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La visita oficial de Fidel Castro a España ha sido fijada, en principio, para el próximo otoño

La tantas veces aplazada visita oficial de Fidel Castro a España ha sido fijada en principio para el último trimestre de 1983, dentro de un viaje europeo que incluirá, además de Madrid, otras dos capitales con Gobiernos socialistas -París y Estocolmo-, según ha podido saber EL PAIS de fuentes seguras. Su realización supondrá un desafío a la posición norteamericana contraria a la presencia del líder cubano en Europa Occidental, desde su acceso al poder en La Habana el año 1959. En sentido inverso, sólo un presidente europeo en el poder, Adolfo Suárez, transgredió esa posición de Washington al viajar a La Habana en septiembre de 1978.

Previamente a la llegada de Castro, don Juan Carlos podría visitar Cuba dentro de. un periplo que incluiría algunos de los países americanos en los que todavía no ha sido recibido como rey de España, entre los que se citan Bolivia, Chile y Brasil.Los primeros detalles de este programa, como ya informó EL PAIS (véase la edición del 12 de enero), fueron discutidos por el ministro español de Cultura con Castro el pasado día 11, durante un encuentro cuya duración se prolongó por espacio de varias horas. Javier Solana, que viajaba en calidad de enviado personal del presidente Felipe González, hizo saber a su interlocutor el deseo del Gobierno español de que lleve a cabo la visita aplazada desde la invitación oficial transmitida por el presidente Suárez, en nombre del rey Juan Carlos, cuando acudió a La Habana.

Ahora se recuerda que en la conferencia dé Prensa realizada tras la cumbre interministerial hispano-francesa, celebrada en París el 11 de enero, ambas delegaciones dijeron confiar en la voluntad política común "para realizar una tarea de dimensión histórica" a medio y largo plazo. El titular de Asuntos Exteriores, Fernando Morán, insistió en la existencia de un proyecto -político común internacional y precisó que "España y Francia pueden hacer muchas cosas juntas en el mundo y, sobre todo, en Latinoamérica"- En las cancillerías del otro lado del Atlántico estas afirmaciones han producido sorpresa y las autoridades españolas han sido requeridas para que expliquen su alcance.

El presidente Felipe González se mostraba partidario de emprender iniciativas para la puesta en marcha de lo que él mismo denominaba "el pequeño Helsinki", una conferencia sobre seguridad y cooperación para Centroamérica, donde llevó a cabo frecuentes misiones en nombre de la Internacional Socialista. Una declaración contundente de los ministros de Asuntos Exteriores de Panamá, México, Colombia y Venezuela -repúblicas muy bien relacionadas con Estados Unidos- en la isla Contadora, a fines de la primera semana de enero, propugnó que la crisis de la región sea resuelta exclusivamente por los países involucrados. El Gobierno español, que no desea, complicar su negociación con la administración Reagan, ha comprendido la insinuación y ha optado por abstenerse. Ahora se piensa que sobre el entendimiento hispano-francés las iniciativas que se adopten podrían llegar a abrirse camino. El previsto viaje de Fidel Castro puede servir para ensayar esas posibilidades, que la diplomacia francesa de Claude Cheysson, deseosa de globalizar las relaciones con España, intentará explotar en favor de sus intereses específicos. Para Cuba, la gira europea de Fidel Castro tiene una gran importancia. Significaría una primera salida del ghetto soviético-tercer mundista, impulsaría la apertura de nuevos horizontes políticos y comerciales y permitiría explorar las posibilidades de entendimiento en Centroamérica y en Africa, donde se hallan destacados soldados y cuadros técnicos cubanos. Las tres etapas del recorrido europeo de Castro quedarán minuciosamente preparadas de acuerdo con un calendario que evite cualquier interferencia no deseada en los acontecimientos políticos interiores de los países anfitriones y que se asegure un ritmo conveniente, sin excesiva prolongación de las estancias, como la que se produjo cuando la visita del líder cubano al Chile de Allende.

Refugiados chilenos

Desde Santiago han llegado a Madrid hace escasos días cuatro chilenos que habían solicitado asilo político en la Embajada española y se encontraban a la espera de obtener autorización oficial para abandonar su país. El acuerdo logrado por el jefe de la misión diplomática en la nación andina, Bermúdez de Castro, se obtuvo bajo el compromiso de mantenerlo en absoluta reserva y con la advertencia de que cualquier proceder estimado propagandístico por el Gobierno de Pinochet desencadenaría represalias sobre los familiares de los exiliados acogidos inicialmente en el Colegio Mayor Guadalupe. Fuentes próximas a las asociaciones de refugiados políticos latinoamericanos manifestaron a EL PAIS que consideran esta operación como un éxito de la diplomacia del PSOE.

En esos círculos se detectan algunas diferencias entre el equipo formado por Fernando Morán y algunas de las personas que trabajaron el área de la política exterior por encargo de la Ejecutiva Federal socialista, como Elena Flores y Manuel Marín. Del ministro galo de Exteriores, que fue anteriormente miembro de la Comisión de las Comunidades Europeas, se recuerda que tuvo a su cargo en Bruselas las relaciones con el Tercer Mundo. A su gestión en ese puesto se atribuye la inclusión de la Guinea Ecuatorial del dictador Francisco Macías en las ventajas de la convención de Lomé, dispensadas por la Comunidad Europea a las antiguas colonias francesas.

Se recuerda también que un hermano de Cheysson desarrollaba una intensísima actividad de negocios en aquella república africana, donde tanta influencia alcanzó uno de los promotores de la Junta Democrática -plataforma donde se agrupaba a la oposición en las postrimerías del franquismo- hasta que fue eliminado por el PSOE.

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