Magia ambigua
Aun habiendo conseguido el premio extraordinario del jurado del festival de Cannes de 1978, El grito ha tardado mucho tiempo en ser estrenada en España. Quizá debido a la ambigua recepción que tuvo en aquel festival: frente al premio oficial, la crítica dividió violentamente sus opiniones. Ocurre todavía lo mismo en los países donde se estrena.El grito es una película ambigua que no corresponde a lo que se espera de Jerzy Skolimowski, polaco exiliado que huyó de su país porque en él no podía expresarse en libertad. Sabe a poco la fantástica historia de un hombre extraño cuyo grito tiene capacidad para matar, al estar narrada en términos puros, es decir, sin encontrar en esa situación algún símil parabólico o una pista que oriente al espectador sobre intenciones ocultas.
El grito
Director: Jerzy Skolimowski. Guión: Skolimowski y Michael Austin sobre un relato de Robert Graves. Fotografía: Mike Molly. Sonido: Alan Bell. Intérpretes: Alan Bates, Susanah York, John Huri, Robert Stephens. Inglesa. 1978. Misterio. Local de estreno: Luna 1.
Género de terror
El conflicto, por así llamarlo, se orienta hacia el género de terror: el misterioso hombre que puede matar gritando no es, además, sino el ensueño de un loco que desearía ser ese hombre. La historia, pues, se muerde la cola, dejándola libre de interpretaciones.También era un loco el narrador de El gabinete del doctor Caligari, clásico del expresionismo alemán de los años veinte y, casi en consecuencia, clásico también del cine de misterio. Pero, en el filme alemán, la coartada del loco fue una forma de evadir las presiones censoras.
En El grito, es un salto más en el juego simplemente visual que Skolimowski se plantea. "Mis intenciones", dijo en Cannes, "no son las de hacer una película política; dejo ese tema a los políticos profesionales. Yo sólo he hecho una película que se coloque en las antípodas de Antonioni".
Opción del espectador
Efectivamente, lo está. La magia de sus imágenes (la magia existe) se abre a un terreno sin concreción. El espectador puede dejarse ganar por ella o permanecer ajeno a la pantalla; ésa es su opción.En el primer caso, tanto el misterio que envuelve la historia como la excelente interpretación de Alan Bates, le transportarán a un mundo inquietante cuyo sentido tendrá que buscar en las vivencias de Skolimowski, o quizá en las de Robert Graves, autor del texto original.
En el segundo, sólo podrá apreciar la excelente calidad de la fotografía y de las localizaciones naturales, aunque; ello no sea muy fácil en la mala copia que se exhibe en el local de estreno.
Babelia
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