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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La austeridad y la negociación salarial

Estos últimos días, su periódico se muestra hondamente preocupado por la línea que puedan seguir las negociaciones entre empresarios y trabajadores, entre la CEOE y los sindicatos menos minoritarios. Normal. Lo que ya no me parece tan normal es que, disimuladamente, intente crear una corriente de opinión pública descaradamente favorable a la parte más fuerte en la contienda.Me refiero a la opinión titulada La austeridad y la negociación salarial (EL PAIS, número 2.103, de 28 de diciembre de 1982) y la titulada El empleo y la libre empresa (número 2.104, de 29 de diciembre de 1982). No es el momento de analizar sus contenidos, sobre todo por falta de espacio. Pero no puedo resistirme a decir lo que yo pienso sobre el tema, que, lo siento, difiere bastante de los criterios seguidos por EL PAIS.

Los salarios de los trabajadores vienen sufriendo desde hace cuatro años las consecuencias de la austeridad para aportar su grano de arena en la superación de la crisis y para mantener el empleo. Mientras tanto, los empresarios más poderosos y algunos listos aprovecharon para reducir plantillas, cerrar empresas para abrirlas con nombre distinto, multiplicar sus beneficios para guardarlos en Suiza, dejar en la cuneta a pequeños empresarios y crear un ambiente de inestabilidad y miedo que les permitiera tener la sartén por el mango. Los sindicatos menos minoritarios, quizá con la mejor intención o quizá porque ello favorecía algunas opciones políticas, han cedido en los pactos de la Moncloa, en el AMI, en el ANE..., sin que el sacrificio de los trabajadores se haya traducido en la mínima esperanza de mejorar la situación salarial y de empleo.

La solución está en la austeridad. El problema es cómo repartirla. Las medidas del PSOE respecto a incompatibilidades son un paso. No lo es el sueldo anunciado para los parlamentarios. No lo es la postura de la CEOE y la de quienes aluden al salario del peón de albañil como si los peones no fueran hombres.

La solución está en la austeridad de quienes todavía no saben lo que es eso. A esos, supongo que en un reparto equitativo les debería tocar más austeridad que a los que no son sino austeridad ambulante. Por eso, aunque ja más de uno le suene a chino, la auténtica austeridad que los españoles necesitamos debería comenzar por congelar todos los sueldos que sobrepasen las 150.000 pesetas mensuales. Me atrevo a decir más: los que sobrepasen las 250.000 o las 300.000 habría que reducirlos. De esta manera se podría despenalizar los salarios de miseria de los trabajadores y se podría abordar la negociación colectiva con la sana intención de restituir a los salarios de miseria unos aumentos que les garanticen, como mínimo, dos o tres puntos por encima de la inflación prevista. Entiendo por salarios de miseria todos los que hoy no alcanzan las 60.000 pesetas.

Como puede advertir, los puntos de vista difieren un poco. EL PAIS defiende una austeridad capitalista muy bondadosa, y yo, al igual que muchos otros trabajadores, defiendo una austeridad más humana, en mi caso, cristiana y marxista. /

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