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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Tormenta sobre México

ENTRE LAS dubitaciones más notables que aquejan, según parece, al nuevo Gobierno está la primera combinación de embajadores que debe realizar. Fruto de esas dubitaciones, y de algún despiste, es el hecho de que los embajadores en la OTAN y Londres se supieran destituidos por la publicación de su cese en el Boletín Oficial, sin que nadie les hubiera comunicado previamente nada. La apertura de la verja con Gibraltar se ha hecho así, a embajador descabalgado, con el añadido de que el titular de la Embajada ha sido llevado ante los Tribunales por los actuales presidente y vicepresidente del Gobierno, en virtud de su gestión como director general de RTVE. Estas situaciones nos llevan a una consideración casi bufa de nuestra diplomacia.Lo bufo se convertiría en dramático si pudiera llegarse a la conclusión de que las representaciones del Estado en el extranjero van a ser fruto de decisiones en las que pese más el arbitrismo o la vindicta personales que los intereses objetivos de España. Esta sospecha anida ya en la base de algunos nombramientos en centros de decisión económica. También en la de las designaciones para los medios de comunicación de propiedad estatal. Pero la sospecha misma se hace más fuerte en el terreno de la política exterior si se analiza la pequeña tormenta que se avecina sobre el caso de México.

Según todos los indicios, el actual embajador español allí, Emilio Casinello, va a ser relevado de forma inmediata de su cargo, del que tomó posesión a mediados de septiembre, presentando credenciales hace apenas dos meses. El español de a pie debe conocer algunas cosas de la trastienda de esta decisión. Casinello es hijo de exiliados políticos españoles; llegó a México con tres años, donde se crió y vivió durante veinte de su vida. Fruto de esa etapa son sus excelentes relaciones personales con el exilio republicano, al que su familia pertenecía, sus convicciones democráticas y su espectacular nivel de relaciones con la burocracia y el poder político mexicano. De regreso a España, Casinello militó, siendo ya diplomático profesional, durante los años de la dictadura en el Partido Socialista Popular (PSP) del profesor Tierno, en el que convivió con el actual ministro de Asuntos Exteriores, Fernando Morán. Creemos que de muy pocos diplomáticos se puede decir, sin temor a equivocarse, que gozan de prestigio profesional dentro y fuera de la carrera, al mismo tiempo que tienen una inequívoca tradición democrática y de lucha por las libertades. Uno de ellos es el todavía embajador en México. Resulta así que Casinello era una especie de embajador del cambio antes del cambio. La sospecha de que diferencias personales en el seno de su antiguo partido (PSP) con el actual titular de la cartera puedan motivar su relevo es ominosa, pero está en la calle. Cuando se habla de que le ha de sustituir un diplomático profesional respetable, que por cierto fue director general en Exteriores en la etapa franquista, se ignora su cualificación específica para desempeñar la representación en México, y se conoce el interés del PSOE por América Latina, la sorpresa del fulminante relevo es aún mayor.

Las argumentaciones de que Casinello colaboró con la UCD porque fue director general con Pérez-Llorca resultan peligrosas viniendo de un Gobierno cuyo titular de Exteriores colaboró en ese sentido con el Gabinete Arias Navarro, pues Fernando Morán fue director general en la etapa de Areilza como Ministro de Asuntos Exteriores. Y si si sigue el curso por esta peligrosa y desdeñable pendiente de bucear en los curriculums se llega a descubir tambien que Morán tuvo una especial responsabilidad en la etapa de Gregorio López Bravo. No cabe la más mínima duda de que la sustitución del actual embajador en México no está provocada por un plantemiento político de la cuestión. Ni cabe duda tampoco de que las relaciones de Estado a Estado, en momentos especialmente cruciales, cuando México y España estrenan nuevas Administraciones, pueden verse innecesariamente deterioradas por este episodio. Estamos seguros de que la fina sensibilidad del ministro de Asuntos Exteriores no se mostrará hierática a estas consideraciones, cuyo resumen puede ser simplemente el de que resulta inadmisible el manejo de la cosa pública para saldar querellas privadas.

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