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Presiones de algunos países occidentales para que Reagan modifique sus propuestas a la Unión Soviética sobre desarme

Andrés Ortega

El vicepresidente de Estados Unidos, George Bush. llegará hoy a Ginebra para conversar con los negociadores soviéticos y norteamericanos que discuten sobre la reducción de fuerzas nucleares intermedias (IN F) terrestres. Bush consultó ayer en Bruselas a los aliados de la OTAN, en la tercera etapa de su gira europea, de la que si algo se lleva a Washington, son las presiones de diversos países de Europa Occidental para aceptar una propuesta distinta a la opción cero y para que las negociaciones con la Unión Soviética culminen con un resultado concreto.

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La opción cero pretende eliminar de "la faz de la tierra" esta "nueva generación de armas". Bush se negó sin embargo en una conferencia de Prensa a dar precisiones sobre alternativas e incluso a explicar en que consistiría una "alternativa razonable" que Estados Unidos espera oir de boca de la URSS.Por una parte, el Gobierno holandés ha indicado que, sin resultados en las negociaciones, los Países Bajos tendrían gran des dificultades en desplegar sobre su territorio los euromisiles que le corresponden. El Gobierno belga ha expresado sus deseos de llegar a una solución intermedia, aunque la opción cero constituya el objetivo a largo plazo.

El candidato socialdemócrata a la cancillería de la República Federal de Alemania, Hans-Jochel Vogel recordó ayer en *Bruselas que ha pedido a Bush que "Estados Unidos presenten una contrapropuesta" a las propuestas del dirigente soviético Yuri Andropov. Washington, sin embargo, parece esperar, mientras Bush se declaraba satisfecho por la solidaridad expresada por los diversos Gobiernos y el Consejo Atlántico reunido ayer a nivel de representantes permanentes.

"Es, por supuesto, posible que un Gobierno dirigido por mí se niegue al despliegue de los cohetes. La decisión habrá de ser considerada a la vista de las negociaciones a finales de 1983", fecha prevista para comenzar el despliegue de los euromisiles, declaró Vogel. "No escondo", añadió, "que nuestro objetivo es una reducción radical del número de estos misiles por parte soviética que hiciera superfluo el despliegue por nuestra parte". Los observadores leyeron en esta frase una referencia al equilibrio euroestratégico que podrían suponer las armas nucleares británicas y francesas. "Estos sistemas existen y apuntan hacia el Este", aclaró Vogel, "no se les puede pedir a las superpotencias que ignoren este hecho".

Para Bush, estos sistemas no están sobre la mesa de las negociaciones de Ginebra. "Los rusos, en privado, han indicado que no es necesario contarlos", señaló Bush, que, en estas consultas con los aliados occidentales se mantuvo firme en la opción cero, "cuyo único argumento en contra es que no les gusta a los soviéticos, y esto no basta". EE UU siguen esperando una "propuesta razonable" por parte soviética, pero Bush no quiso aclarar en que podrían consistir. Bush se negó también a decir si había alternativas, pero aseguró que no se contempla una solución por etapas.

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Si Bush habló de unidad atlántica tras sus conversaciones en la sede de la OTAN, su sesión de trabajo con la Comisión de la Comunidad Económica Europea no discurrió por terreno agradable. En una dura declaración, el presidente de la Comisión Europea, Gaston Thorn, expresó su "considerable sorpresa" por "la acción de Estados Unidos destinada en acaparar en los próximos doce o catorce meses el con junto del mercado egipcio de la harina de trigo a precios subvecionados, inferiores a los del mercado mundial".

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