color que impiden ver sus rostros Traen algunos campesinos detenidos. Se trata de una patrulla de sinchis ("los que todo lo pueden", en quechua), el cuerpo antisubversivo de la Guardia Civil, que regresa de una misión en los pueblecitos de la montaña.

Los métodos de los sinchis han creado una gran polémica en la Prensa peruana. Algunos les acusan de brutalidad, de torturas, de asesinato indiscriminado de campesinos, a los que después de muertos se cuelga la etiqueta de terroristas.

Para otros es un cuerpo de elite, disciplinado y bien entrenado, que lleva a cabo la difícil tarea de combatir al terrorismo. Algo parece claro, sin embargo: no son nada populares entre la población, y a los que no les importa ser reconocidos se pasean por las calles de Ayacucho en una actitud más bien prepotente, vestidos con pantalones de campaña y camisetas blancas con un escudo en el pecho y la "leyenda "los sinchis".

Dos aviones de combate, probablemente Sujoys soviéticos, sobrevuelan con estruendo esta capital de la sierra andina peruana situada a casi 3.000 metros de altura y 575 kilómetros al sureste de Lima. Es un elemento más de "acción psicológica", de hacer.patente a la población y a los guerrilleros escondidos en las montañas la presencia de las fuerzas armadas.

El toque de queda comienza a las diez de la noche, pero desde un par de horas antes no hay casi nadie por las calles, excepto las patrullas militares y de la Guardia Civil.

La presencia de las fuerzas de seguridad es mucho menor, nula prácticamente, en los llamados pueblosjóvenes, un eufemismo con el que se denominan en Perú los barrios de aluvión, las zonas pobres donde se instalan los inmigrantes que llegan del campo a la ciudad en busca de trabajo. De creer a varios informadores, los miembros de Sendero Luminoso se mueven por la noche con entera libertad en esos barrios, donde la policía sólo entra a la luz del día.

Un taxista comenta: "Aquí la balacera comienza generalmente después de las seis de la tarde". No es así, sin embargo, y la quietud del toque de queda es rota solamente por algunos tiros hacia las tres de la madrugada. No se trata de un combate, sino de disparos esporádicos al aire o producto de los nervios de algún centinela.

Los muros de las calles de Ayacucho están llenos de'pintadas: "Viva la lucha armada", "Gloria a los guerrilleros", "Viva el marxismo-lininismo" (sic), "Guerra popular". Hay también grafitos de mayor carga ideológica y que hacen referencia a realidades lejanas: "Hoxa, traidor", 'Vivan los cuatro de Shangai", "Muerte a Deng Xiaoping".

La estrategia desarrollada por Sendero Luminoso es la clásica de la revolución china: guerra popular prolongada desde el campo a la ciudad. A lo largo del pasado año los ataques de los senderistas consiguieron que la policía y las autoridades civiles se retiraran de algunos pueblos andinos. Se crearon así las "zonas liberadas", donde la guerrilla ha impuesto su ley, repartido las tierras entre los campesinos y llevado a cabo numerosas ejecuciones sumarias, a veces tras un llamado juicio popular.

Los senderistas suelen llegar a los pueblos al anochecer, en grupos de treinta o más, con los rostros cubiertos por pasamontañas rojos o negros y equipados con armas robadas a la policía y dinamita conseguida en las minas cercanas. Una vez asaltado el cuartel de la Guardia Civil, convocan en la plaza principal a toda la población y la arengan sobre la guerra de guerrillas y la revolución en curso. Después juzgan a los "enemigos del pueblo" (policías, hacendados, alcaldes, comerciantes ... ) y asesinan fríamente, con disparos en la cara o la cabeza, a los considerados culpables. Amenazan de muerte a quienes acepten desempeñar algún cargo público y exhortan a los campesinos a cultivar únicamente lo necesario para su propio consumo, con el fin de desabastecer a las ciudades y obligar a las poblaciones urbanas a "tomar partido" en la guerra revolucionaria.

El armamento capturado hasta ahora por las fuerzas de seguridad a los senderistas procedía totalmente de los cuarteles asaltados de la Guardia Civil, de los puestos de policía y de los agentes asesinados. No hay pruebas de que los guerrilleros tengan armas sofisticadas, aunque el rumor está en la calle y se habla de que los traficantes de narcóticos, muy abundantes en la abrupta región, podrían facilitar esas armas, ya que les interesa tener a la policía ocupada en combatir el terrorismo. La huaraca, una especie de honda con la que los senderistas lanzan cargas de dinamita a casi cien metros de distancia, ha demostrado ser un arma eficaz.

Nadie pone en duda el relativo apoyo que ha obtenido Sendero Luminoso en algunas regiones de esta sierra central andina. Los senderistas hablan quechua, conviven con los campesinos y utilizan con éxito algunos mitos incaicos profundamente arraigados en la población. El senador socialista Enrique Bernales subraya que el fenómeno no es algo gratuito ni espontáneo. "En Ayacucho se ha hecho un trabajo político desde hace más de veinte años. Los senderistas han sabido aprovechar la extrema pobreza de la región y la opresión cultural que han sufrido sus pobladores, a los que, por ejemplo, se íuzgaba en español cuando es una zona casi completamente quechuahablante".

Región deprimida

El terreno estaba abonado para un movimiento revolucionario en el abandonado departamento de Ayacucho, el segundo más pobre de Perú. El índice de analfabetismo es de los más altos de América Latina y del mundo: un 68,5% de la población en edad escolar. En las siete provincias del departamento -cinco de las cuales están en estado de emergencia- viven unas 400.000 personas, casi una cuarta parte de ellas en la capital, Ayacucho, y el 60% en el campo.

La renta per cápita en esta región se calcula en 75 dólares anuales (unas 9.000 pesetas); hay un médico por cada 18.000 habitantes, y en grandes áreas el consumo de calorías diario apenas sobrepasa las cuatrocientas, cuando la Organizacion Mundial de la Salud (OMS) establece el mínimo diario en 850 calorías. Al igual que en la cercana Bolivia, la hoja de coca masticada con cal sirve para combatir el hambre y el cansancio a los trabajadores del campo y de las minas.

Sendero Luminoso ha actuado escasamente en las ciudades, aunque ha llevado a cabo algunas acciones espectaculares en Ayacucho y en la propia Lima. Sin embargo, al entierro de la dirigente guerrillera de diecinueve años Edith Lagos, muerta en enfrentamiento con la policía, acudió una multitud que distintos medios informativos estimaron entre 10.000 y 30.000 personas. El pasado 9 de enero Ayacucho quedó paralizada por una huelga general convocada por la organización, que hizo su llamamiento a través de la radio local, previamente ocupada por numerosos hombres armados. "La huelga fue producto del miedo y no significa un apoyo a los terroristas", dice el prefecto Vega Rioja.

En los últimos tiempos, Sendero Luminoso ha combinado las acciones de guerrilla, como el asalto a cuarteles de la Guardia Civil, la toma de pueblos y los enfrentamientos abiertos con las fuerzas de seguridad, con atentados de tipo terrorista. Los senderistas han volado incontables torres eléctricas y asesinado jueces, alcaldes y policías en las carreteras o en las calles de las ciudades. A veces los terroristas son niños de quince años. La dificultad de identificar a los activistas ha llevado a las fuerzas de seguridad a desarrollar una represión indiscriminada que ha atemorizado a la población y granjeado simpatías a los senderistas.

También han realizado los senderistas espectaculares acciones de propaganda, como cuando para' celebrar el 52º cumpleaños de su líder, Abimael Guzmán, alias camarada Gonzalo, dejaron a oscuras a la mayor parte de Lima y encendieron en uno de los cerros que domina la ciudad una enorme hoz y martillo. Esta afición a la p irotecnia revolucionaria es una constante en el comportamiento de Sendero Luminoso, que ha utilizado también en Ayacucho la misma técnica propagandística, al construir con botes de refrescos llenos de gasolina gigantescas hoces y martillos que se ven desde cualquier punto de la ciudad, donde previamente se ha provocado un apagón dinamitando las estaciones o los tendidos eléctricos. Es una forma de expresión ardiente de su mística revolucionaria.

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