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Moscú teme que Washington convenza a la opinión pública europea

La rapidez con que el Kremlin ha respondido a la oferta del presidente norteamericano, Ronald Reagan, para la celebración de una cumbre es, a juicio de los observadores, un claro indicio del temor que Moscú siente ante la posibilidad de que la Casa Blanca recupere el terreno perdido frente a las opiniones públicas europeas.En pocas horas, tanto los medios de comunicación de la URSS como el propio líder comunista, Yuri Andropov, se apresuraron a calificar de propagandística la iniciativa de Reagan, que, según el Kremlin, no sólo era nueva, sino que se convertía en inaceptable por tratar de imponer la opción cero como condición previa a la celebración del encuentro Reagan-Andropov.

Los soviéticos acusan a sus antagonistas de Washington de tratar de disfrazar sus propuestas para aparentar así flexibilidad negociadora. Como es sabido, los norteamericanos, por su parte, señalan a los dirigentes moscovitas con las mismas acusaciones.

Lo cierto es que ambas partes parecen dispuestas a esperar algo más de un mes; para ver cuáles son los resultados de las elecciones legislativas en la República Federal de Alemania, de las que depende, en buena parte, el futuro de los euromisiles.

Entre tanto, es altamente improbable que se llegue a celebrar un encuentro Reagan-Andropov, ya que ambos políticos ponen como condición previa el haber encontrado una base de diálogo, cosa que aún parece lejana.

Washington insiste en su opción cero (no instalación de los euromisiles a cambio de la desaparición de todas las armas nucleares de alcance medio -SS-20, SS-4 y SS-5- que los soviéticos tienen en su territorio europeo) y Moscú pretende que se contabilicen los arsenales británico y francés dentro del balance nuclear intereuropeo.

Este diálogo de sordos sobre las armas tácticas europeas dificulta aún más un acuerdo en las conversaciones START sobre armas estratégicas, que ayer se reanudaron en Ginebra.

Hasta el momento, la posición soviética sobre las START sigue siendo la expuesta por Yuri Andropov el pasado 21 de diciembre, en el discurso que entonces pronunció ante el Soviet Supremo (Parlamento) de la Unión Soviética.

En aquella ocasión, el líder de la URSS propuso a Estados Unidos que ambos países redujeran "en más de un 25%" el número de vectores estratégicos, limitando, además, "sustancialmente" la cantidad de cargas nucleares y reduciendo "al máximo" el perfeccionamiento de estas armas.

De este modo, el arsenal estratégico soviético -que poseía 2.500 vectores en 1979, reducidos dos años más tarde a 2.250, gracias a los acuerdos SALT 2, que -no fueron ratificados por Estados Unidos- disminuiría hasta llegar a tener unos 1.800 cohetes de largo alcance y bombarderos estratégicos.

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