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Una comisión de cineastas andaluces pide la dimisión del director del Festival de Sevilla

ENVIADO ESPECIALAl mismo tiempo que la Asociación de Escritores Cinematográficos Andaluces otorgaba el premio de su jurado a la película norteamericana Hammet, del alemán Wim Wenders, y otro jurado de la Crítica destacaba la película australiana El hombre del río nevado, de George Miller, como la mejor de las exhibidas en la sección oficial, una comisión de los cineastas andaluces ganadores en el conflictivo certamen-concurso celebrado durante el festival, ha publicado su demanda de que José Gutiérrez Maeso dimita como director de este festival.

Consideran los firmantes de la petición que el III Festival Internacional de Cine de Sevilla "ha marginado y menospreciado la de por sí escasa y pobre producción cinematográfica andaluza", y que el festival "ha llegado a una grave situación límite de falta de correspondencia entre el volumen económico total de su presupuesto y la eficacia conseguida por la organización". Considerándose "excepcionales testigos", los cineastas andaluces solicitan, además, que "la Fundación del Festival resuelva el asunto pendiente de las becas" concedidas como premios y que el próximo festival esté "racionalmente estructurado desde su base para lograr la justa medida que le permita una existencia firme, un desarrollo eficaz a nivel de los medios con que cuenta y la imprescindible conexión con el público de Sevilla". Interrogado por EL PAIS, el presidente de la Diputación Provincial, Manuel del Valle, no quiere adelantar juicio alguno hasta que la Fundación examine la próxima semana los resultados de este festival: "No creo, sin embargo", dice, "que se vaya a hacer una valoración negativa de la gestión de Maeso. Ha habido fallos en la organización pero menos abundantes que en años anteriores y ha habido una magnífica selección de películas. La Diputación estudiará el contenido económico de las becas pero no irá más allá de lo que ya anunciaban las bases".

En el mismo tono expresa el director del festival cuando dice que se quiso eliminar una simple dotación económica para reemplazarla por la creación de una infraestructura (cámaras de rodaje, cintas de vídeo y sala de mezcla y montaje) "puesta a disposición de los becados de una cuantía económica aún sin definir pero proporcional a los proyectos presentados por cada becario". Gutiérrez Maeso piensa que los concursantes no debían haberse presentado si no estaban de acuerdo con la convocatoria. "Ahora aprovechan el altavoz del festival para reclamar lo, que está fuera de las reglas del juego. No es una conducta ética y, a mí juicio, no están por tanto cualificados para pedir mi dirnisión".

Se queja el director del certamen de los corrientarios publicados en la mayor Iparte de los periódicos sevillanos, donde, incluso en titulares, se le calificó de mentiroso. "Pero debo hacer constar que ningún crítico cinematográfico conocido en la ciudad ha firmado tales ataques. Ha habido precipitación en los juicios y se necesita algo más de serenidad para valorar nuestro esfuerzo de presentar 183 películas durante diez días".

Tensión hasta el final

Los cineastas andaluces convocaron una conferencia de Prensa para presentar su propuesta de creación de un Instituto de Cine Andaluz, dada "la manifiesta marginación de que ha sido objeto en este festival". Entienden por cine andaluz "aquel que se produce en Andalucía, con financiación y organización andaluzas".El festival, pues, concluyó con la misma tensión con que desarrolló su actividad. La tempestad, de Paul Mazursky, ya exhibida en el reciente Festival de Venecia, fue el último título exhibido y, sin embargo, candidato a un nuevo premio, otorgado esta vez por la Federación de Cine-Clubs que, no obstante, prefirió destacar en su palmarés el ciclo Andalucía en el cine y, de él, los excelentes trabajos de Antonio del Amo en Sierra maldita (1954) y de Carlos Serrano de Osma en Embrujo (1947). No figuró en las discusiones la última película española mostrada en la sesión oficial, Interior rojo, del catalán Eugeni Anglada: la historia de un ex seminarista involucrado en actividades anarquistas que se refugia en un burdel donde conoce a una prostituta de la que se enamora, pero que considera ha turbado su paz y claridad anteriores. Rodada sin humor, Interior rojo chirría a menudo en los diálogos, interpretados muy seriamente por los actores (Charo López y Enric Majó) bajo una dirección equivocada. La necesidad de Anglada por definir con pretensiones poéticas las situaciones de sus personajes -tan similares, por otra parte, a las de Film de amor y de anarquía, de Lina Wertmuller-, olvida el necesario protagonismo de la imagen, confusamente plasmada, por otra parte, por el director de fotografía.

Película de pocos medios económicos, que no logra la meta de sus ambiciones dramáticas, tanto por esa ausencia de dinero como por la inexperiencia de su director que, curiosamente, participó en la Semana de la Crítica de Cannes en 1979 con La rabia, su único largometraje hasta hoy; era ya una película torpe que sorprendió negativamente a la mayor parte de la critica.

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