Los presidentes socialistas de siete Gobiernos europeos defienden en París la solidaridad ante la crisis económica
Los siete jefes de Gobierno socialistas reunidos ayer en París para cerrar una serie de coloquios sobre la política de cambio sentaron las bases de un próximo llamamiento para reactivar la economía mundial. Invitados por el Partido Socialista (PS) francés, participaron en la cumbre Felipe González (España), Pierre Mauroy (Francia), Olof Palme (Suecia), Andreas Papandreu (Grecia), Bruno Kreisky (Austria), Kalevi Sorsa (Finlandia) y Habib Thiam (Senegal).
El presidente del Gobierno español hizo especial hincapié en la necesidad de presentar un plan para enfrentar conjuntamente la crisis económica y recalcó la necesidad de que la solidaridad prevalezca en este terreno. En una conferencia de Prensa con periodistas españoles, Felipe González manifestó su deseo de realizar en breve un viaje oficial a la capital francesa.Los partidos reunidos durante el fin de semana en París se comprometieron ayer a preparar, para su celebración dentro de unos tres meses, una reunión política al máximo nivel con objeto de incitar a los actores económicos mundiales a una reactivación que propicie la salida de la crisis. A ello les invita, en primer lugar, según manifestó el presidente español, "el fracaso que se observa, hasta ahora, de todas las políticas de rigor monetario". Esta reunión política sería precedida de una técnica que esbozaría el contenido del documento final. Así concluyeron las reuniones que ha celebrado en Francia el PS para intentar popularizar su política de cambio. Con objeto de resaltar el acto final, fueron invitados a París los primeros ministros de seis Gobiernos socialistas.
González, al igual que el primer ministro sueco, Olof Palme, insistió en la necesidad de que exista solidaridad y en que sólo la expansión vencerá la crisis (los socialistas franceses ponen el énfasis en el reparto del trabajo, teoría que Palme no comparte).
Este tema económico dominó las diversas intervenciones de los siete presidentes de Gobierno. En la noche del sábado, González y su homólogo griego, Andreas Papandreu, cenaron con el francés, Pierre Mauroy. Según el presidente español, su conversación giró esencialmente en torno a la estrategia política de cambio a seguir de manera más eficaz: "¿Conviene hacer muchas reformas inmediatamente, si se sigue el ejemplo francés, o es preferible no violentar el ritmo normal de una sociedad? Es una pregunta", dijo González, "que yo me planteo".
Ayer, el presidente de la República Francesa, François Mitterrand, invitó a almorzar a los siete primeros ministros. Ni en esta comida ni en la cena de anteanoche se abordaron problemas bilaterales, declaró el presidente español, lo que no quiere decir que, cuando la ocasión se ha presentado, no haya defendido las posturas españolas".
González invitó a los periodistas españoles acreditados en París a una conversación con él en la Embajada española. No participaron informadores de otras nacionalidades, para dejar bien claro que esta visita del presidente no es de Estado, sino una reunión a nivel de partidos socialistas. Por esta razón (y quizá para que nadie pueda reprocharle que ha vuelto a Madrid con las manos vacías), González insistió varias veces en que su visita a París era exclusivamente como máximo dirigente del PSOE y no como presidente del Gobierno.
En la referida conferencia de Prensa-conversación, González habló de las relaciones hispano-francesas en términos conciliadores, sin optimismo ni pesimismo. Estimó que existe un ligero progreso hacia un mayor entendimiento y que, desde luego, "por falta de celebrar todas las reuniones necesarias" no quedará.
Relaciones con Francia
Habló de las relaciones franco-españolas en lo referente al problema vasco y la adhesión española a la Comunidad Económica Europea (CEE). Un periodista le recordó que, en la reciente cumbre entre los titulares de Asuntos Exteriores, el ministro hispano, Fernando Morán, había clarificado la actitud española sobre estas dos cuestiones, que han envenenado el contencioso París-Madrid durante los últimos años, al declarar que el problema vasco es específicamente español y que la entrada de España en la CEE depende, en primer lugar, de la solución de las dificultades internas comunitarias.González dijo que la adhesión española es una cuestión de la Comunidad y que, como tal, también es francesa de forma muy particular. Como así lo estiman los franceses, convino con que los intereses importantes que Francia defiende para ella excusan a otros miembros de la CEE de defender los suyos propios. Sobre el terrorismo se mostró también en la mitad del camino: "Es español, se produce en territorio español", pero habría que preguntarles a los franceses lo que ocurriría si, un día, el País Vasco del Norte solicitara la independencia apoyado por un País Vasco del Sur independiente. Y recordaba que "el terrorismo hoy, ya no es un problema nacional, sino supranacional".
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